Al igual que Antonio Caso en 1910 y que Justo Sierra a finales del siglo XIX, Ignacio Manuel Altamirano (1834- 1893) fue en su época un fecundo animador de los medios y los modos de nuestra cultura. Apenas desaparecido el imperio de Maximiliano, él propició la reconciliación de los escritores de todos los bandos, reformó la novela nacional, desarrolló una magnífica labor periodística y mostró cualidades de gran orador. Ingresa ahora en la Biblioteca del Estudiante Universitario, uno de los escritores que prolongaron la firme adhesión a lo mexicano, emprendida por Fernández de Lizardi. Para este volumen, Antonio Acevedo Escobedo recogió fragmentariamente algunos ejemplos de la prosa de Altamirano, precediéndolos de un interesante prólogo. |
Al igual que Antonio Caso en 1910 y que Justo Sierra a finales del siglo XIX, Ignacio Manuel Altamirano (1834- 1893) fue en su época un fecundo animador de los medios y los modos de nuestra cultura. Apenas desaparecido el imperio de Maximiliano, él propició la reconciliación de los escritores de todos los bandos, reformó la novela nacional, desarrolló una magnífica labor periodística y mostró cualidades de gran orador. Ingresa ahora en la Biblioteca del Estudiante Universitario, uno de los escritores que prolongaron la firme adhesión a lo mexicano, emprendida por Fernández de Lizardi. Para este volumen, Antonio Acevedo Escobedo recogió fragmentariamente algunos ejemplos de la prosa de Altamirano, precediéndolos de un interesante prólogo. |