De pronto, no sé ni cómo me metí como una espermatoidea en el cerebro de mi padre y ahí anduve mucho tiempo viajando por todas sus circunvoluciones hasta encontrar la célula que debía fecundar. Era hermosa, así que lo hice con verdadero placer. En unas cuantas vueltas de manecillas era ya un pequeñito embrión... Y así me fue haciendo crecer hasta alcanzar el tiempo adecuado.
Me dio carácter haciendo actuar, reaccionar y hablar a todos mis personajes; de acuerdo con su psicología, describió cada lugar y su atmósfera, me revisó una y otra vez, quitando, añadiendo, subrayando, atenuando, hasta convertirme en un libreto cinematográfico, guión, "script", libro, adaptación, que por todos esos nombres me conocen y que tienen su técnica especial, ya que no es otra que escribir en el llamado lenguaje cinematográfico, esto es, escribir con la cámara. Para quienes no la conocen será más fácil explicarlo mostrándoles un ejemplo, un pequeño guión para un pequeño filme. Así verán que mi padre hasta acotó la música que debería acompañarme y el ruido del viento y los ladridos de algún perro lejano. Adolfo Torres Portillo.