Póker de relatos: los oros de Adoración, los bastos de Papapancho Vidamarga, las espadas de Tiobais, las copas de Ausencio.... Aunque también podemos hablar de diamantes, tréboles, picas y corazones. Roberto Cuevas baraja la narración como la vida ha barajado para él la geografía: nació en México, se crió en Xalapa, se afincó en Querétaro y sus sueños tienen el acento de la tierra de sus ancestros: Naolinco de Victoria, Veracruz.
En Ni siquiera por amor, su prosa traslapa y entreteje, como en un petate, tradiciones orales y escritas, mitos y leyendas, anécdotas familiares y cuentos de aparecidos. Esta selección va de lo dolorido a lo jocoso, de lo absurdo a lo reflexivo, entreverando ficción y realidad. Situaciones y personajes que se han presentado una y otra vez, que en cada una varían su forma y proceder y que, según el arte de contar la historia, adquieren novedad y producen azoro. Valga la invitación para leerlas una y otra vez.