Sus primeros estudios los hizo en la escuela cantonal Benito Juárez de su ciudad natal, pero a los trece años tuvo que marcharse a la Ciudad de México, donde continuó sus estudios en el Liceo Fournier. Tiempo más tarde ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, pero por razones familiares tuvo que interrumpir sus estudios para dedicarse al periodismo. Fue redactor de La Opinión de Veracruz en 1906; en 1907 trabajó en El Diario, de esa misma ciudad; en fechas posteriores formó parte de las redacciones de El Imparcial, El Independiente, El Diario y El Demócrata, hasta 1911. Después de un lapso de dos años en el Departamento de Publicaciones de El Museo Nacional, vuelve al periodismo. Entre 1914 y 1915 escribe en La Opinión de México, en 1917 en El Universal y de 1919 a 1921 en El Demócrata. En 1915 fundó la librería Biblos, junto con Francisco Gamoneda, que se convirtió en centro de reunión de escritores, artistas e intelectuales. Los sólidos conocimientos que adquirió como autodidacta sobre historia antigua y moderna de México y, en general, sobre ciencias sociales, le llevaron a impartir cátedras en la Escuela Nacional Preparatoria, de la que fue, más tarde, jefe de las clases de historia; en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Escuela Normal Superior.

Hacia finales de los años treinta dejando en un segundo plano su labor como poeta y periodista, empezó a dedicarse de manera primordial a la investigación histórico-social. Preparó tres ensayos para la colección del Archivo Histórico Diplomático Mexicano, invitado por Genaro Estrada, cuando éste era secretario de Relaciones Exteriores; preparó, después, muchas ediciones sobre historia y literatura para las casas Robredo, Porrúa, para la Universidad Nacional y otras editoriales.

En 1927 fundó, con Genaro Estrada, Manuel Toussaint, Luis González Obregón y Pedro Robredo, la Sociedad de Bibliófilos Mexicanos, que editaría obras fundamentales para la historia y la historia de la literatura en México.

Como ensayista colaboró en Letras de México, La Revista de Estudios Universitarios, Filosofía y Letras, Cuadernos Americanos. En 1940 funda la revista Tiempo, cuyo subtítulo era Revista Mexicana de Ciencias Sociales y Letras, y que desgraciadamente tuvo una corta vida: siete números, de enero a junio de 1940. En 1943 preparó para la colección Austral de Espasa-Calpe la Antología de cuentos mexicanos (1875-1910) y en 1944 se encargó de la coordinación de la colección Escritores Mexicanos de la editorial Porrúa. Le sorprendió la muerte en esta labor, el 2 de enero, cuando corregía galeras de la Historia antigua de México de Clavijero, en edición del padre Mariano Cuevas.

Realizó los primeros estudios en su ciudad natal, en la escuela cantonal “Benito Juárez”; asistió a clases en el Liceo Fournier y en la Escuela Nacional Preparatoria (enp). En 1943 obtuvo la licenciatura en Economía con una tesis sobre el pensamiento de José María Luis Mora. Fue redactor de La Opinión (1906) y colaborador de El Diario (1907) de Veracruz; formó parte de las redacciones de El Imparcial, El Independiente y El Demócrata, hasta 1911. Fungió como auxiliar en el Departamento de Publicaciones del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología (1911-1913). En 1914 reanudó su labor periodística en el diario La Opinión; colaboró en La Voz de la Revolución (1917) en El Pueblo (1918) y El Demócrata (1919-1921). Con el impresor Francisco Gamoneda en 1915 fundó la Librería Biblos, que se convirtió en un centro de reunión intelectual. Desde 1921 impartió clases de Historia Nacional, Previsión Social y Español en la enp; la Escuela Nacional de Economía (hoy, Facultad de Economía), la Escuela de Verano y en la Facultad de Filosofía y Letras (ffyl), de la Universidad Nacional de México (hoy, Universidad Nacional Autónoma de México unam) , y en cuya imprenta también colaboró. A lado de Genaro Estrada, Manuel Toussaint, Luis González Obregón y Pedro Robredo, constituyó la Sociedad de Bibliófilos Mexicanos (1927). Fue jefe del Departamento de Fomento Cooperativo de la Secretaría de Economía Nacional (1934). Durante los años treinta colaboró en el Archivo Histórico de Hacienda y en el Archivo Histórico Diplomático Mexicano, dirigido por Genaro Estrada, entonces Secretario de Relaciones Exteriores. Colaboró en numerosos semanarios nacionales, como El Mundo Ilustrado, Revista Moderna, Revista de Revistas, El Universal Ilustrado, Fígaro, Actualidades, Nosotros, Novedades, Cuadernos Americanos, Letras de México, así como de los diarios El Popular, El Heraldo (1919-1925) y El Universal, entre otros. En 1940 fundó la revista Tiempo, de Ciencias Sociales y Letras, que únicamente alcanzó a publicar ocho números.

Joaquín Ramírez Cabañas fue narrador, poeta e investigador de temas históricos cuyos trabajos se distinguen por su imparcialidad y por la amplia y sólida base documental que los sustentan. Por sus principios de imparcialidad y solidez documental realizó algunos reparos a la obra de sus predecesores y contemporáneos. Destacan sus aportaciones sobre la obra periodística de Fernández de Lizardi y sobre la vida y obra de José María Luis Mora. Se ocupó de cuestiones económicas, como puede verse en las tres monografías que escribió para el Archivo Histórico de Hacienda. Su labor como editor es notable por el cuidado que puso en la edición y corrección de obras fundamentales para el conocimiento de la historia y de la cultura mexicanas. Destaca su labor al frente de las ediciones de la Sociedad de Bibliófilos Mexicanos y de los primeros volúmenes de la Colección de Escritores Mexicanos, que dirigiera para la editorial Porrúa. Entre sus ediciones anotadas sobresalen la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo y la Historia de la conquista de México, de López de Gómara. Preparó, para Espasa-Calpe la primera antología de cuentistas de la época porfiriana. Su obra de creación es poco conocida; consta de una novela corta, La fruta del cercado ajeno, y de tres libros de poesía: La sombra de los días, Remanso de silencio y Esparcimiento, donde alterna versos con prosas poéticas. A decir de Esther Hernández Palacios y Ángel J. Fernández, “su poesía parte de un neoclasicismo un poco tardío y se ubica, finalmente, en las fronteras externas del modernismo. Cultiva las formas tradicionales y, como en el resto de su obra, muestra también una preocupación central: la historia de México”.