Esta obra trata sobre las fronteras de la pintura y la poesía, sobre sus posibilidades y sobre muchos otros temas relativos al arte antiguo que Lessing plantea como “incidentales”, pero que, de hecho, le sirven para realizar una crítica a varios de los grandes autores de su época, entre ellos a Winckelmann.
En el Laocoonte, Lessing cuestiona la identificación que algunos autores de su época hacían entre poesía y pintura, que va, a su entender, en menoscabo de ambas. Las observaciones incidentales lo llevan a mostrar por qué poesía y pintura se alejan una de otra al imitar, en razón de su propia naturaleza ‒–una más apta para lo temporal y otra para lo espacial–‒, que impone límites a cada una de las artes. Para ejemplificar sus argumentos se basa en el caso del Laocoonte, que da título al libro, comparando la descripción de Virgilio con la estatua que lo representa.
Lessing utiliza muchísimos otros ejemplos, sumamente eruditos, para mostrar cuáles son las relaciones ideales entre poesía y pintura, y para subrayar la idea de que, entre los antiguos, la belleza era la ley más alta de las artes plásticas, a la que había que subordinar cualquier otra consideración, incluida la misma expresión artística. Asimismo, subraya el papel de la imaginación en la apreciación artística, adelantándose así a los desarrollos que, posteriormente, constituirán la gran teoría estética moderna.
La presente traducción se propone ofrecer una lectura fiel y actualizada del texto de Lessing y de las fuentes a las que ocurre.