Mariana Berenice Suárez Rodríguez.
2016 / 05 dic 2017
Miguel de Cervantes Saavedra murió el viernes 22 de abril de 1617 aunque según la costumbre de la época, se registra que su deceso ocurrió el sábado 23, día en que fue enterrado. Novelista, dramaturgo, poeta y soldado, a quien se considera el iniciador de la novela moderna por su célebre obra El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. Nació en Alcalá de Henares, se desconoce con exactitud el día de su alumbramiento, aunque desde el siglo xviii se admite que pudo haber sido el 29 de septiembre de 1547, día del Arcángel San Miguel, por quien, según la tradición, recibió el mismo nombre cuando fue bautizado el 9 de octubre de ese mismo año.
La vida y obra del también llamado el Príncipe de los Ingenios ha sido apropiada desde época colonial por escritores, intelectuales y eruditos mexicanos. Así pues, el presente artículo pretende ser una primera aproximación enciclopédica de la recepción que la obra de Cervantes ha tenido en territorio mexicano. En los primeros apartados se ofrece de forma general la recepción que tuvieron los textos cervantinos durante el periodo virreinal; los siguientes tratan sobre los estudios en México, así como las evidencias de apropiación de la obra del alcalaíno en la literatura mexicana. Por último se evidencia la manera en que Cervantes fue asimilado por diferentes instituciones nacionales que se han encargado de la difusión de su obra.
Breve noticia sobre la presencia de Cervantes en la Nueva España
La primera noticia de Cervantes y Nueva España fue su infructuosa solicitud de traslado a la región del Soconusco, Chiapas, provincia entonces de Guatemala, en 1590, donde pedía al rey Felipe ii le fuera concedido uno de los cuatro puestos vacantes en la administración virreinal. Como muchos de sus contemporáneos, Cervantes buscaba abrirse oportunidades en el Nuevo Mundo del que se escuchaban asombrosas historias de rápido enriquecimiento y fácil prosperidad. No lo consiguió, pero dejó consignadas en su obra, diversas descripciones imaginarias de lo que pudo haber sido el nuevo continente. Si bien Cervantes no alcanzó Nueva España, su más célebre obra sí lo consiguió y lo hizo en el mismo año en que salió de la imprenta de Juan de la Cuesta. Contra todo pronóstico, dada la prohibición de 1543 de que no entrara en territorio americano ninguna obra de ficción, El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha arribó al puerto de San Juan de Ulúa en junio de 1605.[1]
Uno de los registros históricos que dan noticia de la presencia de la obra de Cervantes, específicamente el Quijote, en el complejo festivo de la Nueva España, es la relación en prosa titulada "Verdadera relación de una máscara” escrita por un platero de nombre Juan Rodríguez Abril en 1621 y publicada por el Conde de las Navas en Cosas de España, en Sevilla, en 1891.[2] Esta relación es famosa porque en ella aparecen los personajes cervantinos incorporados al ritual festivo de la mascarada novohispana. En ella figuran numerosos caballeros andantes, además de don Quijote, Sancho y Dulcinea.[3]
Durante todo el siglo xviii, las obras de Cervantes continuaron arribando a territorio novohispano. En 1722 aparece un volumen de las Novelas ejemplares, al cual le seguiría uno de la Galatea, impreso en Madrid en 1736; en 1741 aparece una reproducción del Quijote bajo el título de Vida y hechos del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, impreso en Madrid y anunciado como una edición nueva, aumentada e ilustrada con cuarenta y cuatro láminas. Finalmente existe noticia de un tomo corregido de Persiles y Segismunda, de 1760 y otro más de la Galatea, impreso en 1798 bajo el título Los enamorados ó Galatea y sus bodas, historia pastoral, comenzada por Miguel de Cervantes Saavedra, abreviada después y últimamente concluida por Candido María Trigueros, ambos editados en Madrid.[4]
Por otra parte, según consigna Armando de María y Campos, la primera mención de obras de Cervantes representadas en el Coliseo de México data de 1794. Se trata de una adaptación hecha por Juan Meléndez Valdés, de “las Bodas de Camacho”, pasaje contenido en los capítulos xx y xxi de la primera parte del Quijote y de una de las Novelas ejemplares, “La más ilustre fregona”, arreglo de José de Cañizares. La primera pieza se representó dos veces en diciembre. En 1810, en las representaciones del coliseo de Puebla figuran en las listas de comedias dos obras de Cervantes, una es el Licenciado Bidriera [así en el original], adaptación de la novela ejemplar del mismo nombre y Numancia destruida, versión de El cerco de Numancia.[5]
La obra cervantina continuó llegando e incluso imprimiéndose en Nueva España. Cristina Gómez Álvarez, por ejemplo, da cuenta, en "La presencia del Quijote en las bibliotecas particulares novohispanas, 1750-1819",[6] de los volúmenes que del Quijote se encontraban en las bibliotecas particulares de la Audiencia de México en la segunda mitad del siglo xviii, así como la profesión de sus dueños, datos que caracterizan a un determinado sector de lectores.
Hasta el siglo xviii, como lo advierte Eva María Valero Juan,[7] el Quijote había significado en territorio mexicano la risa, la burla y el divertimento. Realmente no fue leído por los doctos mexicanos que representaban la alta cultura, sino por otros estudiosos y escritores de carácter mucho más festivo y popular cuyas referencias al Quijote se dirigen hacia la alabanza del hombre de acción que encontraron en su protagonista. Uno de los escritores que, fundamentalmente a finales del siglo xviii y principios del xix, se acercó a la obra cervantina para descubrir los conceptos de escritura y revolución y que supo valorarlo fue José Joaquín Fernández de Lizardi.
Miguel de Cervantes y José Joaquín Fernández de Lizardi
José Joaquín Fernández de Lizardi, dentro de su vasta producción, hace reiteradas menciones a la vida y obra de Miguel de Cervantes Saavedra, particularmente al Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, unas veces para tomar ejemplos, otras para alabarlo y también para denostarlo.
Además de la interesante coincidencia de haberse publicado El Periquillo Sarniento en 1816, en el año en que se conmemoraba el segundo centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, la mención más célebre hecha por Fernández de Lizardi sobre el alcalaíno quizá sería la “Apología del Periquillo”, en la que afirma el valor de su obra mediante la comparación con el modelo de Cervantes.
John Skirius dice al respecto, que Lizardi contesta a los ataques del señor Ranet (anagrama de Terán, antiguo enemigo de Lizardi) sobre la poca monta que merece su Periquillo debido a la descripción del habla y costumbres de las “peores gentes de la sociedad”, que no ha hecho nada más que seguir el modelo cervantino ya que en el Quijote nada de extraordinario ni prodigioso ni que llame la atención hay en el hecho de que se describan sucesos demasiado vulgares y comunes, toda vez que mediante la ridiculización de tales vilezas se pueden corregir las costumbres.[8] Fernández de Lizardi lee el Quijote desde la particular óptica neoclásica, por lo que en su apología cervantina, defiende el didactismo presente en su propia obra, asumiendo que también en la de Cervantes se moraliza y educa.
La obra con mayor apropiación cervantina es La Quijotita y su prima, en la que Fernández de Lizardi utiliza la voz quijote para aludir a todo aquello vinculado con ridículas pretensiones y aventurados disparates. “Fernández de Lizardi parodia la retórica elevada del Quijote para satirizar a sus oponentes políticos por su falso sentido de la importancia”.[9] La obra de Lizardi guarda muchas similitudes con la monumental novela de Cervantes. Precisamente en el pasaje de la expurgación de la biblioteca en la Quijotita, el libro del Quijote es salvado del fuego por considerarse una pieza de noble entretenimiento que puede ser útil en la formación de las mujeres.
Breve noticia de Cervantes en México durante el siglo XIX
Cabe resaltar que México fue el país donde se realizó la primera edición hispanoamericana del Quijote en 1833 por el impresor Mariano Arévalo. Se ha rescatado también un ensayo de 1841 que versa sobre el Quijote escrito por el yucateco Pablo Moreno, catedrático de latinidad y filosofía de cuyos escritos, salvo el presente, no se conservan registros. El texto, impreso por Justo Sierra O'Reilly en El Museo Yucateco, se titula "Algunas observaciones críticas sobre el Quijote".[10]
Se tiene noticia asimismo, según consigna Guillermo Prieto en Memorias de mis tiempos, de que los miembros de la Academia de Letrán en sus famosas tertulias vieron disfrazarse a “Fernando Calderón de Sancho Panza en un carnaval y a Ignacio Rodríguez Galván de don Quijote y representar ambos, ante la fascinada multitud, una comedia de encanto”.[11]
Semillas del cervantismo en el siglo XX
Entre los célebres discursos enunciados en tercer centenario de la publicación del Quijote se cuenta con “Elogio fúnebre de Miguel de Cervantes Saavedra”[12] por Ignacio Montes de Oca y Obregón, obispo de San Luis de Potosí, pronunciado en las exequias presididas por el rey Alfonso xiii que celebró la Real Academia Española en la Iglesia de San Jerónimo de esta Corte el 9 de mayo de 1905.
No puede faltar la mención a de Erasmo Castellanos Quinto,[13] uno de los distinguidos cervantistas de nuestro país. Fue un erudito escritor y poeta, que dedicó su vida al magisterio de la literatura española en la Escuela Nacional Preparatoria y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde contagió a sus alumnos de la pasión por los clásicos universales, especialmente por el Quijote, del cual, se sabe, recitaba episodios enteros frente a sus atentos alumnos, entre los que desfilaron muchos de los poetas del grupo Contemporáneos.
¿Cuándo llegó el Quijote a México?
La indagación histórica para definir el año de llegada de Don Quijote a Nueva España suscitó uno de los debates más importantes para los estudios cervantinos en México durante la primera mitad de la centuria pasada. El historiador mexicano Luis González Obregón expuso en su libro México viejo y anecdótico[14] (1909) la hipótesis de que el primer ejemplar del Quijote arribó a nuestro territorio entre los libros traídos por el escritor Mateo Alemán. Sin embargo, dicha suposición quedó opacada por el hallazgo del cervantista español Francisco Rodríguez Marín, quien en El Quijote y Don Quijote en América[15] anunció, después de la revisión de uno de los registros de embarque de la flota que zarpó de Sevilla el 12 de julio de 1605, la noticia de que en la nao “Espíritu Santo” se transportaron 262 ejemplares de Don Quijote de la Mancha para ser desembarcados en San Juan de Ulúa. Lo cual modificó las hipótesis previas y proporcionó un dato mucho más fino, que hizo posible fechar el arribo del Quijote a Nueva España en 1605.
A partir de este nuevo dato, Francisco A. de Icaza en su libro Supercherías y errores cervantinos[16] (1917) asestó fuertes críticas contra la primera teoría expuesta por Luis González Obregón. Sin embargo, no tomó en cuenta que el descubrimiento de Rodríguez Marín llevó a González Obregón a corregir su primera teoría en un escrito posterior y lo condujo a emprender una investigación exhaustiva en el Archivo General de la Nación en donde consiguió añadir datos a la información hallada en España por Rodríguez Marín, entre los cuales destaca la localización de las actas de la visita de registro correspondientes a doce de las naos, en donde identificó que en tres de éstas, "La Encarnación", "Nuestra Señora de los Remedios" y "Nuestra Señora de los Dolores", algunos pasajeros y tripulantes traían consigo el libro del Quijote. El resultado de su investigación concluye que la novela de Cervantes llegó a México en veinticinco barcos, a los que denominó la "Flota Cervantina”, entre los últimos días de septiembre y los primeros de octubre de 1605.
El cervantismo mexicano a principios del siglo XX
Además del debate de rigor histórico, durante la primera mitad del siglo veinte se publicó una serie de estudios cervantinos, entre los que destacan los siguientes libros de Francisco A. de Icaza: Las novelas ejemplares de cervantes (1901), De cómo y por qué la tía fingida no es de Cervantes[17] (1916), Las “Novelas ejemplares” de Cervantes, sus críticos, sus modelos literarios, sus modelos vivos y su influencia en el arte[18] (1915) y El Quijote durante tres siglos[19] (1918), una de sus obras más conocidas.
En 1918 Alejandro Quijano publicó Cervantes y el Quijote en la Academia,[20] estudio en el que analizó las entradas referidas a Cervantes y su obra en los diccionarios de la Academia Española y plantea que éstas pueden ser consideradas como signos o termómetros que dan muestran la evolución en la estima de la que goza Cervantes y su Quijote en el consenso universal. Advierte, por ejemplo, que a las palabras cervantino, cervantista, cervántico, cervantesco, cervantismo se suma, en la edición de 1925 del diccionario, el adjetivo cervantófilo, para señalar a los devotos de Cervantes y a los aficionados a coleccionar ediciones de sus obras. Señala, sin embargo, que la gloria alrededor de Cervantes y del Quijote disminuyó durante los siglos de decadencia de las letras españolas.
El cervantismo académico de los años siguientes
A partir de la segunda mitad del siglo xx, en el campo de la crítica literaria académica se pueden divisar tres propuestas desde donde se ha visto la monumental obra del alcalaíno: por una parte, están los trabajos de naturaleza filológica, es decir, aquellos que se abocan al estudio de la lengua y la historia no sólo del autor del libro sino de la sociedad y la época en la cual surgió; por otra parte, están los de retórica y poética y finalmente aquellos de carácter hermenéutico y de interpretación. Pese a esta división, lo cierto es que los estudios tienen puntos de confluencia porque en mayor o menor medida se interesan en los mismos aspectos, a saber, gramaticales, filológicos o histórico-biográficos de la obra cervantina.
Es destacable la labor de Ludovik Osterc, quien en los años 60 interpretó las obras de Miguel de Cervantes, particularmente el Quijote, desde el materialismo histórico. Su trabajo más reconocido El pensamiento social y político del Quijote. Interpretación histórico-materialista[21] se centra en los aspectos sociales y políticos de la obra aludiendo la idea de que Cervantes fue un crítico brillante de su contexto histórico.
En la misma línea de investigación de Ludovik Osterc se encuentra el trabajo de la doctora Lilian Camacho Morfín, quien en 2002 publicó Las armas de don Quijote, libro que continúa con el análisis histórico materialista de la monumental obra del alcalaíno, pero con la intención de estudiar la lengua empleada por Cervantes, particularmente el caso de los sinónimos voluntarios que revelan una profundidad ideológica que la crítica no había contemplado.
Es necesario señalar también la presencia de los estudios de corte filosófico como el realizado por Francisco Gil Villegas, quien en su exhaustivo análisis titulado Los profetas y El Mesías. Lukács y Ortega como precursores de Heidegger en el zeitgeist de la modernidad (1900-1929)[22] publicado por el Fondo de Cultura Económica en 1996, realiza un examen comparativo entre la obra Meditaciones sobre el Quijote del filósofo español Ortega y Gasset y Teoría de la novela del conocido filósofo húngaro Georg Lukács, y repara en que ambos autores, guiados por una perspectiva historicista y evolucionista de los géneros literarios, coinciden en ver el nacimiento de la novela moderna con Cervantes, en un momento histórico en que se descubre la interioridad y se rompe el universo cerrado y unitario del mundo épico de la antigüedad.
Para la celebración por los 450 años del nacimiento de Cervantes, el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México convocó a un encuentro internacional de cervantistas para dialogar sobre los puntos menos tratados dentro de los estudios cervantinos. Las memorias de dicho encuentro se publicaron dos años después bajo el nombre Jornadas de Investigación Cervantina. El volumen reúne las ponencias presentadas en el coloquio que trataron las ediciones (planteamientos teóricos sobre la edición crítica de la obra La Galatea hasta el Persiles), bibliografía asequible de manera electrónica, el teatro y la figura de Miguel de Cervantes como escritor. Este volumen fue coordinado por Aurelio González.
Aportes de los escritores del exilio español a los estudios cervantistas en México
En 1947 hubo en México una explosión de actos que homenajeaban a Cervantes con motivo del Cuarto Centenario de su nacimiento. “Muchos exiliados tomaron parte en ellos, como queriendo demostrar que en el destierro estaban los verdaderos guardianes del tesoro universal de la cultura española”.[23] Entre ellos se distingue José Gaos, cuyo interés cervantino se inauguró con El Quijote y el tema de su tiempo, libro que sintetiza las lecciones sobre “Los orígenes de la filosofía y el mundo modernos en 1941”, impartidas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Tampoco se puede omitir la labor de Las Españas, revista del exilio republicano fundada por Manuel Andújar y José Ramón Arana. En ella, según lo advierte José María Piñero Valverde, los temas relacionados con el Quijote recibieron a menudo un enfoque heterodoxo y “de alguna manera les sirvieron para buscar la substancia de lo español y reafirmar los valores por los que tuvieron que abandonar la patria, así como reivindicar una postura política y cultural abierta defensora del diálogo con los que estaban en España y para difundir la cultura española a través de la obra cervantista.”[24]
Así también, en 1977 el poeta y ensayista de la segunda generación del exilio español César Rodríguez Chicharro presentó Escritura y vida. Ensayos cervantinos,[25] cuatro estudios publicados por la Facultad de Filosofía y Letras, mismos que fueron consecuencia del curso monográfico que dio el autor durante varios años en la Universidad Veracruzana sobre la obra de Cervantes.
Actuales estudios cervantistas en México
En 2004 la Real Academia Española de la Lengua publicó una edición crítica a cargo de Francisco Rico de Don quijote de la Mancha para conmemorar el iv centenario de la primera publicación. En ésta se compilan estudios de distinguidos escritores y cervantistas, entre ellos el de Margit Frenk “Oralidad, escritura, lectura”, donde reflexiona sobre la utilización del verbo leer. Explica que el uso más común que se le daba a este verbo en tiempos de Cervantes era como lectura oral y pública, ya que la gente acostumbraba reunirse a escuchar a alguien que leía en voz alta. Aún tiempo después de la invención de la imprenta se seguía usando este verbo como sinónimo de oír o recitar. Sin embargo, en la obra cervantina sucede al revés, leer se refiere a la lectura en silencio, para uno mismo, y cuando se trata de lectura en voz alta, Cervantes lo especifica, no lo da por hecho, pues para él lo común es la lectura silenciosa. De lo cual, la investigadora deduce que ésta era una práctica común en Cervantes que reflejó en su protagonista, don Quijote. Y afirma que es justo del encuentro de la oralidad –rasgos que abundan en la novela– con la escritura de donde deriva la enorme complejidad y riqueza de El Ingenioso hidalgo. Este ensayo tiene como antecedente el libro Entre la voz y el silencio, publicado en 1997, donde la autora explora, de forma más amplia, la historia de la lectura, sus rasgos orales y la palabra escrita, todo esto en el contexto cervantino.
En el marco de estos festejos la cátedra extraordinaria “Juan Ruiz de Alarcón” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México convocó a un coloquio en torno a Juan Ruiz de Alarcón y Miguel de Cervantes Saavedra. Más que una búsqueda de afinidades o discrepancias entre las obras de estos escritores áureos, el coloquio intentó ser un punto de encuentro para reflexionar sobre la importancia que tienen estas figuras en la época actual.[26]
Entre la labor realizada por los académicos mexicanos de la obra del escritor complutense, descolla la de María Stoopen, quien ha publicado diversos estudios sobre El Quijote y coordinado varios encuentros sobre el mismo tema. En 2005 publicó Los autores, el texto, los lectores en el Quijote que es un análisis de las categorías lector, autor y obra, desde la teoría narratológica y la teoría de la recepción. En este libro también reflexiona sobre la novela como un género, pues de ese modo es posible entender la obra.
Uno de los encuentros académicos más representativos que ella ha organizado, quizá sea el acaecido también en 2005, a propósito de los 400 años de la publicación de la primera parte de la gran novela moderna. El encuentro, llevado a cabo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue multidisciplinario por lo que en él confluyeron distintas perspectivas humanísticas sobre El Quijote, desde el contexto sociocultural hasta reflexiones de naturaleza filosófica, pasando por los antecedentes literarios y la recepción moderna que el gran libro ha tenido. Las memorias de este congreso fueron publicadas en 2010 bajo el nombre Horizonte cultural del Quijote.[27]
En 2005 la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México decidió también sumarse a los festejos en torno al Quijote con la publicación del libro titulado A propósito del Quijote. En dicho libro se encuentran textos de Margo Glantz, Jorge Volpi, Guillermo Sheridan, Ignacio Padilla, Juan Villoro, Daniel Sada y Sergio Pitol.[28]
Con el mismo motivo se llevó a cabo en la ciudad de Puebla el congreso El “Quijote” desde América,[29] donde se reunieron investigadores provenientes de todo el continente para hablar, desde múltiples enfoques, sobre la novela de Cervantes. Algunos tomaron como directriz el contexto de producción de la obra, otros la historia social, la religión o la cultura. En este encuentro predominó la diversidad de miradas, como lo ejemplifican los artículos de James Iffland “‘In un placete de La Mancha of wich nombre no quiero remembrarme’: anatomía sociopolítica de una causa célebre cervantina”, el de Adrienne L. Martín “Maritornes y la prostitución rural”, o el de Alma Mejía “Don Quijote sale al mundo. Aprendizaje y conciencia de los otros en el Quijote de 1605”. En este congreso estuvieron presentes los investigadores mexicanos que han dedicado un esfuerzo constante a la obra del Manco de Lepanto: María Stoopen, Margarita Peña, Tatiana Bubnova, Aurelio González, Gustavo Illades y Cristina Múgica. Al año siguiente de haberse realizado el encuentro, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y El Colegio de México publicaron las memorias del evento bajo el mismo título, las cuales incluyen 24 de las ponencias presentadas.
Entre los estudios de los últimos años entorno a lo novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, está el de Cristina Múgica, Ensayos en torno a la locura de Don Quijote publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México en 2005.[30] Está estructurado en seis ensayos que se centran en la representación de la locura quijotesca y su relación con la época en la que se escribió la novela, también se estudia la repercusión de las ideas de Erasmo de Róterdam en la configuración de la locura y la presencia de la cultura hispano-árabe en la obra.
Margarita Peña publicó en 2007 Rehén de la fortuna. El cautiverio honroso y el cautiverio infamante en la obra de Miguel de Cervantes Saavedra. En este libro parte del hecho de que la experiencia vital del autor deviene, primero, en materia literaria y, después de una reelaboración, en la obra en sí. La cervantista se acerca a la obra desde la aproximación biográfica, usando como eje central el cautiverio, pues comenta que es un tema que atraviesa todo el mundo concebido por Cervantes. Divide su análisis en dos partes: el cautiverio honroso y el cautiverio infamante. El primero hace referencia a la estancia forzada de Cervantes en Argel y la proyección de este episodio en su obra. El segundo retoma la experiencia del autor en la prisión de Sevilla y cómo es que tiene presencia este hecho en distintas partes de la literatura de Cervantes.
Sin salir del todo del ámbito académico, en 2008, Margit Frenk publicó cuatro ensayos sobre El Quijote. La autora ofrece lecturas esclarecedoras sobre aspectos particulares de la obra. Así pues, el primer ensayo aborda algunas cuestiones sobre el “Prólogo” que Cervantes hizo para la edición del Quijote de 1605. Con ello, intenta dar cuenta de las múltiples interpretaciones que la obra ha tenido. El segundo de los ensayos es de carácter narratológico, y se centra en el análisis del narrador. El tercero, es la célebre disertación sobre el origen del nombre del caballero andante. Finalmente, el último de los ensayos es una reflexión sobre la cordura en la novela.
En ese mismo año, salió a la luz una antología de artículos y ensayos que Alfonso Reyes escribió a propósito de Cervantes y El Quijote. Para la crítica, es Reyes el primer cervantista mexicano en forma. El libro tiene por objetivo dar cuenta de la relación que el escritor regiomontano mantuvo con la obra y vida del ilustre alcalaíno, basándose en los artículos y obras literarias que hiciera el primero. La antología contiene, además de una veintena de ensayos, dos apéndices sobre la obra de Antonio de Torquemada, e incluye un poema titulado “Contra jerigonza” y algunos fragmentos sobre El Quijote, termina con una relación de las obras sobre Miguel de Cervantes existentes en la Capilla Alfonsina.
En 2009 Sergio Fernández, quien ha dedicado buena parte de su vida al estudio de Cervantes y su obra, realizó un ensayo bien documentado sobre la vida del escritor complutense, particularmente sobre su juventud y su cautiverio en Argel. Según el crítico, es a raíz de estos encierros que se configura el genio cervantino y trasciende la figura histórica.[31]
Algo que la crítica ha valorado mucho en recientes años es la apropiación que de Cervantes se ha hecho en las letras hispanoamericanas. Conocido es el influjo que el escritor complutense ha ejercido en figuras como Juan Goytisolo o Carlos Fuentes y no hablar de su presencia rutilante en obras de Borges. Con esto en mente, en 2013, María Stoopen de nuevo coordina un tomo dedicado a analizar este aspecto. Publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México bajo el nombre de El Quijote: palimpsestos hispanoamericanos,[32] reúne estudios de distintos lectores críticos de Cervantes, con la finalidad de dilucidar acerca de la figura del célebre autor y de su caballero andante como ejes generadores de ficción.
En el marco de los cuatrocientos años de la publicación de las Novelas ejemplares (1613) El Colegio de México organizó un coloquio internacional en octubre de 2013, del cual surgió la publicación Las Novelas ejemplares. Texto y contexto (1613-2013), publicado en 2015 por la misma institución. El libro reúne 22 ensayos de especialistas provenientes de distintas universidades, entre ellos Nieves Rodríguez Valle, Aurelio González, María Stoopen, María José Rodilla, Tatiana Bubnova, Margo Glantz y Gustavo Illades. Los estudios se acercan a las Novelas ejemplares a través de distintos aspectos, algunos se concentran en las estrategias narrativas, como el estudio de Nieves Rodríguez Valle “La narración como historia y como ficción en las Novelas ejemplares”, otros en los narradores, en los tropos y los recursos, como “De retratos y autorretratos: ‘prosopografía y etopeya’ en el ‘Prólogo’ y en las Novelas ejemplares”, escrito por María Stoopen. Algunos más se concentran en los temas y los tópicos y otros más en el contexto socio-cultural y literario, como lo muestran los siguientes títulos: “La ironía como ejemplo estructurante en las Novelas ejemplares” de Grissel Gómez Estrada, “De hermosura y afeites en las Novelas ejemplares” de María José Rodilla o bien “¿Son ejemplares las novelas de María Zayas?” de Margo Glantz.
Margit Frenk dio a la imprenta el libro de ensayos Don Quijote ¿muere cuerdo?, publicado en 2015 por el Fondo de Cultura Económica como parte de la colección Centzontle. Se trata de un compendio de diez estudios, en los que la autora diserta sobre diversos aspectos léxicos, semánticos y hermenéuticos de la obra cervantina, así por ejemplo discurre acerca del origen del nombre real del Caballero de la Triste Figura, las lecturas de Cervantes, el narrador en El Quijote y la oralidad presente en la novela cúspide de la literatura hispánica.[33]
También es preciso referir la antología El Quijote en México editada por el Centro Virtual Cervantes, cuya compilación estuvo a cargo de Eva María Valero Juan, Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante.
Cervantes y los escritores mexicanos
Considerable es la presencia cervantina en la literatura mexicana. Amado Nervo, por ejemplo, pronunció el discurso titulado: “El centenario de la muerte de Cervantes”[34] en donde señala la necesidad de leer realmente al Quijote pues advirtió que incluso en las esferas académicas se adolece del ejercicio lector, que es muchas veces suplido por las múltiples referencias que del Quijote llegan a través de otros medios distintos a la lectura de la gran obra.
Por su parte, Luis G. Urbina reflexiona sobre su experiencia lectora de la monumental novela de Cervantes en el escrito titulado "¡Pobrecito Don Quijote!".[35] En dicho texto, rememora el primer encuentro con el Quijote, sentado a la ventana de una casa vieja, colonial, severa y triste, siendo él un niño pequeño que todavía no sabía leer de corrido, a quien le dieron un libro lleno de estampas y más grande que él, para que se mantuviera entretenido y no hiciera travesuras.
Ángel María Garibay en su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua titulado ”Verdad de la ficción. Acotaciones de un triángulo”[36] (1954) apunta que los episodios il y l del Quijote arrojan luz sobre tres disposiciones mentales presentes en el ser humano "razón, fantasía e instinto" así como de la interrogante: ¿Cuál de estas fuerzas debe normar la vida? Señala que si bien el Canónigo, apela a la razón para defenderse del absurdo y representa el espíritu de la cultura moderna que pretende regir el mundo de manera racional, y el escudero da cuenta del instinto que atiende sólo a su interés y necesidad material, es Don Quijote (que no tiene más norma que la fantasía) quien condensa la potencia humana más grande que es la de la creación de mundos posibles. Por lo que afirma que la lección que nos deja Cervantes es que en la vida humana tiene primacía la imaginación, elevada por la mente y sobrepuesta al instinto.
Así también, José Vasconcelos en “Discurso del Quijote” afirmó que “En todas las edades milita el ejército sublime de los Quijotes, ¿qué importa que su gloria se vea empañada por la sonrisa piadosa de los impotentes? Es don divino la sonrisa; convertirla en risa que castiga la buena intención si fracasa, es corromperla”.[37]
Gonzalo Martré publicó en 1978, bajo el sello editorial v Siglos, la novela El Chanfalla, cuyo protagonista, pícaro y merolico, puede entenderse como un homenaje del autor meztitlanense a la obra cervantina, en particular al Retablo de las Maravillas en el que Cervantes hace apología de la embaucadora forma de hablar de los cómicos trotamundos, representados precisamente por un tal Chanfalla, hábil embaucador que sólo con su prodigiosa relatoría crea las más deliciosas ensoñaciones en quienes miran su imposible retablo.
Carlos Fuentes es otro de los escritores mexicanos que se han acercado a la obra cervantina, él considera a Cervantes como el creador de la novela moderna y un crítico acérrimo de su realidad histórica, un escritor que supo conjugar los modelos literarios con la realidad. Para Fuentes, la existencia del Quijote es más que una casualidad, se trata de una amalgama del pasado con la modernidad. En este sentido, afirma Jacques Joset que para Fuentes la novedad de Cervantes radica en la ruptura de la tradición y en haber hecho posible el encuentro de Amadís y el Lazarillo, es decir, de su pasado con su presente. Por estas razones es que Fuentes considera a Miguel de Cervantes Saavedra como el padre literario de la nueva novela hispanoamericana moderna.[38]
La contemporaneidad de Cervantes ha sido una idea reiterada por otros tantos escritores, tal es el caso de Augusto Monterroso quien, según noticia de Adrienne L. Martín, señala al Manco de Lepanto como un notable ensayista moderno, un creador de literatura de ideas y un crítico literario puntual de su propia escritura. Para sostener esta idea, Monterroso afirma que basta con acercarse a los prólogos de sus obras.[39]
Como celebración por el v centenario del descubrimiento de América, Julio Ortega convocó a varios escritores “de ambas orillas del idioma” a redactar “unas páginas de extensión abierta, variada inventiva, género plural y estilo acorde en torno y alrededor del Quijote”.[40] La respuesta fue abundante y heterogénea, entre los trabajos de los escritores mexicanos se encuentran poemas, como el de Eduardo Lizalde, “Costa dorada”, en el que retoma a Sancho y don Quijote para llevarlos a conocer el mar; cuentos, como el de Carmen Boullosa, “Así pensó el niño”, cuya trama se centra en un padre que prohíbe a su hijo ser escritor y éste se venga de él haciendo desaparecer un libro, el Quijote, por lo que todo cuanto depende de él se desvanece; y el relato de Carlos Fuentes, “Capítulo N, de las razones que pasaron entre don Quijote y Sancho, camino a la venta, y de la sin ventura aventura que en ésta le sucedió”, que, siguiendo el estilo de Cervantes y el hilo conductor de su novela, elabora un nuevo lance para el caballero andante y su fiel escudero, retoma el escenario de la venta y el personaje de Maritornes, y añade a uno nuevo, el de Tiburcio de Playa y Pérez. Licenciado en Trampas y Leyes, que junto a la ventera hacen padecer frío y golpes a Sancho y don Quijote. También hay ensayos que refieren la experiencia de sus autores con el Ingenioso Hidalgo..., como el de Hernán Lara Zavala “Amadís, Íñigo, Alonso”. Todos estos trabajos están reunidos en el libro La Cervantiada publicado en 1992.[41]
En 2004 Fernando del Paso publicó Viaje alrededor del Quijote, en donde advierte que una intensa lectura de la monumental obra de Cervantes le ha dejado al descubierto que “a Don Quijote le han colgado tantos milagros, que no dejan verlo de cuerpo entero, que se le han atribuido tantas virtudes, que lo han desvirtuado. El Caballero se merece un trato más razonable. Casi diría, más humano”.[42]
También es preciso referir el discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua pronunciado por Ignacio Padilla, cuyo título es Elogio de la impureza, en donde el escritor reivindica Don Quijote de la mancha como obra fundadora de la novela moderna y a Cervantes por haber tenido la convicción de que el vulgo y sus usos del habla enriquecen la lengua. Afirma de esta suerte, que "Cervantes nos enseña cuánto necesita el canon reconocer la ambigüedad y la impureza, y que cada día nacemos de la sangre derramada en el feliz combate de dos linajes verbales: uno solemne y otro risueño, uno ancestral y otro gestante, el uno tan necesario como el otro."[43] Posteriormente, Ignacio Padilla nos entrega un libro de ensayos titulado Cervantes & compañía (2016), en donde explora los principales aportes de Shakespeare y Cervantes, se interroga también por la recepción actual de sus obras y en qué medida ha sido reducida a una serie de clichés que impiden una aproximación cabal al conocimiento que tales obras arrojan acerca de lo humano.[44]
En última instancia, debe reconocerse a aquellos autores que han recibido el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, el más grande galardón a la labor literaria en lengua española que se entrega cada 23 de abril a aquellos escritores cuya labor haya contribuido a enriquecer el patrimonio de la lengua española. Varios son los mexicanos que han sido galardonados con esta distinción: Octavio Paz (1981), Carlos Fuentes (1987), Sergio Pitol (2005), José Emilio Pacheco (2009), Elena Poniatowska (2013) y Fernando del Paso (2015).
México en la obra de Cervantes
A pesar de que el escritor complutense no pudo llegar a Nueva España, su obra y su talento tuvieron pronto un lugar especial en el imaginario de este lugar. De la misma manera, todas las historias que llegaban a Cervantes del Nuevo Mundo, ya de oídas o de lecturas sobre el tema, conformaron una fantasía que se reflejó en su trabajo literario.
Es en la obra cervantina El Rufián Dichoso donde México tiene mayor presencia. Francisco Rodríguez Marín asegura que el Manco de Lepanto se basó en la vida del dominico de la Nueva España fray Cristóbal de la Cruz, para escribir su comedia de santos El Rufián Dichoso. En ésta Cervantes retrata las aventuras del joven pillo Cristóbal de Lugo así como su posterior cambio de vida una vez que la consagró a la iglesia y remplazó su nombre por el de Cristóbal de la Cruz, famoso gracias a las conversiones que hizo de las almas más difíciles, y más popular una vez muerto, por las varias curaciones milagrosas que realizó. Según el mismo estudioso, Cervantes conoció perfectamente la vida de este santo varón a través de la biografía escrita por Agustín Dávila Padilla, arzobispo de Santo Domingo, incluida en Historia de la Fundación y discurso de la Provincia de Santiago de México, de la Orden de los Predicadores, por las vidas de sus varones insignes, y casos notables de la Nueva España, la cual se imprimió en Madrid en 1596 por falta de papel en la ciudad de México. La primera jornada se desarrolla en Sevilla y las dos últimas en la Nueva España del primer virrey Luis de Velasco, “y no peca de indocumentado Cervantes al referirse a nuestras costumbres y describir nuestros colegios y conventos”.[45]
La Nueva España fue en el imaginario cervantino, además de un lugar deseado, lleno de riquezas y aventuras, cuna de ingeniosos poetas, como lo refiere cuando habla sobre Francisco de Terrazas en el “Canto de Caliope” en La Galatea:
De la región antártica podría
eternizar ingenios soberanos,
que si riquezas hoy sustenta y cría,
también entendimientos sobrehumanos.
Mostrarlo puedo en muchos este día,
y en dos os quiero dar llenas las manos:
uno, de Nueva España y nuevo Apolo;
del Perú el otro: un sol único y solo.
Francisco, el uno, de Terrazas, tiene
el nombre acá y allá tan conocido,
cuya vena caudal nueva Hipocrene,
ha dado al patrio venturoso nido.[46]
Cervantes también refiere la belleza lacustre de México, cuando en El Licenciado Vidriera la compara con Venecia: “Desde allí, embarcándose en Ancona, fue a Venecia, ciudad que, a no haber nacido Colón, en el mundo no tuviera semejante: merced al Cielo y al gran Hernando Cortés, que conquistó la gran Méjico para que la gran Venecia tuviese en alguna manera quien se le opusiese. Estas dos famosas ciudades se parecen en las calles, que son todas de agua: la de Europa, admiración del mundo antiguo; la de América, espanto del mundo nuevo”.[47] De esta novela ejemplar la Universidad Nacional Autónoma de México hizo en 2003 una versión en audio, en voz de Gilberto Pérez Gallardo como parte de su proyecto “Descarga Cultura.UNAM”.
Por otra parte, basado en ciertas coincidencias, Vicente Quirarte ha visto una proyección del mismo Miguel de Cervantes en el personaje Felipe Carrizales de su novela ejemplar El Celoso Extremeño. Ambos tuvieron un anhelo de pasar al Nuevo Mundo y ambos lo albergaron en edades ya maduras. La visión de Cervantes sobre América, afirma, era similar a la que tenían muchos de sus contemporáneos, a saber, ser las Indias Occidentales un subterfugio de los desposeídos de España.[48] En la novela, Cervantes afirma de Nueva España ser:
Refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores (a quien llaman ciertos los peritos en el arte), añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos.[49]
México también está presente en la novela cumbre del escritor complutense, donde aparecen los jinetes mexicanos y tienen una función bastante precisa. Cervantes los refiere para hacer una comparación hiperbólica y destacar lo buen jinete que es la doncella que Sancho le hizo creer que se trataba de Dulcinea:
Acomodada, pues, la albarda, y queriendo don Quijote levantar a su encantada señora en los brazos sobre la jumenta, la señora, levantándose del suelo, le quitó de aquel trabajo, porque haciéndose algún tanto atrás, tomó una corridica y, puestas ambas manos sobre las ancas de la pollina, dio con su cuerpo, más ligero que un halcón, sobre la albarda [...] y entonces dijo Sancho:
—¡Vive Roque que es la señora nuestra ama más ligera que un alcotán y que puede enseñar a subir a la jineta al más diestro cordobés o mexicano![50]
Como se dijo al principio, México permaneció en la imaginación del Manco de Lepanto aún cuando no pudo llegar a pisar esta tierra.
Algunas representaciones y adaptaciones de la obra cervantina en México
En octubre de 1905 se estrenó la pieza dramática El último capítulo, de Manuel José Othón, que evoca a Cervantes escribiendo el final de "Don Quijote", figuran en el elenco, además de Cervantes, Fray Luis de Aliaga, Gutierre de Cetina, el licenciado Pedro Pérez Palacios, el maese Nicolás, doña Catalina de Salazar y Palacios, doña Isabel de Saavedra y doña Constanza de Ovando. La acción se desarrolla en Madrid, en la casa de Cervantes, calle del Duque de Alba, durante enero de 1615. Tomaron parte en la representación los jóvenes David A. Cossío, Santiago González, José Perogordo, Manuel J. Sosa y José Antonio Lámbarri, y las señoritas Guadalupe Sosa, María Helguera y Mercedes Sosa.
En 1946 el escritor y cineasta malagueño exiliado en México, Manuel Altolaguirre, inició la escritura del guion cinematográfico del cinedrama El rufián dichoso que, como se anuncia al inicio del texto, se trataba de un homenaje que el cine mexicano quería realizar en honor a don Miguel de Cervantes Saavedra. El proyecto fue patrocinado por la Academia Mexicana de la Lengua, institución que pretendía incorporarlo a su programa de actos conmemorativos por el iv centenario del natalicio del escritor complutense a realizarse durante el año siguiente.
Como sucede en la obra homónima de Cervantes, dos son los escenarios en los que se desarrolla la acción: España y México; sin embargo:
la adaptación de Altolaguirre propone una visión retrospectiva que se inicia en México, lugar en el que el rufián encuentra refugio para su penitencia, y que retrocede luego a España para enlazar con el pasado licencioso del personaje en Sevilla. La acción en México reproduce los sucesos y las escenas principales de la comedia de El rufián dichoso, mientras que la que transcurre en España se basa en la acción de la novela ejemplar El celoso extremeño. El escenario mexicano se centra principalmente en el convento de Tepoztlán, mientras que el español alterna los sucesos ocurridos en una posada popular sevillana con los que tienen lugar en la casa de don Felipe de Carrizales que aparece representada en toda su extensión y complejidad.[51]
En el guion de Altolaguirre se mezcla la historia de El rufián dichoso con otros textos cervantinos, desafortunadamente este proyecto no se pudo llegar a filmar, quizá por la bancarrota de la Panamérica Films, aunque el texto se conserva intacto.
En 1947, en el marco de los festejos por el iv cumplesiglos de Cervantes, Salvador Novo realizó una versión para niños del Quijote, que se estrenó el 8 de agosto de ese año en el palacio de Bellas Artes. La obra “Farsa en tres actos y dos entremeses. Versión especial para niños de la inmortal obra de Miguel de Cervantes” contó con música de Carlos Chávez, Jesús Bal y Gay Blas, interpretada en vivo por la Orquesta Sinfónica del Conservatorio, dirigida por Eduardo Hernández Moncada. De la escenografía y el vestuario se encargaron Julio Castellanos, Carlos Marichal y Julio Prieto. La coreografía la realizó Gilberto Martínez del Campo y el ballet estuvo a cargo de los alumnos de la Escuela Nacional de Danza. Los actores fueron de la Escuela Nacional de Arte Teatral del Instituto y la dirección estuvo a cargo de Salvador Novo y Clementina Otero. Según refieren las crónicas periodísticas, el presidente Miguel Alemán estuvo presente en el acto inaugural del evento, el cual contó con mucho éxito en todas sus representaciones.
La emisora de radio XEQ también se sumó al homenaje, transmitió una adaptación radiofónica de Don Quijote, realizada por Luis Carmona Valiño, quien cuenta que desde el principio su objetivo fue llegar al público infantil. La emisión se transmitía de lunes a viernes a las 19:45 y duraba 15 minutos, los domingos se hacía, por petición del auditorio, un resumen de los capítulos transmitidos en la semana que duraba media hora. La primera parte del libro tuvo 86 programas. Para el reparto se tomó la decisión de elegir actores de nacionalidad española para representar a los principales personajes, el de don Quijote se le otorgó al primer actor Luis Mussot y el de Sancho Panza a Ángel Buenafuente. Fue tal el éxito obtenido, que, como cuenta Carmona Valiño, todos los días recibían en promedio 80 telefonemas de oyentes cuya edad fluctuaba entre los cinco y los trece años contando lo emocionados que se sentían al escuchar la aventuras del caballero andante y su fiel escudero.
En agosto de 1973, la Compañía Nacional de Teatro, representó El cerco de Numancia. La dirección estuvo a cargo de Manuel Montoro y la adaptación fue de José Emilio Pacheco. Para poder llevar a escena la monumental tragedia cervantina, fue necesario hacer una versión especial en la que se suprimió aquello que sin carecer de ningún mérito pudiera parecer superfluo a espectadores contemporáneos. El propósito de la versión de Pacheco fue siempre ser fiel a la obra cervantina, por lo que conservó los metros utilizados originalmente. Basada en parte en la versión de Rafael Alberti, José Emilio Pacheco aligeró la obra para devolverla a los escenarios actuales. Su versión se publicó en 1974 bajo el sello editorial Siglo xxi.
En ese mismo año Álvaro Custodio, también exiliado español, publicó la mojiganga en dos actos El patio de Monipodio, basada en “Rinconete y Cortadillo y El Celoso Extremeño, con leves infusiones de El Rufián Dichoso y El Rufián Viudo, más algunos versos y frases de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha […] con canciones y bailes de la época”.[52] Esta obra se estrenó el 9 de febrero del mismo año en el Teatro San Jerónimo Independencia por el grupo Teatro Clásico de México. Las canciones populares fueron armonizadas con la música original de Alicia Urreta, la escenografía estuvo a cargo de David Antón, el vestuario fue diseñado por Isabel Richart y Álvaro Custodio fue el director. Según opiniones de la prensa mexicana la puesta en escena contó con mucho éxito.
Enrique Atonal también realizó una adaptación radiofónica de la novela cumbre de Cervantes en 1976 compuesta de 101 capítulos, que durante el año en curso será retransmitida de lunes a viernes a partir del 18 de abril en la frecuencia 1060 de Amplitud Modulada (AM).
En 1990, el escritor Juan José Arreola inició la transmisión de un programa de televisión titulado Arreola y su mundo, en el que hablaba de sus particulares intereses literarios y culturales. En varios capítulos, Arreola hizo comentarios sobre la obra de Cervantes, principalmente de El Quijote.
También se encuentra la adaptación de Don Quijote para jóvenes editada por Nuevo México, que estuvo a cargo del escritor Felipe Garrido para conmemorar los 400 años de haber sido publicada la primera edición de esta obra de la literatura universal. Un primer acercamiento de Garrido a la génesis de ese Quijote para jóvenes fue a petición de Eulalio Ferrer, versión que publicó el gobierno del estado de Guanajuato en 1991, misma que fue revisada y reeditada en 2005.
Biblioteca Enciclopédica Popular y Colección Relato Licenciado Vidriera
Una de las colecciones editoriales importantes –por su labor de difusión de la obra cervantina– fue la creada por Jaime Torres Bodet “Biblioteca Enciclopédica Popular” de la Secretaría de Educación Pública, que en 1944 publicó como número cuatro de sus entregas dos de las Novelas ejemplares: “La gitanilla” y “El licenciado Vidriera”, con un breve estudio preliminar a cargo de Carlos González Peña. Y en 1947, una selección de poemas de Cervantes en dos volúmenes con el título Poesías, la selección y el preliminar fueron hechos por Agustín Millares Carlo. El volumen número 176 compendia 38 composiciones y el número 177 28, algunas de las cuales son “poemas incluidos por Cervantes en La Galatea, en La gitanilla, en el Quijote, en el Persiles y Segismundo y en otras”.[53]
En 2003 Hernán Lara Zavala creó la colección “Relato Licenciado Vidriera” de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el propósito de difundir la narrativa breve en lengua española entre el siglo xvi y principios del xx, sin embargo, estos límites se disiparon y ahora la colección cuenta con traducciones y textos contemporáneos. El mismo Zavala explica que, el motivo por el cual se nombró “relato” a la colección “obedece a un intento de bautizar, de una vez por todas, un género que en español ha requerido siempre de explicaciones o aproximaciones: cuento largo, noveleta y novela corta. Y ya que el cuento y la novela están perfectamente identificados, ¿por qué no llamarle a este género a caballo simplemente relato?”[54] El primer número es precisamente la novela de Cervantes El licenciado Vidriera –publicada 1613 como parte de las Novelas ejemplares– la introducción la hizo Sergio Fernández y la tirada fue de mil ejemplares. El mismo año en que comenzó la colección, recibió el Premio CANIEM al Arte Editorial en el género Libros de Literatura.
En el 2002 apareció en el suplemento literario barcelonés Cultura/s la traducción que el escritor, lingüista y profesor mexicano Ilán Stavans realizó al espanglish del primer capítulo de la primera parte del Quijote. La idea surgió a raíz de una discusión que el traductor tuvo en un programa de radio en Cataluña con un miembro de la Real Academia Española. El académico aseguraba que el espanglish no podía considerarse como una lengua ni podía ser tomado en serio hasta que no produjese una obra a la altura de Don Quijote de la Mancha. Ante esta postura Stavans decidió improvisar una traducción de las primeras líneas de la novela. Al enterarse de esto, el editor del diario La Vanguardia, Sergio Vila-Sanjuán, le pidió una traducción del primer capítulo de dicha obra[55] que, cuando por fin se publicó, generó polémica y varias críticas negativas.
En 2015 se presentó una edición trilingüe otomí-español-inglés del Quijote en versión para niños. La traducción al otomí fue realizada por Raymundo Isidro Alavez y lleva por título Ndada Hongahogam'ui pa ya bätsi y al inglés por David Wright, Don Quixote for children. José Luis Romo Martín –oriundo de Hidalgo al igual que Alavez– ilustró la obra, utilizando 30 pencas de maguey deshidratadas, en las que plasmó imágenes de don Quijote, Sancho Panza, Rocinante y otros personajes de la novela. La obra pictórica del hidalguense será resguardada en el Museo Iconográfico de Guanajuato. El libro se publicó con el apoyo del Centro de Estudios Cervantinos, la Fundación de Cervantes en México, el Museo Iconográfico del Quijote, la Universidad de Guanajuato, el Gobierno del Estado de Querétaro, el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Gobierno del Estado de Guanajuato.
En 2016, con motivo de los 400 años de la muerte de Miguel de Cervantes, la Universidad Complutense de Madrid en colaboración con la Asociación La Otra Andalucía y Antonio Machado Libros iniciaron el proyecto “Quijote políglota” que tiene contemplado traducir la novela a 150 lenguas del mundo, entre ellas la variante del zapoteco del Istmo de Tehuantepec. El encargado de esta labor será Víctor Cata, que traducirá el “Capítulo xl” de la segunda parte. Entre los traductores de otros capítulos se encuentran Ignacio Silva, que dará forma a la versión en náhuatl, y Ruperta Bautista, quien lo vertirá al tsotsil.
Guanajuato se ha convertido en el epicentro del cervantismo en México, es el lugar donde confluyen museos, coloquios, centros de estudio y festivales en torno a Cervantes y su obra. El Museo Iconográfico del Quijote se fundó en 1987 en la Ciudad de Guanajuato, esta institución resguarda un acervo plástico proveniente de los cinco continentes, reunido por don Eulalio Ferrer a lo largo de su vida, son más de 850 piezas, la mayoría de expresión pictórica. Entre sus funciones está la de organizar año con año el Coloquio Cervantino Internacional. También fue a través del museo que se creó el Centro de Estudios Cervantinos, con la ayuda del Gobierno del Estado de Guanajuato, la Universidad de Guanajuato y la Fundación Cervantina de México, presidida por don Eulalio Ferrer Rodríguez.
El Coloquio Cervantino Internacional inició sus jornadas anuales en 1987 y desde ese año hasta la fecha se realizan continuamente en la capital del estado. Se compone de mesas redondas, ponencias, conferencias, cursos y espectáculos diversos en torno a la obra del escritor complutense. Por su constancia y las variadas perspectivas que le dan la participación de una gran cantidad de asistentes nacionales y extranjeros se ha convertido en uno de los más importantes coloquios a nivel mundial en lo que se refiere a estudios cervantistas.
Guanajuato también es la sede del famoso Festival Internacional Cervantino, que tuvo sus orígenes en las representaciones de los Entremeses Cervantinos popularizadas por Enrique Ruelas. En 1953 se llevó a cabo por primera vez la puesta en escena de dichos Entremeses en la Plaza de San Roque, que fungió como escenario natural de la obra. La dirección estuvo a cargo de Enrique Ruelas, que dirigió a un grupo de actores del Teatro Universitario. Las funciones tuvieron lugar los días sábado 28 y domingo 29 de marzo, se presentaron el primer día “La guarda cuidadosa” y “Los habladores” y el segundo, “El retablo de las maravillas”. Esa fue la primera de muchas puestas en escena de los Entremeses que con el tiempo se volvieron tradición, y el festejo creció de tal modo que en 1972, con apoyo del gobierno federal, dio lugar al primer Festival Internacional Cervantino, realizado del 29 de septiembre al 28 de octubre y así año tras años por las mismas fechas.
A partir del 2000 el comité organizador del festival tomó la decisión de designar anualmente a un estado de la República Mexicana y a un país extranjero como invitados especiales para presentar una muestra de su folclore. En el 2005 la ciudad fue declarada “Capital Cervantina de América”. Actualmente el Festival Internacional Cervantino es uno de los cuatro de mayor importancia en su género; reúne distintas expresiones artísticas, principalmente las referentes al teatro, y a exponentes nacionales junto a otros de diversas partes del mundo.
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