La tierra del faisán y el venado constituye un ejemplo, una lección para la literatura latinoamericana. La obra hace una estilización del espíritu maya que prevalece hasta nuestros días, de sus orígenes, de su pasada grandeza, de la vida, de la naturaleza, de la guerra, del amor; todo dicho con la mayor aproximación al genio de su idioma, pues Antonio Mediz Bolio pensó la obra en maya y la transcribió en castellano y nos aclara: "... los temas están sacados de la tradición, de huellas de los antiguos libros, del alma misma de los indios, de sus danzas, de sus actuales supersticiones (restos vagos de las grandes religiones caídas) [...] todo ello me rodeó al nacer y fui impresionado, antes que nada, por ese dolor, por esa melancolía del pasado muerto, que se hace sentir sin sentir, en las ruinas de las ciudades y en la tristeza del hijo de las grandes razas desaparecidas..." Sobre la obra el maestro Alfonso Reyes dice: "... de aquí data la idea del libro que hoy ofrece usted a los lectores de América [y] esta vez, querido Antonio, tiene usted la palabra."