2016 / 05 dic 2017
Sor Juana Inés de la Cruz escribió Los empeños de una casa por encargo de los marqueses de la Laguna, en el año de 1683. La obra retrata los intentos de los hermanos Don Pedro y Doña Ana por conquistar a sus respectivos prospectos amorosos: Doña Leonor y Don Carlos. El conflicto radica en que los pretendidos se encuentran enamorados entre sí. La obra pertenece al género de las comedias de capa y espada, en donde los protagonistas forman parte del mundo de la corte y se baten a duelo por el amor de una dama. Puede distinguirse la apropiación de Pedro Calderón de la Barca, el dramaturgo más admirado por la monja, a quien homenajea al jugar con el título de una de sus obras: Los empeños de un acaso (1639). La comedia de nuestra autora aparece en el Segundo volumen, publicado en Sevilla en 1692. Un indicador del éxito que tuvo en su momento es su representación en la provincia más lejana de Nueva España, Manila, Filipinas, en 1709.
El 4 de octubre de 1683 se representó por primera vez Los empeños de una casa, reconocida como la obra más rica del teatro barroco novohispano. La comedia fue un encargo de los virreyes, condes de Paredes y marqueses de la Laguna de Camero Viejo, Tomás Antonio de la Cerda y María Luisa Manrique de Lara, para conmemorar la entrada del arzobispo Francisco Aguiar y Seijas a la Ciudad de México. Al respecto, estudios como los de Hernández Araico sugieren fechas posteriores, con motivo de una ocasión celebratoria “entre el nacimiento y el primer cumpleaños del primogénito de los virreyes”.[1]
Los empeños de una casa es uno de los escasos ejemplos íntegros que se conservan de un festejo teatral del siglo xvii. La fiesta barroca novohispana se caracterizaba por ser un magno espectáculo compuesto por diversas manifestaciones dramáticas. En este caso el conjunto consiste en una comedia en tres actos o jornadas, acompañada por una loa introductoria, dos sainetes entre jornadas (cada uno precedido por una letra cantada) y un sarao a modo de alegre conclusión.
El espectáculo se compone principalmente por la comedia de capa y espada, género clásico del teatro del Siglo de Oro que suele relatar las peripecias de damas y caballeros galantes involucrados en duelos, enredos e intrigas pasionales. Abre la ceremonia una loa alegórica que busca elogiar a los presentes y se dirige directamente a los virreyes. Sirven de conexión entre las distintas partes del festejo las letras cantadas que, de igual manera, expresan alabanzas a la marquesa y su hijo. Los sainetes acompañan el desarrollo dramático de la comedia para dar un respiro a los espectadores y permitir que se realicen los cambios escenográficos necesarios. Por último, el sarao recoge el sentimiento festivo de la velada al halagar a sus invitados y anfitriones con un baile celebratorio.
La obra demuestra que sor Juana es digna heredera de la tradición teatral de Calderón de la Barca. Su estilo refleja la influencia del dramaturgo español en su lenguaje retórico, sus intrigas rebuscadas y sus versos artificiosos. En ambas aparece un criado que se viste de mujer para pasar desapercibido, una protagonista que es perseguida y una serie de intrigas propias del género que sor Juana transforma para lograr una versión propia a la altura del original.
Siguiendo la preceptiva escrita por Lope de Vega en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, la métrica que compone la obra cambia para dar un sentido particular al contenido que expresa; incluso en el sarao esta variedad genera un efecto distinto para cada nación que integra el baile: “así los españoles emplean el villancico, los negros coplas, los italianos versos de arte mayor (decasílabos y dodecasílabos) y los mexicanos romancillos hexasilábicos”,[2] apunta Aurelio González.
El argumento retrata el pentágono amoroso que se genera entre sus protagonistas principales, cuyos equívocos y engaños son la base para el conflicto dramático; la obra es un claro reflejo de las comedias de enredo españolas que mostraban los valores reinantes en la sociedad cortesana y de los galanteos palaciegos que en ella afloraban.
Doña Leonor y Don Carlos forman la única pareja de amor correspondido, alrededor de la cual existen otros enamorados menos dichosos. Doña Leonor es cortejada por Don Pedro, quien pone en marcha el conflicto con un engaño pasional. Don Carlos es pretendido por Doña Ana, hermana de Don Pedro y cómplice de la estafa. Doña Ana es a su vez rondada por su fiel Don Juan.
Gracias a una serie de estratagemas y confusiones, los distintos cortejos encuentran solución privilegiándose el amor verdadero frente a la amenaza del matrimonio forzado. En el rol de coadyuvantes encontramos a Celia, la criada de doña Ana, y a Castaño, criado de don Carlos.
En uno de los pasajes más celebrados de la comedia, Castaño demuestra su lealtad al vestirse de mujer para hacerse pasar por doña Leonor y así ayudar a don Carlos a recuperar a su amada. La transformación ocurre delante de los espectadores, a quienes sor Juana convierte en interlocutores:
CASTAÑO:
¿Qué les parece, Señoras
este encaje de ballena?
Ni puesta con sacristanes
pudiera estar más bien puesta.
Es cierto que estoy hermosa.
¡Dios me guarde, que estoy bella!
Cualquier cosa me está bien,
porque el molde es rara pieza.[3]
[...] y vamos ya, que encerrada
se malogra mi belleza
Temor llevo de que alguno
me enamore.[4]
Castaño genera una caricatura de la femineidad virreinal, una imagen de la que algunos estudios han derivado una lectura de género. Igualmente la figura de Doña Leonor, cuya belleza e inteligencia son inenarrables, escapa del prototipo de la dama joven tan predominante en el teatro de la época. Varias veces se han planteado paralelismos entre Doña Leonor y sor Juana, estas disertaciones aluden, ante todo, a la descripción que el personaje hace de sí misma en la primera jornada.
Escrita para representarse dentro de palacio, Los empeños de una casa es parte de un teatro intrínsecamente ligado a la corte. La fastuosidad de las puestas en escena del teatro culto se constata en los registros que de ellas existen: elaborados vestuarios, músicos y complejas coreografías aderezaban la representación. Resulta curioso que este agasajo teatral haya eludido a la persona a quien estaba dedicado; el arzobispo Francisco Aguiar y Seijas no estaría presente la noche del estreno, pues se dice que, además de ser misógino, odiaba el teatro y prefirió no asistir a la comedia.
Los críticos actuales y de la época alaban por igual la calidad de Los empeños de una casa. Para Octavio Paz “la comedia cautiva el interés del espectador por su ritmo veloz, casi cinematográfico”.[5] Julio Jiménez Rueda apunta como una de sus grandes aportaciones el lograr un estilo donde “la apariencia substituía a la realidad”.[6] Tal fue su popularidad que tan sólo veintiséis años después de su estreno, sería montada al otro lado del mundo. La obra tuvo su debut en el territorio novohispano del sureste asiático en 1709, presentándose la comedia en Manila, Filipinas como cierre de las celebraciones por el nacimiento del infante Felipe Pedro, hijo del rey Felipe v.
Bances Candamo, Francisco, Theatro de los theatros de los passados y presentes siglos, ed. de Duncan W. Moir, Londres, Tamesis Books, 1970.
Cruz, sor Juana Inés de la, Los empeños de una casa, pról. de Julio Jiménez Rueda, 3ª ed., México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México (Biblioteca del Estudiante Universitario; 14), 1991.
----, Los empeños de una casa. Amor es más laberinto, ed. de Celsa Carmen García Valdés, Madrid, Cátedra (Letras Hispánicas), 2010.
----, Obras completas. Comedias, sainetes y prosa, ed., introd. y notas de Alberto G. Salceda, México, D. F., Fondo de Cultura Económica (Biblioteca Americana), t. 4, 1994.
----, Teatro profano, ed. de Francisco Monterde, México, D. F., Intercontinental, 1946.
González, Aurelio, “Construcción teatral del festejo barroco: Los empeños de una casa de sor Juana”, en Anales de Literatura Española, núm. 13, 1999, pp. 117-126. Repositorio Institucional de la Universidad de Alicante, (consultado el 8 de enero de 2016).
María y Campos, Armando de, “El teatro de sor Juana Inés de la Cruz en Manila en 1709”, México en la Cultura, supl. dominical de Novedades, núm. 145, 1951.
Paz, Octavio, Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, 3ª ed., México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 1983.
Bellini, Giuseppe, “L’umorismo, arma femminista nel teatro di Sor Juana”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, (consultado el 8 de enero de 2016).
----, “El teatro profano de sor Juana”, Anuario de Letras, vol. 5, 1965. Portal de Revistas Científicas y Arbitradas de la Universidad Nacional Autónoma de México, (consultado el 8 de enero de 2016).
Cañas Murillo, Jesús, “Los recursos del amor en las comedias de Sor Juana Inés de la Cruz”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, (consultado el 18 de enero de 2016).
Chang-Rodríguez, Raquel, “Relectura de Los empeños de una casa”, Revista Iberoamericana, núms. 104-105, vol. xliv, julio-diciembre, 1978, pp. 409-419, (consultado el 18 de enero de 2016).
Hernández Araico, Susana, "Problemas de fecha y montaje en Los empeños de una casa de Sor Juana Inés de la Cruz", Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, (consultado el 8 de enero de 2015).
En esta colección, con la que se procura dar a conocer la historia y la cultura mexicanas, no podia faltar la presencia de sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), mujer de ingenio extraordinario, que ha sido considerada como la mejor poetisa de habla castellana. Nuestra autora ha sido mejor reconocida por sus excelentes poesías líricas que por su obra dramática, sin embargo, dentro de este último género cuenta con excelentes piezas, como son : El Divino Narciso, auto sacramental digno de figurar al lado de los que escribiera Pedro Calderón de la Barca; Los empeños de una casa, Amor es más laberinto- escrita en colaboración con Juan de Guevara- y otros dos autos sacramentales : El cetro de José y San Hermenegildo, Mártir del Sacramento.
En esta ocasión, la Biblioteca del Estudiante Universitario presenta, con prólogo de Julio Jiménez Rueda, Los empeños de una casa, comedia de enredo, ingeniosa y ágil, junto con el sainete que era repesentado en el intermedio de la segunda a la tercera jornadas.
En esta colección, con la que se procura dar a conocer la historia y la cultura mexicas, no podía faltar la presencia de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), mujer de ingenio extraordinario, que ha sido considerada como la mejor poetisa de habla castellana. Nuestra autora ha sido mejor conocida por sus excelentes poesías liricas que por su obra dramática; sin embargo , dentro de este último género cuenta con excelentes piezas, como son: El divino narciso, auto sacramental que ha merecido figurar al lado de los que escribiera Pedro Calderón de la Barca.