El recurso cervantino de servirse de dos animales para urdir su historia va mucho más allá del ejemplo moral de las fábulas y de los diálogos de Samosata para inscribirse como una obra verdaderamente moderna que prefigura a los caballos de Swift, al gorila, la rata, el perro y los insectos de los cuentos de Kafka así como los bestiarios de Borges y Arreóla. La conversación entre Cipión y Berganza mucho se parece a las que sostienen Don Quijote y Sancho en sus viajes por Castilla y el Toboso en donde el más ingenuo habla libremente de su vida y el más discreto hace las acotaciones, comentarios, correcciones e interpretaciones al margen de la acción principal.
El coloquio de los perros está poblado de refranes, circunloquios y aforismos como El Quijote y El licenciado Vidriera y es una proyección de las opiniones políticas y sociales del propio Cervantes.
Cipión, perro culto y prudente, y Berganza, juguetón y dicharachero, sufren un hechizo y se transforman en humanos. Berganza habla y habla durante toda la noche contándole sus peripecias a su amigo Cipión, quien no deja de recordarle valores como la bondad, el amor y la amistad.
Como un castellano coloquial, fresco y dinámico, El coloquio de los perros sigue mostrando que los distintos tipos humanos, con sus virtudes y sus defectos, apenas han cambiado con el paso de los siglos. Acompañando la adaptación se ha añadido el texto original, con el fin de que tanto padres como hijos disfruten y compartan el libro.
El coloquio de los perros es, por tanto, el mejor camino para acercarse a la obra de Cervantes, debido al uso de un lenguaje cotidiano y actual que consigue captar la atención del público infantil, además de lograr que se divierta. A todo ello cabe sumarle que se trata de un libro que acompañará al lector durante sus diferentes etapas de crecimiento.