2016 / 08 nov 2018 12:17
Pegaso fue una revista de variedades publicada en la Ciudad de México en 1917. Cubrió varios temas del momento e incluía una sección donde tuvieron cabida los escritores de la transición entre Modernismo y Posmodernismo. Su giro no era exclusivamente literario, pues la intención era tener sustentabilidad, lo que no se habría logrado sin diversidad temática. Enrique González Martínez, Ramón López Velarde y Efrén Rebolledo, tres reputadas figuras del momento, fueron sus fundadores y directores. Según lo refiere el propio González Martínez en una carta a Alfonso Reyes, el impulso inicial se debía a un interés puramente artístico y a la comunión de visiones.[1] A pesar de no tener una declaración de principios ni un manifiesto, la postura estética es patente en la selección de materiales y colaboradores; además, algunas tendencias estéticas, como el “coloquialismo”, y grupos literarios del momento, como el Ateneo de la Juventud y el grupo de la revista Nosotros (1912-1914), tuvieron un escaparate en Pegaso. Esta “magazine de actualidades con literatura”, según la define la introducción a la edición facsimilar del Fondo de Cultura Económica, alcanzó los veinte números.
En un México asediado por la lucha armada, la experiencia previa demostraba que un enfoque únicamente literario estaba condenado al fracaso, como lo podían corroborar la desaparición de Gladios y La Nave, así que en su contenido se intercalaron la información periodística, las variedades de entretenimiento, los deportes y la cultura. El diseño fue enriquecido con fotografías, caricaturas y material ilustrativo. Los pintores destacados que colaboraron fueron Saturnino Herrán, Antonio Gómez, Francisco de la Torre, Germán Gedovius y Leandro Izaguirre. Se tomaron materiales fotográficos del A.B.C. de Madrid, del Life y del Mercurio de Nueva York. Ningún número llevaba índice y eran comunes los errores en créditos y la falta de citación de ciertas fuentes, sobre todo en las traducciones. Las secciones que conformaban Pegaso eran: “La actualidad”, “Arte colonial”, “Ajedrez”, “Crónica”, “Cuento semanal”, “Deportes”, “La gran guerra”, “Libros y revistas”, “Puntos de vista”, “Teatro y Cines”, “Variedades”, “Vida artística y literaria”. En los primeros números, aparecieron al principio crónicas, seguidas por cuentos y poemas inéditos. En algunas otras ediciones se le dio más importancia a “La actualidad”.
Perspectivas del arte y la política
Durante la vida de Pegaso, Jesús B. González, bajo el seudónimo de Buffálmaco, compartió reseñas de los espectáculos en los teatros Colón, Abreu, Ideal, y otros; además de varias películas. La entonces incipiente industria cinematográfica nacional dependía de los modelos temáticos que en ese tiempo estaban en boga en Europa, por lo que Jesús B. González consideraba que aún era necesario hacer venir del Viejo Mundo a los directores artísticos para asegurar la calidad de las obras filmadas en México. Otro crítico destacado en Pegaso fue Jesús Villalpando.
En el tenor político se da seguimiento a los temas de la Primera Guerra Mundial (desde un sesgo aliadófilo), la Revolución rusa y la intervención aliada de los Estados Unidos; por otra parte se pasa prácticamente en silencio la Revolución mexicana, causa de la desestabilización social y gubernamental que sufría el país en ese momento. La única excepción es un artículo anónimo acerca del zapatismo y su desaparición. Llaman la atención los poemas de abierta temática política del poeta belga Verhaeren, dedicados a Alemania y a sus congresistas; un año antes, en la Revista de Revistas, López Velarde reseña a éste positivamente y aprovecha para enfatizar la importancia de la conciliación del tema poético y del filosófico sin que el uno absorba al otro.
Pegaso contaba también con la sección “Historia de México”, donde colaboraron Genaro Estrada, Mariano Silva y Luis González Obregón. Manuel Toussaint, por su parte, difundió la riqueza arquitectónica del México colonial. Se publicaron entrevistas a Salvador Rueda y a Francisco Villaespesa; se consignó también la visita del escritor argentino Manuel Baldomero Ugarte a nuestro país.
Según González Martínez, uno de los criterios editoriales era sólo publicar textos inéditos y no aceptar ninguna colaboración no requerida, incluso si se trataba de textos valiosos. La lista de colaboradores nos ofrece, a causa de las distintas promociones literarias presentes, una disección de la actividad cultural de la época. Colaboran escritores que se relacionan con el Ateneo de la Juventud, como Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Julio Torri, Rafael López, Manuel de la Parra, Carlos González Peña, Genaro Fernández McGregor, Alejandro Quijano, Mariano Silva y Aceves y Eduardo Colín. Del grupo de la revista Nosotros (1912-1914), contribuye en Pegaso Francisco González Guerrero. De la generación de 1915 figuran Alfonso Caso, Antonio Castro Leal y Manuel Toussaint. El Colonialismo, movimiento formal aparecido en 1917, tiene sus representantes en Alfonso Cravioto, Artemio del Valle-Arizpe y el mencionado Toussaint. Adicionalmente, encontramos a autores de la talla de Amado Nervo, Luis G. Urbina, José Juan Tablada, Salomón de la Selva y Renato Leduc. Antonio Caso publica reseñas de las obras filosóficas de Émile Boutroux, Henri Bergson y José Enrique Rodó.
Entre quienes practicaron la crónica encontramos a diferentes autores como Genaro Estrada, Manuel Toussaint, Manuel de la Parra, Lázaro P. Feel y Esteban Flores. Sobresalen las de Rafael Cabrera y Ramón López Velarde, quien destaca la presencia de la ciudad, aunque siempre volviendo a la provincia, reconociendo los gestos de las muchachitas al cruzar la calle porque conservan la beatitud de las celebraciones caseras en el terruño. También en sus colaboraciones en Pegaso es donde López Velarde consigna que conoció a Salvador Díaz Mirón, el autor de Lascas (1901).
Imagen 1. Portada de Pegaso, núm. 1, 8 de marzo de 1917, p. 1. Fotografía tomada de la Biblioteca Virtual Cervantes.
Cabe recalcar que los poemas de López Velarde aparecen con el mismo realce y muchas veces en la misma página que los de González Martínez, quien era considerado el poeta del momento. El poeta zacatecano publicó algunos adelantos de su libro mayor, Zozobra. Fernández Ledesma y Francisco González de León, dos influencias de López Velarde, contribuyen con poemas de provincia; Amado Nervo publicó poemas de Elevación, editado en 1916. Paralelamente, contribuyen con cuentos Manuel Toussaint, Carlos González Peña, José López Portillo y Rojas, Julio Torri, José D. Frías, Antonio Castro Leal y Enrique González Martínez.
En cuanto a las letras propiamente dichas, la presentación de la edición facsimilar del Fondo de Cultura Económica nos dice lo siguiente:
Los poetas del momento son dos de sus directores: González Martínez y López Velarde; la tónica poética, la del último modernismo. La prosa, aunque representada con excelencia por López Velarde y Julio Torri, aún no abandona en otros casos cierto acartonamiento posromántico. No surge todavía la revivificadora prosa revolucionaria.[2]
En el número 16, aparecido en junio de 1917, López Velarde, convencido de su “virtud apolínea”, declaró que apreciaba el trabajo literario de los jóvenes José Antonio Muñoz, Martín Gómez Palacio y Carlos Pellicer Cámara. Anteriormente ya había aparecido, en la sección “Poemas Inéditos”, una selección de “Los poetas jóvenes de Pegaso”, donde figuraban José M. Solís, Jaime Torres Bodet y los antes citados Gómez Palacio y Pellicer. En el vigésimo y último número fueron presentados, en la misma sección, bajo el título de “Los poetas jóvenes”, textos de Miguel Martínez-Rendón, y de los cuatro incluidos en la ocasión anterior. Cabe destacar que, sobre todo Torres Bodet y Pellicer, se convirtieron en figuras representativas de la literatura mexicana en el curso del siglo xx.
Entre los escritores latinoamericanos que aparecieron en Pegaso destacan la chilena Gabriela Mistral y el cubano Mariano Brull. De Francis Jammes aparecieron los textos “El Paraíso”, vertido a nuestra lengua por Manuel Toussaint y “Meditación sobre el bautismo”, “El asno del Domingo de Ramos” y “Ronsard” traducidos por González Martínez. Algunas secciones del “Gaspar de la Nuit”, de Aloysius Bertrand, fueron vertidas por Rafael Cabrera. La prosa “Por lo que pelea Francia”, de René Viviani, figura en versión del poeta de La muerte del cisne. Eça de Queiroz contribuye con “El juicio de Jesús”, cuyos créditos de traducción no se especifican. Alfonso Reyes entrega una versión de un fragmento de “Ortodoxia”, de Chesterton. Los poemas “Al pueblo alemán” y “Al Reichstag”, de Verhaeren, aparecen en versión de José D. Frías. “La Revancha. De relatos de la guerra” del Gral. Bruneau, es traducido por Fco. Verdugo Fálquez. Por otra parte, no aparecen los créditos para las versiones en castellano de “Los cosacos” de Sasha Koprotkin, “El gentilhombre enfermo” de Giovanni Papini, “La virgen de los Ángeles (al margen de los Evangelios)” de Julio Lemaitre, ni para la crónica de guerra, “Los gases mortíferos”, de Pierre Loti.
La selección de autores es también un catálogo de apropiaciones patentes en la obra de los involucrados en Pegaso. Eduardo Colín contribuye desde Guatemala con una defensa de la obra de Jules Laforgue, lectura compartida con otros colaboradores, como López Velarde. Llama la atención también la presencia de autores católicos y textos con temática religiosa (Lemaitre, Papini, James), seña de la propia filiación de los fundadores y de otros escritores de la época, como Fenández Ledesma y González León.
Para establecer con mayor claridad la estética de la revista, quizá es útil analizar la carta abierta que Alfonso Reyes dirige a González Martínez en abril de 1917 (también publicada en Pegaso), donde insiste en la importancia de equilibrar las tendencias de vanguardia con la preceptiva clásica:
A imitación de algún maestro, hoy los escritores van perdiendo el resuello, la respiración honda y adormecedora –que acaso pecó de oriental– de nuestra frase. Y bien está la frase cortada cuando evoca el fulminazo del rayo; pero no cuando se arrastra entre hipos penosos, como un viejo que va tosiendo y acusa la escasa fisiología del escritor. No; combinemos los dos criterios. En la norma racional y objetiva aunque ella importe repeticiones, inevitables en todo desarrollo hagamos campo a las palpitaciones de lo individual caprichoso, y aun al inarticulado grito del ‘futurista’.[3]
Vale la pena agregar que, además de la amistad con González Martínez, Reyes tenía gran interés en colaborar en Pegaso, dadas la posición privilegiada de la revista y la necesidad del autor de Sol de Monterrey de permanecer activo en los medios mexicanos, pues en ese momento, el tumulto de la Revolución lo mantiene exiliado en España.
En el número 13 aparece una nota para el público, disculpando a la dirección por el atraso en la aparición de la revista y por las erratas y defectos de impresión; en adelante, según los redactores, “Pegaso aparecerá [...] con toda regularidad, mejorado notablemente en cuanto a su parte tipográfica se refiere”. En otros números se hacen apuntes al respecto, lo cual puede ser un indicio de la constante preocupación por los fondos y la sustentabilidad de la revista. A pesar de los esfuerzos por abarcar un amplio público, la carencia de recursos dio fin a este órgano informativo después del vigésimo número; sin embargo, a causa de su perfil literario Pegaso representa la transición entre Modernismo y Posmodernismo en México.
García Barragán, Elisa y Luis Mario Schneider, Ramón López Velarde. Álbum, 2ª ed., México, D. F., Instituto de Cultura de la Ciudad de México/ Instituto de Cultura de San Luis Potosí/ Instituto Zacatecano de Cultura. Ramón López Velarde/ Seminario de Cultura Mexicana/ Universidad Nacional Autónoma de México, 2000.
González Martínez, Enrique, Obras. Prosa, 2 ts., México, D. F., El Colegio Nacional, 2002.
Pegaso, México, D. F., Fondo de Cultura Económica (Revistas Literarias Mexicanas Modernas), 1979.
Martínez, José Luis, “La literatura”, en México. Cincuenta años de Revolución, pról. de Adolfo López Mateos, México, D. F., Fondo de Cultura Económica (Vida y Pensamiento de México), 1963.
“Pegaso”, en Diccionario de literatura mexicana. Siglo xx, 2ª ed., coord. de Armando Pereira, colab. de Claudia Albarrán, Juan Antonio Rosado y Angélica Tornero, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México/ Ediciones Coyoacán, 2004, pp. 367-369.
Fernández, José Ángel, “López Velarde, Pegaso y su nostalgia por la provincia”, en Revista de Literatura Mexicana, núm. 2, vol. xiv, 2003, Portal de revistas científicas y arbitradas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Web, (consultado el 3 de febrero de 2012).
“Imágenes: contexto cultural”, en Biblioteca Virtual Cervantes, Web, (consultado el 10 de noviembre de 2018).
El primer número de Pegaso vio la luz el 8 de marzo de 1917 y el último se publicó el 27 de julio del mismo año.
La agitación causada por la Revolución había desestabilizado, en general, al país y, en particular, a los procedimientos culturales institucionalizados en el régimen porfirista. Ya no se estilaba formar grupos de intelectuales con grandes proyectos. Los escritores se encontraban dispersos. Destacaron algunos autores que tenían en común el deseo por vencer los postulados estéticos del Modernismo. Entre ellos se encontraban los tres directores de Pegaso: Enrique González Martínez, Efrén Rebolledo y Ramón López Velarde. Estos escritores han sido agrupados por algunos críticos dentro de la corriente conocida como Posmodernismo.
Después de Gladios, desaparecida un año antes, Pegaso se convierte en la opción editorial del momento. La revista no contiene presentación o declaración de principios. Su contenido la da a conocer como una revista que combina el comentario periodístico internacional con el literario, deportivo, artístico y de espectáculos. Hay información actual y ensayos profundos sobre filosofía y literatura. También hay análisis de la situación internacional, de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución rusa.
Pegaso no fue precisamente un proyecto especializado en literatura. Revistas como La Nave habían fracasado, según Francisco Monterde, por el exceso de información literaria. Los directores de Pegaso quizá previeron esta situación y optaron por invertir en un producto que ofreciera información variada a un número mayor de lectores.
Había un antecedente, la revista Vida Moderna, dirigida por Carlos González Peña, que presentaba este concepto combinado. Y, hacia el mismo año, 1917, surgió un proyecto de factura semejante: El Universal Ilustrado. Los responsables de Pegaso, Gónzalez Martínez, Rebolledo y López Velarde parecían querer, a través de esta propuesta editorial, desmitificar el órgano especializado y elitista e intentar una fórmula de vida autofinanciable, de amplia oferta. Lo mismo hay notas de interés para mujeres que para hombres, y se propone como abierta al gran público.
Según se evidencia en la revista, los directores no tuvieron reparos para conseguir cualquier tipo de publicidad que contribuyera a la publicación ininterrumpida del órgano informativo. El formato de la revista fue estable durante los 20 números aparecidos. Las portadas son distintas entre sí, realizadas por dibujantes y pintores como Saturnino Herrán, Antonio Gómez y Francisco de la Torre. Contiene diversas ilustraciones y fotografías.
En Pegaso se manejaron secciones fijas. En la primera página de algunos números aparece un espacio destinado a la “Crónica”; en el primero se publicó la prosa velardiana “La avenida Madero”. La sección “Actualidad” incluyó comentarios de México y el extranjero, a manera de editoriales. Destacaron también secciones como “La Gran Guerra” con información de la Primera Guerra Mundial; “Ajedrez”, “Teatros y Cines”, “Deportes”, “Libros y Revistas”, “Vida Artística y Literaria”, todas ellas sin rúbrica.
También hubo secciones destinadas a asuntos literarios y culturales en general. Manuel Toussaint publicó varias notas dentro del apartado llamado “México colonial”. Genaro Estrada, Luis González Obregón, Mariano Silva y Aceves, entre otros, se ocupan de temas de la historia del país en sus períodos colonial e independiente.
Hay una sección denominada “Cuento semanal” y una página destinada a la publicación de poemas de diversos autores.
La falta de recursos y la deficiencia de los medios de impresión favorecieron la desaparición de Pegaso a escasos cinco meses de haber nacido.
MIEMBROS INTEGRANTES
Caso, Antonio Redactor
Cravioto, Alfonso Redactor
Díaz de León, Francisco Fue ilustrador
Estrada Félix, Genaro Redactor
Farías, José D. Redactor
Fernández Ledesma, Gabriel Redactor
Fernández MacGregor, Genaro Colaborador
Flores, Esteban Redactor
González Martínez, Enrique Dirigió, en compañía de López Velarde y de Efrén Rebolledo, la revista
González Rojo, Enrique Colaborador
Icaza, Xavier Colaborador
López, Rafael Redactor
López Velarde, Ramón Director
Pellicer, Carlos Colaborador
Rebolledo, Efrén Director
Torri, Julio Redactor
Toussaint, Manuel Redactor
Urueta, Jesús Redactor
Villalpando, Jesús Redactor