Existen animales invisibles que habitan en nuestro cuerpo, que nos enferman y alteran nuestra genética, cuerpos cambiantes, transmutables; cuerpos que desaparecen de la física tangible y son mucho más que carne, cuerpos astrales, desaparecidos; cuerpos que necesitan de otros cuerpos para mantenerse vivos; cuerpos simples que ven cine y van a empeñar sus joyas, de animales salvajes; cuerpos lúcidos, cuerpos celestes, que se pudren y renacen en la memoria o en los objetos.
Los poemas de Física de camaleones constituyen un ejercicio biológico que va del reconocimiento microscópico de lo personal hasta las fuerzas intangibles. Representan una “física” que resulta objetiva en nuestro imaginario, capaz de asimilar nuestra vida como un estado constante de mutaciones y cambios.
Estos cuerpos se van manifestando a lo largo del libro para recordarnos que, a pesar de la naturaleza salvaje que reside en nosotros, tenemos la consciencia y el descaro de sentirnos vivos, habitando cada una de estas físicas camaleónicas, ya sea a través de nuestro médico o a través de la piel de un amante.
Horacio Lozano