Con título de leve procedencia gongorina y epígrafe de Quevedo, Juan José Arreola apareció con este libro en 1949. Había publicado cuentos, poemas, reportajes y otros textos enigmáticos en periódicos y revistas del país desde 1939. Su obra prima tiene valor de pequeño oasis dentro de una zona particularmente desértica de la literatura mexicana que abarca esa década. Quien revise los libros publicados entonces, comprenderá sin dificultad por qué hombres como Octavio Barreda, Agustín Yáñez, Roger Caillois, Francisco Luis Bernárdez, Octavio Paz, José Gaos, Raimundo Lida, José Luis Martínez Seymour Menton y Antonio Alatorre, saludaran al autor de Varia invención como un venturoso ejecutante de juegos imaginarios.