La poesía goliarda surge en la Baja Edad Media y llega hasta el lector contemporáneo con una gran fuerza vital, que logra pervivir a lo largo de los siglos. Escrita en latín por un grupo de monjes vagabundos, que se autonombran goliardos, al situar su estirpe en un mítico gigante llamado Golias, es una respuesta de protesta a la ideología imperante.
El vigor de la poesía goliarda, su manera de mofarse de lo serio y de darle cabida a las pasiones humanas, a sus excesos, como forma de purificación, tienen una resonancia que puede, quizás, equipararse con otros movimientos del pensamiento habidos en épocas recientes.
Si la irreverencia es un dato fundamental, no lo es menos, la crítica a la sociedad del momento, tanto civil, de la que no se libran los gobernantes, incluyendo al monarca mismo, como clerical. Su desencanto quizá es un antecedente al posterior desencanto de Lutero. Sus claras alusiones eróticas, así como las referencias a la embriaguez: el imperio de Venus y Baco, llegan hasta nosotros como una vigorosa presencia del quehacer artístico que se enfrenta y rechaza a un sistema injusto y limitante. La constante de la poesía es la inconstancia humana y de la forturna, acaso de Dios.
Esta selección de La poesía de los goliardos permite al lector acercarse a un aspecto oscuro, diferente, del concepto tradicional de cultura en la Edad Media, y la alegría que subyace a los textos hace de la lectura de este libro una experiencia gozosa y enriquecedora.