Para Charles Baudelaire la religión del arte se sustentaba en la trinidad augusta de la poesía, la música y la pintura, cada una con su territorio actuante y anchuroso. Sin embargo, es casi ineludible que entre ellas se prodiguen encuentros, vínculos y concordancias (Ut pictura poiesis, la pintura como una forma de poesía). La mayor afinidad se revela entre la música y la poesía. Transvasar los contenidos sonoros en percepciones poéticas es una experiencia que constata plenamente la fuerza y la fecundidad de ambas formas de arte. Muchos de los textos de este peregrinaje son producto de la hermandad acendrada entre estos avatares de la creatividad humana, vigentes y subyugantes desde sus torreones altivos y generosos a la vez.
José Rafael Blengio Pinto