En el interior de una cueva, en la noche del destino, 26 a 27 de Ramadán (610 d.C.), Mahoma, de la tribu quraysh, vive la experiencia de encontrarse con Dios quien le habla al oído y le ordena: ¡Repite! Y Mahoma obedece. Así es como nace El Corán, revelación y guía de Alá, quien manifiesta su carácter a una tribu, después a pueblos y culturas por medio de su profeta.Sin embargo, esta obra no es únicamente religiosa. También es poesía, fe, esperanza y fuerza que influye y transforma lo mismo hombres que continentes. Quien lo lea y lo repita, de acuerdo con Mahoma, además de escapar de la condenación del infierno, será bendecido y alcanzará el paraíso. Quien lo cuestione y no logre comprender sus misterios, siempre podrá exclamar, esperanzado: ¡Pero Alá es más sabio! La versión castellana más importante del libro sagrado del islam fue hecha en el siglo XV por el converso Juan Andrés, primero alfaquí musulmán y más tarde sacerdote cristiano. Nadie mejor que él, que compartía las dos lenguas y culturas, para traducir El Corán. Sin embargo, ese libro se perdió. A fines del siglo XVII, Galland, quien realizó la primera traducción -aunque incompleta- de Las mil y una noches, hizo una versión francesa de El Corán, que no llegó a publicarse. Las subseceuntes traducciones al español fueron incompletas (Andrés Borrego) o a partir de otro idioma -inglés, francés o alemán- (Vicente Ortiz de la Puebla). La versión que publicamos en Cien del Mundo fue realizada por Rafael Cansinos Asséns directamente del original árabe, tomando como base el texto que Fluegel fijó en 1833, pero sin olvidar cotejarla con ediciones en otras lenguas modernas.