A unas calles del Zócalo de la ciudad de México, y en dirección noreste, se inician los barrios proletarios. No están formados por callejas retorcidas en las que resulta fácil extraviarse, como las de otras ciudades; el impecable tablero de ajedrez de la traza impuesta desde tiempos coloniales les da regularidad. Tepito, Peralvillo, la colonia Morelos tienen una impronta: un canturreo en el hablar, una actitud ante la vida. De este rumbo provienen los personajes de Ensayo general (1970), Ramón Contreras y Juan Olmos, nacidos en noches de "estrellas violentas", amigos de la infancia cuya trayectoria divergente se refiere en esta novela.
En los años treinta —ecos de la Gran Depresión económica— se dieron en México algunos intentos de crear una literatura proletaria que no alzaron vuelo, bien por la abrumadora indiferencia de la crítica y los lectores. Sólo más tarde José Revueltas armado, además de su talento, con las nuevas técnicas narrativas que fue experimentando, se mostró capaz de dar un nuevo impulso a la tendencia de crear una literatura "del lado moridor".
Gerardo de la Torre (1938) se inscribe con esta novela dentro de la misma corriente. La historia del desfase entre los dos amigos abarca un tiempo considerable, mas se define sobre todo en las luchas obreras de 1958-959 y en el desaliento que se produjo con posteridad. Constituye, en fin, una ventana hacia un mundo cercano y casi desconocido.