Juan Antonio Rosado | Angélica Tornero.
2004 / 14 nov 2018 13:26
En 1894, Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufoo fundan la revista Azul, considerada como el órgano principal del Modernismo en México. Gutiérrez Nájera muere en 1895, y en 1907 Díaz Dufoo vende los derechos de la revista a Manuel Caballero. En ese mismo año, Caballero empieza a publicar lo que será la segunda época de la revista Azul, anunciada el 4 de abril en su periódico literario El Entreacto.
A raíz de esto, gran parte de los jóvenes intelectuales, que más tarde constituirán el Ateneo de la Juventud, se molestan y Pedro Henríquez Ureña propone hacer una protesta literaria en contra del “mercantilista” que “profanaba” el nombre del Duque Job y el prestigio de la antigua revista. Las pretensiones fueron reivindicar a Gutiérrez Nájera. La consecuencia más importante de la “Protesta” fue que estos jóvenes, cuyo aliado principal fue Justo Sierra, cobraron mayor fama y poder cultural.
Su “Protesta Literaria”, con fecha de 7 de abril de 1907, se publicó en forma de volante y en algunos periódicos, como El Diario (cuyos redactores eran Max y Pedro Henríquez Ureña y otros del mismo grupo) y en la Revista Moderna de México.
La “Protesta” comienza con estas palabras: “Nosotros, los que firmamos al calce, mayoría de hecho y por derecho, del núcleo de la juventud intelectual, y con toda la energía de que somos capaces, protestamos públicamente contra la obra de irreverencia y falsedad que en nombre del excelso poeta Manuel Gutiérrez Nájera, se está cometiendo con la publicación de un papel que se titula Revista Azul, y que ha emprendido un anciano reportero carente de toda autoridad y todo prestigio, quien dice venir a continuar la obra de aquel gran poeta y a redimir la literatura nacional de quién sabe qué males, que sólo existen en su imaginación caduca”. Los autores de la “Protesta” tachan los actos de Manuel Caballero como “desacato” y dicen que el periodista no sólo no es capaz de continuar la obra del “Duque Job", “ni siquiera de entenderla". Se afirma que el “Duque Job” fue el primer revolucionario del arte y que el “anciano reportero pretende hacer todo lo contrario, esto es, momificar nuestra literatura, lo que equivale a hacer retrógrada la tarea de Gutiérrez Nájera, y lo que es peor, a insultarlo y calumniarlo dentro de su propia casa, atribuyéndole ideas que jamás tuvo”. Los jóvenes intelectuales denuncian que Caballero ha mancillado nombres de escritores respetables y protestan por la conducta “al parecer inconsciente” de Díaz Dufoo, quien cedió la propiedad de la revista. Luego aclaran que protestan contra las falsedades que se sostienen en nombre del Duque Job”, y que no defienden el Modernismo como escuela, puesto que ya es algo del pasado, sino como “principio de libertad, de universalidad, de eclecticismo, de odio a la vulgaridad y a la rutina”. Entre los treinta y dos firmantes se encuentran Ricardo Gómez Robelo, Alfonso Cravioto, Jesús Acevedo, Rafael López, Alfonso Reyes, Nemesio García Naranjo, Max y Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Teja Zabre, Roberto Argüelles Bringas y Carlos González Peña.
Manuel Caballero publicó la “Protesta” en la misma revista Azul, pero junto con las “contraprotestas”, lo que dio lugar a primera gran polémica literaria del siglo xx en México. En El Entreacto, donde Caballero había reproducido una serie de comentarios favorables sobre la nueva revista Azul, publica también la “Protesta”, bajo el título “Protesta de los modernistas”, luego de un texto introductorio en el que afirma que dicha “Protesta", escrita “en un idioma que se parece al castellano”, ha sido publicada por el grupo juvenil de los modernistas en México, y agrega: “Como puede verse por el desentonado tono de ese documento, el solo anuncio de la aparición de la “Revista Azul”, con el programa anti-modernista, ha levantado ámpula dolorosa en el triste gremio de lesionados del espíritu, a quienes no pretendemos corregir, pero cuyos viciosos ejemplos literarios deseamos atenuar en lo posible”. Después alude al aplauso público y al regocijo general por la nueva revista e invoca al bien, a la justicia, a la verdad y a la belleza como una sola entidad, “soplo Infinito de Dios”.
Los jóvenes firmantes no se resignan y convocan a una manifestación callejera, a una protesta publica. El Entreacto también anuncia una “Gran velada Anti-Modernista, organizada por la Revista Azul”, así como la aparición de su segundo número.
En su periódico, Manuel Caballero publica la siguiente noticia: “Los jóvenes y ex-jóvenes modernistas de la C. de México han organizado para hoy miércoles 17 de abril una doble manifestación pública para apoyar su también pública protesta en contra de la reaparición de Revista Azul, debidamente autorizada por su propietario el Sr. Carlos Díaz Dufoo”. Dice que los organizadores no han tenido el valor de poner su nombre al calce y no se explica cuál es su insulto a Gutiérrez Nájera: “Para ellos la injuria a aquel poeta consiste en que dedicamos la nueva época de “Revista Azul” a combatir la carcoma literaria y social del Decadentismo. No es otro el motivo”. También aclara que todo es una “burda calumnia” y que el “Duque Job” “no fue decadentista”. El texto de Caballero concluye: “¡Azul!... ¡Azul!... ¡Azul! Esa es nuestra divisa... Esa es nuestra bandera. ¡Que la destrocen si pueden los sicofantes del Arte y de la Poesía!”
El 17 de abril, literatos, artistas y estudiantes se congregaron desde las tres y media de la tarde en el Jardín de la Corregidora, desde donde se organizó un desfile encabezado por la Banda de Zapadores y un estandarte enguirnaldado de flores con la inscripción “Arte Libre”, al que seguían Alfonso Cravioto, Rafael López, Roberto Argüelles Bringas y Jesús T. Acevedo, así como unos cuatrocientos estudiantes. Al final los acompañaban otros manifestantes del pueblo y a los lados gendarmes montados. La procesión llegó hasta la Alameda, donde, desde el kiosko central, se tocó música, Rafael López leyó un poema e intervino Max Henríquez Ureña, con una arenga. Alfonso Cravioto leyó un poema de Jesús E. Valenzuela. El acto finalizó con un discurso de Ricardo Gómez Robelo. Se repartió una hoja impresa. En la noche se efectuó una velada en honor del “Duque Job” en el teatro Abreu, a la que asistió gran cantidad de jóvenes y donde hubo números musicales y literarios. Entre los concurrentes se encontraba Luis G. Urbina, que leyó el poema “Pax animae”, de Gutiérrez Nájera, y Jesús Urueta, quien repitió el elogio al “Duque Job” que recitara en la primera velada que la Revista Moderna hizo en honor al poeta modernista.
El mismo 18 de abril, El Entreacto, en un texto titulado “La manifestación modernista contra Revista Azul”, habla de “la doble manifestación anti-azul, encabezada por los jóvenes literatos que laboran en la Revista Moderna y secundada por los estudiantes y artistas que simpatizan con ellos”. En un tono burlón, Caballero afirma que “en lugar del Inri, la cruz paseaba en alto esta leyenda: “Arte libre”. Concluye diciendo que las torpezas de los “modernistas” por fortuna se encargan de acelerar advenimiento. El mismo número de El Entreacto reproduce un texto firmado por “Los Decadentistas”, con una nota al pie: “No firmamos por no saber hacerlo”. El texto se titula “¡Al pueblo! ¡Gloria al Decadentismo! ¡Guerra a la “Revista Azul”!” Entre otras cosas, se reitera que "Somos la inmensa mayoría de la juventud pensífera. Y lo somos de hecho y por derecho". Proclaman a las Flores del mal, de Charles Baudelaire, como su “Evanangelio” y tachan de “infecta” a la nueva revista Azul.
En el número 634 de El Entreacto se publicó un texto titulado “Contraprotestas a favor de la Revista Azul", en el que se alude a un documento aparecido en el cuarto número, firmado, entre otros, por Eduardo Gómez Haro, Guillermo Fernández de Lara y Federico Escobedo. A su vez, menciona que en Aguascalientes se preparan otros documentos de igual índole. El 25 abril se publica otro artículo titulado “El éxito de Revista Azul”. El 28 de abril de 1907 aparecieron en la Revista Azul dos contraprotestas: la “Contraprotesta de la juventud literaria de Puebla, en favor de la Revista Azul", y un texto titulado “Contra-protesta”, firmado en la ciudad de Aguascalientes, el 14 de abril por el poeta Ramón López Velarde, Enrique Fernández Ledesma, José Villalobos Franco, Francisco Reyes Barrientos, V. Resendes, Nicanor García, M. Fernández Ledesma y Eduardo J. Correa. Esta última “Contra-protesta” se inicia con las siguientes palabras: “Ha llegado a nuestro conocimiento la manifestación ruda y de todo punto injustificada con que algunos escritores modernistas han pretendido atacar el viril programa de Revista Azul. Por estar dicho programa enteramente de acuerdo con nuestras convicciones artísticas por ser Revista Azul el órgano defensor de los fueros del purismo castellano a la vez que el fustigador del modernismo, creemos un deber hacer constar nuestro fervor por la nobilísima causa que alienta el referido programa [...]”.
Sin embargo, se publicaron pocos números de la nueva Revista Azul. El 19 de mayo El Entreacto publica el texto “Crisis de Revista Azul”, donde se afirma que la publicación tendrá que hacer paréntesis por razones de "mera administración”. Se dice que el paréntesis puede ser o no largo o culminar en la supresión definitiva del periódico, pues el costo de éste los ha obligado a sacrificios personales.
Años después, Pedro Henríquez Ureña escribirá en sus Memorias: “Un periodista viejo, con pretensiones de crítico y poeta, Manuel Caballero, lanzó al público una Revista Azul, muy mal escrita y con un programa en que se atacaba a los escritores modernistas, pretendiendo así continuar la Revista Azul que dirigió Gutiérrez Nájera: la iniciadora, en México, del movimiento modernista". Alfonso Reyes, por su parte, escribirá en Pasado inmediato que un “oscuro aficionado quiso resucitar la Revista Azul de Gutiérrez Nájera, para atacar precisamente las libertades de la poesía que proceden de Gutiérrez Nájera. No lo consentimos. El reto era franco, y lo aceptamos. Alzamos por las calles la bandera del arte libre. Trajimos bandas de música. Congregamos en la Alameda a la gente universitaria; los estudiantes acudieron en masa. Se dijeron versos y arengas desde el Kiosko público. Por primera vez se vio desfilar a una juventud clamando por los fueros de la belleza, y dispuesta a defenderlos hasta con los puños. Ridiculizamos al mentecato que quería combatirnos, y enterramos con él a varias momias que andaban por ahí haciendo figura de hombres. Por la noche, en una velada, Urueta nos prestó sus mejores dardos y nos llamó “buenos hijos de Grecia”. La Revista Azul pudo continuar su sueño inviolado. No nos dejamos arrebatar la enseña, y la gente aprendió a respetarnos”.