Luis Leal parte en su estudio de la única base incontrovertible: la paciente labor de leer y catalogar libros, revistas y periódicos. Cree, y la cifra es aterradora, que 50 por ciento de los cuentos no se han editado en libros; que mientras esta tarea no se realice, y su realización es problemática, los juicios que se emitan acerca del cuento, en su fluir histórico, estarán contaminados de error. Como historiador literario, Leal se caracteriza por la objetividad y la lealtad con que expone sus ideas. Desconoce la desmesura, es reacio a la digresión y enemigo de las innovaciones que se fundamentan en el capricho. Constancia en vez de audacia, imparcialidad en vez de militancia, parecen sus estrictas normas de conducta.
"En esta selección -resultado de mis simpatías y preferencias- se omite éste o aquel cuento digno de figurar entre los mejores del siglo. El limitado número propuesto obliga al crítico a dejar fuera de la lista cuentos de gran valor histórico y artístico''.