Mi caso es muy conocido en la ciudad en la que vivo. Sobre todo en el círculo de escritores. Me he hecho de mala fama, a pesar de que antes me tenían por buen escritor y joven apuesto interesante (sobre todo las damas, damitas, pienso). Pero todo se acaba y así se acabaron mis días estivales ante la implacable llegada del otoño. No hay nada qué hacer me decían entonces. Y hasta hace pocas horas me lo seguían repitiendo. Sin embargo, de pronto todo cambió: estoy decidido a comportarme a la altura de las circunstancias. ¿Qué me mueve? El ardor propio, como yo le llamo. ¿Hacia dónde voy? Directo al Nobel. Tal vez exagero con esto último. No se me tome por megalómano. Es que confío en mi talento, confío mucho, mucho en mi talento. Ahora me llamarán soberbio… Ni hablar. Mi caso, decía, es muy conocido entre los escritores de mi ciudad. Y no es para menos.
Osvaldo Fernández