A mediados del siglo xx empezaron a rescatarse en México las obras literarias de algunos escritores modernistas, así como artículos y ensayos sobre crítica relacionados con el movimiento estético que los unía. No sucedió así, sin embargo, con las polémicas que suscitó, y que aparecieron en diversas publicaciones periódicas desde 1876 hasta 1907. "De ahí la idea de conformar el presente volumen —aclaran las compiladoras Belem Clark de Lara y Ana Laura Zavala Díaz—, donde quisimos integrar cronológicamente la mayor cantidad posible de materiales, con el fin de documentar la construcción del Modernismo mexicano".
En un momento histórico en el que prevalecían los discursos hegemónicos nacionalistas, las cartas de los modernistas y de sus detractores, provocadoras casi siempre, se centran en temas como la relación que guarda la literatura propia con las que vienen de fuera; el servicio que deben dar los escritores a las masas, o la pertinencia de llamar "decadente" a una escuela literaria. Otros documentos dan cuenta del surgimiento de la Revista Azul y de la Revista Moderna.
Se recorren así las diferentes etapas del Modernismo: la primera aparece con Manuel Gutiérrez Nájera, que hace una proclama del modernismos con la defensa del amor y el espíritu frente al escepticismo y materialismo de la época, con la exaltación de la búsqueda de la belleza como ideal supremo, y con la reivindicación de la influencia de obras extranjeras. La segunda etapa está protagonizada por los decadentistas que representaron el hastío, la duda existencial de fin de siglo, con José Juan Tablada a la cabeza. Y finalmente la generación autodenominada "modernistas sólo en el amplio sentido de la palabra", donde se encontraban Alfonso Reyes y Manuel Gamio, la cual se volvió contra el "discurso hegemónico, ahora modernista, en busca de renovadoras formas de expresión del espíritu nacional".