Las relaciones inesperadas entre hechos, palabras y experiencias en apariencia del todo desvinculados, el rápido viraje de algo absolutamente cotidiano hacia la más profunda verdad del misterio de la vida de Dios o hacia lo enormemente cómico, constituyen los rasgos más característicos, como hombre y como escritor, del pensamiento y la visión de Léon Bloy.
La figura de Napoleón es tan controvertida que se vuelve sumamente literaria. Es el hombre que abdicó dos veces a sus propias ambiciones. Pocas personas han sido tan condenadas por la historia. Sin embargo, para otros tantos, el emperador representaba, no sin romanticismo, una necesidad histórica. ¿Por qué Bloy siente tanta animadversión por los reyes y tanto aprecio por Napoleón? Como lo dice el título del libro, por su alma. La única cualidad importante para el romántico es esa. El empeño literario de Bloy va más allá de una defensa autoritaria y reaccionaria del pasado; quiere comprender simbólicamente cómo un hombre nacido en una isla irrelevante estuvo a punto de extender el dominio de Francia a toda Europa. Esta obra, vertida al español por Aurelio Garzón del Camino, tuvo influencia en toda la generación de Joris-Karl Huysmans y otros escritores polémicos: "Quién es capaz, pues, de explicar o de comprender profundamente cualquier cosa?" León Bloy deja en claro que Napoleón declaró la guerra contra el absolutimo, convirtiéndose él mismo en un absolutista y que su alma, el alma de todo un país, es la de un Emperador derrotado.