Carlos Monsiváis reúne un muestrario de personajes que de modos diversos, insólitos a veces, ilustran facetas de la sociedad mexicana. Así, gracias a su particular estilo, desfilan ante el lector músicos (Lara, Jiménez), chavos onderos y clase alta, figuras espectaculares (Fidel Velázquez, La Tigresa, Isela Vega, Siqueiros), un escritor singular ahogado por su ubicua figura (Novo), un maestro de ceremonias de masas (Raúl Velasco) y los militantes de izquierda que con sus vidas y muertes son el indispensable contrapunto del amor perdido por la historia mexicana.
"He dado miles de besos y la esencia de mis manos se ha gastado en caricias. He tocado kilómetros de teclas de piano y con las notas de mis canciones se pueden componer más sinfonías que las de Beethoven. Soy ridículamente cursi y me encanta serlo; cualquiera que es romántico tiene un fino sentido de lo cursi."Quien así habla, "como un abanicar de pavos reales", es ¿alguien lo duda? Agustín Lara.
Carlos Monsiváis (1938) pasa en Amor perdido —publicado en 1977, "año de la confianza serena"— del músico poeta a las antípodas, José Alfredo Jiménez, "quien no se enreda con las metáforas ni saquea a Lugones o a Cole Porter. Vocifera su amor, vitorea su desgracia..." Se suceden los personajes que "han llenado una época": David Alfaro Siqueiros ("Mi vida es como un tren que corre, despavorido"), Raúl Velasco ("Yo amo a mi público y sé que él me ama tiernamente"), Miss México ("No voy a hacer quedar mal a México. Lo voy a representar como se merece"), Isela Vega ("¿Y qué importa una mancha más en una reputación como la mía?") y, de entre "el todo México", la alta sociedad ("La reunión de las personas que se distinguen por su cultura y modales").
Y, detrás de los personajes, la versión monsivaiana de un país y de varias épocas a la que se sirve de marco el bolero de Pedro Flores que, en la interpretación de María Luisa Landín, diera la vuelta a todo México: Amor perdido, todo en un libro que, dice el autor, "quiso ser lo que pretende ser (o a la inversa)".
Carlos Monsiváis reúne un muestrario de personajes que de modos diversos, insólitos a veces, ilustran facetas de la sociedad mexicana. Así, gracias a su particular estilo, desfilan ante el lector músicos (Lara, Jiménez), chavos onderos y clase alta, figuras espectaculares (Fidel Velázquez, La Tigresa, Isela Vega, Siqueiros), un escritor singular ahogado por su ubicua figura (Novo), un maestro de ceremonias de masas (Raúl Velasco) y los militantes de izquierda que con sus vidas y muertes son el indispensable contrapunto del amor perdido por la historia mexicana.
Carlos Monsiváis reúne un muestrario de personajes que de modos diversos, insólitos a veces, ilustran facetas de la sociedad mexicana. Así, gracias a su particular estilo, desfilan ante el lector músicos (Lara, Jiménez), chavos onderos y clase alta, figuras espectaculares (Fidel Velázquez, La Tigresa, Isela Vega, Siqueiros), un escritor singular ahogado por su ubicua figura (Novo), un maestro de ceremonias de masas (Raúl Velasco) y los militantes de izquierda que con sus vidas y muertes son el indispensable contrapunto del amor perdido por la historia mexicana.