La prosa llama. De su insistencia tenemos ya avisos impostergables. ¿Querrá esperar? Porque su condición manda sobre nuestro deseo. Pero, ¿existe tal, tiene algún peso sobre aquello que ineludiblemente acometemos?
Mientras eso sucede, El libro de Nicole me acude. Se fue escribiendo muy lentamente, entre otros libros. Tenía su destinataria elegida. Su configuración secreta sólo me fue revelada a su conclusión, cuando los breves poemas dedicados a Nicole me lo indicaron.
Lo doy a la imprenta, con un subtítulo que no me atrevo a nombrar en cabezas (manchetes): Libro de Horus. El lector advertirá que Horus aparece desde Heridas que se alternan, pero su huella me ha signado sin que yo pueda precisar desde cuándo.
Francisco Cervantes