Enciclopedia de la Literatura en México

Indulgencia para todos

mostrar Introducción

Indulgencia para todos es una famosa comedia de Manuel Eduardo de Gorostiza. Dividida en cinco actos y escrita en verso, fue estrenada en el Teatro del Príncipe el 14 de septiembre de 1818 en Madrid, España, donde también se publicó por primera vez el mismo año. En México fue representada en el Teatro Principal en 1826 y editada en 1852 por la Imprenta de Vicente García Torres.

La comedia trata de cómo la familia de don Fermín de Peralta y algunos amigos de ellos llevan a cabo un plan para hacer creer a don Severo de Mendoza –un hombre intachable, intransigente y que no admite una sola falla en ningún aspecto– que ha cometido un error y entonces pueda aceptar las equivocaciones de las demás personas.

El estilo de Gorostiza es considerado neoclásico tardío, como se puede apreciar en sus estructuras dramáticas que conservan las llamadas unidades aristotélicas de acción, espacio y tiempo; sin embargo, como bien afirma Felipe Reyes Palacios, fue uno de los dramaturgos que fomentaron la pièce bien faite (pieza bien hecha) a la manera del francés Eugène Scribe, cuyo principal objetivo fue el éxito financiero mediante “un modelo dramatúrgico eficaz y de fácil asimilación por parte de públicos mayoritarios ávidos de diversión”.[1]

Con Indulgencia para todos, Gorostiza importó a la dramaturgia nacional un modelo de escritura neoclásica francesa que sólo era apreciable en nuestro país en las traducciones de piezas de Molière y del autor español Leandro Fernández de Moratín, cuyos caracteres y tópicos españoles eran más cercanos tanto a la aristocracia novohispana como a la naciente clase burguesa.

mostrar Gorostiza para todos: Entre Nueva España, España y México

Manuel Eduardo de Gorostiza nació en el puerto de Veracruz el 13 de octubre de 1789, hijo de los españoles Pedro Fernández de Gorostiza –gobernador de la provincia– y María del Rosario Cepeda. En 1794, tras la muerte de Pedro Fernández, María del Rosario Cepeda regresó a Madrid con sus hijos. Manuel Eduardo retornó a México en 1833, luego de haber servido a su país como diplomático en Europa, principalmente en Londres y Países Bajos. Murió en Tacubaya, Ciudad de México, el 23 de octubre de 1851. Gran parte de su obra literaria la escribió, publicó y la llevó a las tablas fuera de México, lo que ha dado pie a cuestionamientos sobre la inclusión de su obra dentro de las letras mexicanas. Algunos críticos como Armando de María y Campos lo han comparado por este hecho con Juan Ruiz de Alarcón –quien también desarrolló su obra en ambas naciones–, aunque reconoció que “sus mejores obras las escribió en Madrid o en Londres”.[2] Éste es el caso de su primera comedia original Indulgencia para todos.

Cuando esta obra fue escrita, Nueva España se encontraba en el último tercio de su periodo de Independencia, iniciado el 16 de septiembre de 1810 y finalizado el 27 de septiembre de 1821. En lo que se refiere a España, a causa de su gobierno absolutista, existía una lucha contra el rey Fernando vii, por lo que Gorostiza lo combatió. Debido a ello, fue desterrado y se dirigió a Londres. Al respecto, Joaquina Rodríguez Plaza ve en el personaje de don Severo una clara alusión al rey de España.[3]

En cuanto al panorama teatral, la pieza de Gorostiza es una clara sucesora de las obras neoclásicas del autor español Leandro Fernández de Moratín quien, a su vez, se apropió de Molière. La comedia neoclásica rescata las obras latinas de Menandro y Terencio principalmente por su carácter de universal, además de las llamadas unidades aristotélicas, extraídas en aquella época de la relectura a la Poética, que son: unidad de acción –sólo se sigue la acción de un solo personaje–; unidad de tiempo –toda la acción debe de suceder en un periodo no mayor a un día–; y unidad de lugar –la acción ocurre en un solo espacio–. Además de esto, la comedia neoclásica, según Moratín, “debe reunir las dos cualidades de utilidad y deleite, persuadido de que sería culpable el poeta dramático que no se propusiera otro fin en sus composiciones que el de entretener dos horas al pueblo sin enseñarle nada”.[4] De esta premisa resultan piezas con un carácter didáctico, de ahí que se les considere también dentro del género de “comedia de caracteres”, en las que un personaje es presentado con un vicio de carácter que será castigado hacia el final de la pieza, como sucede en las obras de Molière: Escuela de mujeres (1662), Tartufo (1664), El misántropo (1666), etcétera.

mostrar Indulgente comedia de caracteres

Indulgencia para todos es una comedia que narra, en cinco actos y en versos octosílabos, la visita que hace don Severo de Mendoza a la casa de don Fermín de Peralta con motivo de su matrimonio con doña Tomasa, hija de este último. Don Carlos, hermano de doña Tomasa y amigo de don Severo, teme que su hermana sea rechazada por don Severo debido a que éste no permite falta alguna en sus conocidos, pues él nunca se ha equivocado; por ello, don Carlos trama con su padre, la criada Colasa y el alcalde don Pedro de Arizmendi un plan para hacer pensar a don Severo que también él puede cometer errores y entonces así se vuelva indulgente con las personas.

Espacio

La estructura espacial de esta obra es de un espacio único dispuesto para la ficción “se figura en una villa pequeña de Navarra”, dentro “una sala de la casa de don Fermín, adornada con decencia, pero con muebles algo antiguos. Estará blanqueada solamente, con alguno que otro cuadro, etcétera, y ésta tendrá dos puertas, una que conduce a la entrada de la casa y será la del foro, y otra que conduce a las habitaciones de la familia”.[5] Éste es el espacio patente a lo largo de toda la obra. El espacio latente lo constituyen aquellas habitaciones familiares a las que hace referencia Gorostiza en su descripción del lugar. Hay que marcar que ni el espacio latente ni el ausente –la villa de Navarra, casa de don Pedro, casa de don Severo, y otros– cobran supremacía sobre el espacio patente dispuesto para que todos los sucesos importantes del drama sucedan a la vista del público.

La manera en que el autor plantea la distancia espacial es mediante una descripción icónica detallada de carácter realista, como se constata líneas arriba. El espacio siempre es percibido desde una perspectiva espacial objetiva como si el público fuera el observador omnisciente del drama.

Tiempo

En la concepción temporal del drama se puede encontrar la clara pertenencia de esta pieza a las normas neoclásicas, pues Gorostiza acotó que: “La acción principia a las seis de la tarde, y da fin a las doce del día siguiente”,[6] clara alusión a la unidad de tiempo aristotélica que indica que el conflicto de la obra debe suceder en un plazo no mayor a un día.

La pieza no presenta complicaciones en cuanto a la estructura temporal, pues se trata de manera lineal, apenas con algunas pequeñas elipsis entre cada acto, como aquella que ocurre al cerrar el acto segundo, en el que los personajes se disponen apenas a cenar: “Pues entonces,/ cenemos todos, que tarda/ a mi estómago este instante” y cuando abre el acto tercero, luego que la cena ha terminado: “La consecuencia no es buena / pues tú sabes que he cenado”.[7]

A su vez, la fábula de la obra se encuentra condensada para que doce horas de la narración sucedan aproximadamente en dos horas de escena, cuyo tiempo era la duración para las funciones en la época de estreno.

En cuanto a la distancia temporal de la fábula de la pieza con la época de su estreno, se puede decir que abarca una distancia simple correspondiente a un drama contemporáneo a 1818, en tanto que la obra retrata protagonistas, espacios y temas alusivos a ese periodo histórico.

Personajes

El reparto total de Indulgencia para todos se anuncia en el dramatis personae dado por Gorostiza: “don Fermín de Peralta, vecino de una villa de Navarra y padre de Tomasa y de don Carlos, amigo de don Severo de Mendoza, caballero vizcaíno, aunque con su familia establecida en Castilla, y tratando de casar con doña Tomasa. Don Pedro Arismendi, alcalde mayor del pueblo y amigo de don Fermín. Colasa, criada de doña Tomasa. Gaspar, criado de don Severo”.[8] El reparto asimismo anuncia las relaciones que desarrollarán los personajes entre sí y ofrece algunos rasgos de caracterización de los mismos; desde sus funciones dentro de Navarra, como el alcalde mayor, así como su estatus social en España, como es el caso de don Severo, caballero vizcaíno.

La pieza está subdividida en escenas marcadas por entradas y salidas de personajes, lo cual deja de relieve la configuración de las relaciones de los protagonistas y las dinámicas al interior de la escena, en las que los momentos dialogados ágiles van seguidos de soliloquios que, en ocasiones, retrasan la acción y detienen el ritmo de la obra, como señala en pie de página el soliloquio de don Severo en el acto ii, escena iv: “Toda esta escena se suprimió en la representación por parecer demasiado larga la comedia”.[9]

El personaje al que se le presta mayor cuidado en su caracterización es a don Severo que, desde el nombre, comienza a figurar su carácter inflexible ante los demás; en el acto primero, escena iii, don Carlos describe a su padre como:

DON CARLOS.













 
Don Severo de Mendoza
es un hombre a quien la sabia
naturaleza ha tratado
con tal indulgencia y con tanta
prodigalidad, que apenas
se encuentra entre las humanas
ciencias, una, no que ignore,
sino en que no sobresalga.
Su talento, aplicación
y lectura; su extremada
facilidad para cuanto
quiere aprender, y que allana
en su favor los escollos,
que a tantos detienen, causan
verdadera admiración.
DON PEDRO. ¿Qué edad tiene?
DON CARLOS.



 
Treinta y cinco.[…]
En fin, una sola mancha
desluce cuadro tan bello,
y un defecto es el que se halla
en él.
DON FERMÍN. ¿y cuál?
DON CARLOS. No tener Ninguno.[10]

Esta descripción que hace don Carlos del carácter de don Severo se confirmará con la aparición de este último en el acto segundo al correr a Gaspar, quien fue su criado por 10 años, debido a una pequeña falta que el sirviente cometió. Además el carácter rígido de don Severo se acentúa paulatinamente cuando dicho protagonista manifiesta su pensamiento a lo largo de la obra:

DON SEVERO.









 
Yo no soy
de ese parecer. El que anda
debe saber cómo pisa,
y si tropieza, que caiga
enhorabuena; pues torpe
el equilibrio no guarda.[…]
Perdone usted:
mi conducta es arreglada
a mis principios. Jamás
me separo de la raya
del deber.[11]

Los personajes lucharán contra el carácter de don Severo durante la obra para hacerlo creer que ha cometido un error y que con ello cambie su rigidez. Al final, don Severo recibe la lección y modifica su carácter, un hecho que lo convierte en un personaje complejo al entrar en conflicto cuando tiene que enmendar la falta incurrida:

DON SEVERO.




















 
¡Ya mi paciencia se apura!
No existe mayor tormento
que estar uno descontento
de sí mismo. ¡Qué locura
la de anoche, y qué vileza
al mismo tiempo! ¡Qué! ¿Es dable
que jugador miserable,
perdiera yo la cabeza,
hasta el punto de jugar
dinero que no era mío?
Y después de un desafío…
y después de enamorar
la novia de quien me debe
su primera educación!...
Pues, señor, en conclusión
soy un pícaro, un aleve.
¿Y era yo quien presumía
no tener ningún defecto?
¿Era yo el hombre perfecto?
Y al primer tapón… Daría
cuanto tengo y tener puedo
por morirme ahora, ahora…[12]

Por último, don Severo se entera de la trampa en que cayó, asume su enseñanza y deja de ser inflexible para ser indulgente y aceptar a las personas con todo y sus errores. Esta compleja caracterización de don Severo lo constituye como el personaje principal de toda la comedia, pues él es quien posee el vicio que ha de ser sancionado y corregido por la sociedad, que son el resto de los personajes. Este género de comedia es descrito por Moratín como: “comedia de carácter […] aquélla en que todos los interlocutores, obrando según el carácter conveniente que les dio el poeta, según las pasiones e intereses que son verosímiles en ellos, causan la acción, su progreso, nudo y catástrofe”.[13]

Dentro de esta estructura genérica también se presenta el protagonista cómico en la figura de Colasa, la criada, que, parlanchina, es obligada a callar para que no revele antes de tiempo todo el plan contra don Severo. Sin embargo, Colasa pierde su carácter cómico.

Conviene resaltar la función pragmática de don Pedro de Arizmendi, quien es la autoridad moral de la comedia por ser el alcalde mayor de Navarra y, además, por retratar el pensamiento e intención del autor sobre el tema:

DON PEDRO.


















 
Ahora bien, yo me inclinara
a que inventásemos juntos
un buen ardid, que de chanza
tuviese el nombre, que fuese
una lección que enseñara
a ese filósofo grave,
que todos a igual distancia
están de la perfección,[…]
¡Ay, don Fermín! ¡y cuán poco
conoce usted nuestra humana
flaqueza! ¿Usted se figura
que se curan con palabras
los ridículos, los vicios
que la educación arraiga
en nosotros? ¿Usted piensa
que una obra cimentada
por el tiempo y la costumbre,
se destruye o desbarata
con retóricos discursos?
Pues no, amigo, usted se engaña.[14]

Cabe mencionar que, pese a que la obra está construida en versos, todos los personajes mantienen un mismo ritmo y construcción sintáctica sin llegar a manifestar por medio de ella una idiosincrasia propia que distinga a unos personajes de otros.

mostrar Severa crítica para indulgentes

El testimonio más próximo al estreno de la comedia en cuestión es el que rescata Armando de María y Campos del libro de Emilio Cotarelo y Mori, Isidoro Maíquez y el teatro de su tiempo (Madrid, 1902), una biografía del actor cartaginés Isidoro Maíquez:

Como el hacer caer a don Severo es el resultado de una conjuración tramada por la familia, con quien va a emparentar, sólo hasta cierto punto es admisible la conclusión que obtiene el poeta de la necesidad de indulgencia general, y sólo bajo cierto y muy limitado aspecto, resulta don Severo excesivamente severo con todos y aun consigo mismo. Por lo demás y en cuanto al arte, la comedia es de lo que no se había visto desde Moratín, y en ese elevado lugar la conserva la posteridad.[15]

No obstante, la mayor parte de la crítica señala comentarios desfavorables a Indulgencia para todos. Mariano José de Larra afirmaba que la dramaturgia de Gorostiza:

ya en otra ocasión hemos dicho que estos lances en que varios personajes fingen una intriga para escarmiento de otro son incompletos y conspiran contra la convicción que debe ser el resultado del arte.[16]

 La debilidad en la construcción del carácter de los personajes fue criticada, también, por Marcelino Menéndez Pelayo:

En Gorostiza son triviales las moralidades, figurones sin consistencia los caracteres, y la acción tan pobre, que en un repertorio tan reducido, no más de cinco piezas originales, ha encontrado el autor modo de repetir cuatro veces el mismo recurso dramático, que es por cierto de los más artificiales y contrarios a la verosimilitud, el de introducir una comedia dentro de otra, haciendo que varios personajes se pongan de acuerdo para dar una broma o una saludable lección al protagonista.[17]

Es la idea de la trampa que se pone al personaje principal para escarmentarlo lo que también llevó a Rodolfo Usigli a escribir que la obra es ilógica en sí misma pues: “Un verdadero carácter, al enterarse de que sólo ha sido objeto de una broma gruesa y de mal gusto, plantaría a la novia y su familia y se volvería a su casa con sus convicciones, con sus ideas, con su sangre en estado de pureza”[18] Asimismo añadió:

En principio, Gorostiza es un falso neoclásico, quiero decir que, en la proyección universal de los estilos, existen los clásicos griegos, que lo son por su clase, su vitalidad y su presentismo, por sus referencias directas con la vida y con lo vivo; y existen los neoclásicos latinos, que lo son por cuanto parten de un punto libresco y erudito y porque el proceso de su obra no es de creación sino de re-creación a la manera del autómata de Descartes o de la cirugía plástica aunque, en realidad, en ellos se origine la comedia de caracteres por el traslado del carácter, que en Grecia sólo existió en la tragedia, al marco más elástico de la comedia. Hay, luego, los clásicos no universales sino locales, correspondientes a cada país (Racine, Molière, Jonson, etcétera), que en una perspectiva universal, y por sus virtudes, podrían considerarse en rigor como neoclásicos también. Y hay, en fin, los copistas y reproductores moralizantes y escuetos del neoclasicismo, que vendrían a ser los pseudoneoclásicos. A éstos pertenece Gorostiza por el tiempo y el método.[19]

Esta crítica severa de Usigli proviene también de la mala imagen que tiene la escritura del francés Eugène Scribe, creador de la piéce bien faite y famoso por sus vodeviles, del que Gorostiza hizo diversas traducciones y refundiciones a lo largo de su carrera. Este tipo de escritura, como bien afirma Reyes Palacios, “postergaba la nobleza de miras del neoclasicismo y la Ilustración”,[20] en aras de un teatro “cuyo objetivo primordial es el éxito financiero”. En cambio, para Mario Mariscal, en su “Prólogo” a Indulgencia para todos, “es una obra excelente; tan buena, que hace casi imposible admitir que sea la creación de un primerizo”.[21]

Finalmente, Felipe Reyes Palacios señala que Gorostiza fue:

Hábil en el manejo de los roles tradicionales, como la criada de la comedia española y el raissonneur del teatro francés, lo mismo que en el de algunos recursos de probada eficacia cuando se le administraba adecuadamente, como los apartes que preceden al encarcelamiento, Gorostiza le infundía a la escena española un sentido del humor del que ésta carecía por el momento (como es patente en Moratín), en una primera comedia suya donde la crítica reconoció la estirpe clásica.[22]

mostrar Bibliografía

Gorostiza, Manuel Eduardo deIndulgencia para todos, pról. de Mario Mariscal, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1994.

----, Teatro selecto, pról. de Armando de María y Campos, México, D. F., Porrúa, 1957.

Fernández de Moratín, Leandro, Obras de Leandro Fernández de Moratín dadas a luz por la Real Academia de la Historia, Comedias originales, Madrid, Imprenta de Aguado, t. ii, 1830.

María y Campos, Armando deManuel Eduardo de Gorostiza y su tiempoMéxico, D. F., Talleres Gráficos Nacionales, 1959.

Reyes Palacios, Felipe, “La teoría y crítica neoclásica de la comedia en la época de Moratín y Gorostiza”, Tramoya, núm. 81, octubre-diciembre, 2004, pp. 65-80.

----, Manuel Eduardo de Gorostiza en su contexto dramatúrgico, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto de Investigaciones Filológicas, 2009.

----, “Manuel Eduardo de Gorostiza, introductor de la pièce bien faite en México”, en Actas del xvi Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, AIH/ Iberoamericanas, 2010.

Rodríguez Plaza, Joaquina, “Notas sobre la vida y obra de Manuel Eduardo de Gorostiza”, en Óscar Mata (coord.), En torno a la literatura mexicana, México, D. F., Universidad Autónoma Metropolitana-A/ División de Ciencias Sociales y Humanidades, 1989.

Usigli, Rodolfo, “Manuel Eduardo de Gorostiza, hombre entre dos mundos”, en Teatro completo iv. Escritos sobre la historia del teatro en México, México, D. F., Fondo de Cultura Económica (Letras Mexicanas), 1963.

mostrar Enlaces externos

Spell, J. R., “Indulgencia para todos, en Austria y Alemania”, Revista Iberoamericana, (consultado el 7 de noviembre de 2014).

Speratti Piñero, Emma Susana, “El teatro neoclásico en la literatura mexicana: Indulgencia para todos, de Manuel Eduardo de Gorostiza”, Revista Iberoamericana, (consultado el 7 de noviembre de 2014).

Comedia original en cinco actos
* Esta contraportada corresponde a la edición de 1818. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


Manuel Eduardo de Gorostiza (1789-1851) fue militar, político y dramaturgo, que en 1793 se dirigió a España, en donde permaneció hasta 1824, año en que fue desterrado por sus ideas liberales. Viajó entonces por Europa, viviendo de sus artículos periodísticos. Fue entonces cuando publicó cuatro comedias: Indulgencia para todos, Tal para cual, Las costumbres de antaño y Don Dieguito. En 1833 volvió a México, ocupó varios cargos públicos y fundó el Hospital de los Pobres, al mismo tiempo que seguía cultivando el género dramático. Este volumen, que cuenta con un amplio prólogo de Mario Mariscal, incluye la que es considerada primera pieza teatral de Gorostiza: Indulgencia para todos, que, al parecer de los entendidos, ?es tan buena, que se hace casi imposible admitir que sea la creación de un primerizo?.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 1994. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


 

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