La Institución oratoria, según el inglés William M. Smail, es "el único tratado sistemático con base psicopedagógica de la paideia antigua", fruto maduro de más de 20 años de labor docente de Marco Fabio Quintiliano (Calahorra, España, ca. 35-Roma, ca. 96 d.C.) sin duda el más sobresaliente de los rétores de la Roma antigua. Abogado en su país natal, cónsul honorario y catedrático de retórica en Roma a cargo del Estado bajo tres emperadores (70 a 90 d.C.), Quintiliano contó entre sus discípulos a escritores tan importantes como Plinio el Joven y al futuro emperador Adriano, y tal vez también a Tácito, Juvenal y Suetonio. En manos de Quintiliano, la retórica adquirio las dimensiones de una disciplina dirigida a la formación del hombre integral, es decir, del "hombre de bien, diestro en el arte de hablar" (el orador perfecto). Así, su Institución oratoria trata -con incomparable claridad, indulgente comprensión de la naturaleza de los jóvenes y fina intuición para un inmenso potencial de aprendizaje- toda la materia de la retórica convencional (invención, disposición, elocución, memoria y acción), además de una variada gama de problemas referentes a la instrucción y la educación que inauguran la ciencia pedagógica. Su influencia en la posteridad fue enorme al inspirar profundas relfexiones, entre otros, en Petrarca y Lorenzo Valla en Italia y Nebrija, Vives y Cervantes de Salazar en la vieja y la Nueva España. La colección Cien del Mundo presenta ahora una versión castellana ya clásica de esta monumental obra, prologada por el latinista mexicano Roberto Heredia Correa.