Enciclopedia de la Literatura en México

Colección Relato Licenciado Vidriera

mostrar Introducción

Fernando Pessoa, aquel escritor lusitano de personalidad múltiple, nos obsequió una regla dorada en el texto “Rule of Life”, escrito allá por 1915: “Organiza tu vida como una obra literaria, colocando en ella toda la unidad posible”.[1] Cada quien atiende distintas vocaciones que más o menos dan un orden a nuestros años en este mundo, que ese conjunto de selecciones sea bueno o malo depende de cada persona, pero la frase de Pessoa es una buena norma para los editores.[3]

Una colección editorial es un trabajo conjunto de muchos hombres que la alimentan y ordenan, la cuidan y examinan constantemente. Hay que buscar una calidad constante para construir un discurso plural y diverso, pero con inequívocos puntos de confluencia, que se debe renovar con temas y autores. Una colección constituye una apuesta no por un título o un autor sino por el valor de un fondo editorial. Con cada inclusión de una obra, los directores de la colección se juegan su prestigio y dan ruta a la sobrevivencia del proyecto. La alegoría marítima de llevar a buen puerto el proyecto editorial no puede ser más acertada porque una colección debe mantener un derrotero, una línea señalada, una marca en la rosa de los vientos que otros pilotos, es decir otros editores, con la brújula y el sextante que dan la experiencia, puedan seguir. Sólo el tiempo le da la razón a un editor en sus títulos, pero en una colección la exigencia es considerable porque puede llegar a ajarse mucho antes de morir. Jorge Herralde, fundador de Anagrama, lo decía muy bien cuando comentaba que la mirada del editor se debía ajustar sin perder el enfoque crítico para distinguir entre el rigor y el rigor mortis.[2]

El escritor y editor Hernán Lara Zavala creó en 2003 la colección Relato Licenciado Vidriera de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), especializada en narrativa breve. Sus fines, además de renovar el ofrecimiento a los lectores de las letras clásicas o permanentes, buscaban dar continuidad a la labor de difusión de las grandes colecciones universitarias y poner énfasis en los textos intermedios entre el cuento y la novela.

mostrar Contexto

El documento escrito tuvo varias presentaciones a lo largo de la historia de la humanidad. Se dice que el libro ha pasado por varias “pes”. El contenido intelectual y artístico ha sido incorporado o, como dirían los abogados, “fijado en un soporte material” en piedra, pizarra, papiro, pergamino, papel y pantalla. Y es que la edición instituye, a fin de cuentas, una manera de comunicar mensajes al futuro, en un afán de preservación. Se toma un texto, se lee y transforma, se pule y revisa, se lo dota de una forma coherente cuidando las partes o capítulos, las notas a pie de página y la foliación; se aplica una jerarquía tipográfica a los títulos y encabezamientos; y luego se lo viste con cornisas, índices, prólogos, presentaciones y demás paratextos. Todo esto es una participación de muchos agentes del libro, como editores y diseñadores, ilustradores y correctores de estilo, dirigida a posibles lectores pero no sólo a los actuales sino a quienes todavía no aprenden a leer o ni siquiera han nacido. Michel de Certeau, en una parte donde sigue a Jacques Lacan, dejó caer las siguientes palabras en La escritura de la historia: “El imperativo de escribir se apoya en la pérdida de la voz y en la ausencia del lugar. Su obligación es ser algo que pasa, que pasa indefinidamente. Es necesario lo que no deja de escribirse”.[3]

Las universidades y el libro son instituciones ligadas históricamente. Hernán Lara Zavala comenta que, contra lo que suele imaginarse, las universidades en el mundo cuentan con una añeja trayectoria dentro de la industria editorial.[4] Recordemos que las labores educativas, bibliotecarias y copia de manuscritos de los conventos medievales –ese afán de preservación y estudio–, dieron origen a las universidades y éstas nacieron articuladas al libro. No por nada las editoriales más antiguas que sobreviven son la Oxford University Press de 1478 y la Cambridge University Press de 1584. La primera publica 4,500 títulos al año y la segunda unos 2,500. La Biblioteca de la Universidad de Salamanca, conocida también como Antigua Librería, es la biblioteca universitaria más antigua, procede del siglo xiii. En el siglo xviii Diego Torres Villarroel, escritor e hijo de un librero, compró para esa biblioteca unos globos terrestres con el dinero destinado para comprar libros. Ante las críticas, respondió que esos eran libros gordos y redondos.[5] Desde entonces, los libros esféricos han sido parte del acervo y la alegoría entre el mundo que se lee y el libro que se estudia, es, a todas luces, apropiada para la edición universitaria.

También la Universidad Nacional de México –como en su nacimiento se llamó la Universidad Nacional Autónoma de México– siguió ese nexo. De hecho, el discurso brindado por Justo Sierra en el anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria fue publicado de manera suelta y en la Crónica oficial de las fiestas del Primer Centenario de la Independencia de México. Desde entonces, la Universidad Nacional ha estado ligada al libro por encontrarlo el medio idóneo para alcanzar su triple misión de docencia, investigación y difusión de la cultura.

Al conjuntarse en 1920 en José Vasconcelos los cargos de rector y de jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes –más tarde Secretaría de Educación Pública– y pasar en 1921 los Talleres Gráficos de la Nación a la Universidad, se dio un fuerte impulso a la lectura por medio de la campaña contra el analfabetismo; la creación de bibliotecas públicas, escolares, rurales y ambulantes; y la edición en grandes tiradas de clásicos como Homero, Sófocles, Eurípides, Dante, Esquilo o Platón. Por primera vez, el nuevo escudo de la Universidad, aprobado por el Consejo de Educación el 27 de abril de 1921, se fijó en lomos de libros. Ese mismo modelo vasconcelista de difusión de la cultura lo observó la Universidad cuando en 1934 se cubrió el pasivo de la empresa Editorial La Razón, propiedad de José Manuel Puig Casauranc, a cambio de un linotipo, una prensa mecánica, una mesa de imposición y una cosedora de hilo. Bajo el esquema de cooperativa, esa imprenta universitaria se estableció en la calle de Bolivia del centro de la Ciudad de México y comenzó a funcionar en 1935. Al año siguiente se fundó el Departamento de Acción Social con la extensión académica bajo su cargo y por lo tanto con la imprenta. Bajo la dirección de Francisco Monterde Fernández, los talleres universitarios de impresión iniciaron en 1939 la colección Biblioteca del Estudiante Universitario formada por obras de la cultura mexicana que los estudiantes debían conocer. Más adelante, en 1957, comenzó a imprimirse la colección Nuestros Clásicos con el propósito de llevar las obras consagradas de todos los tiempos a manos de la comunidad universitaria.[6]

Vemos, pues, que “la Universidad ha sostenido el principio de que contribuir al desarrollo de los hábitos de lectura es esencial para la formación integral de las personas”.[7] A fines de la década de 1970 hubo un giro en la estrategia editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México con la aparición de la colección Material de Lectura y sus dos series básicas: Cuento Contemporáneo y Poesía Moderna. Se trataba de proponer a los lectores expresiones literarias esenciales.

mostrar Legibilidad y apariencia espléndidas

La colección Relato Licenciado Vidriera siguió esa línea con la particularidad de observar la elegancia en la forma que merecen los autores. Sus libros, como objetos, tienen la finalidad de combinar la legibilidad con una apariencia espléndida. La colección, obra de Ricardo Noriega y Moira de Chermont, fue diseñada para admirarse; en 2003 obtuvo el Premio al Arte Editorial otorgado por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. El tamaño de la colección, 11.5 x 17 centímetros, es de octavo menor; es decir que son libros de bolsillo o formato enchiridi forma, según la definición de su creador, el impresor, tipógrafo y filólogo renacentista Aldo Manuzio;[8] su portabilidad va unida a lo asequible de su precio pues en sus terminados se ha empleado el encuadernado rústico. Los títulos se imprimen a una tinta frente y vuelta sobre papel bond ahuesado de 90 gramos y forros a 2 x 0 tintas en cartulina acremada de 216 gramos, y llevan encuadernación pegada y cosida con plecas laterales paralelas al lomo. Los tipos que se usan en la composición, sobre una caja de 8.5 x 13 centímetros más folio, son Times New Roman, tipografía con serifa diseñada por Stanley Morison, Starling Burgess y Victor Lardent en 1931. El lomo, la cubierta y cuarta de cubiertas tienen zonas de textos con letras blancas sobre un color que cambia cada título de la colección. La foliación usa números arábigos en la obra y romana en liminares. Es, además, una colección numerada.

Imagen 1. Primera de forros de Justo Sierra O'Reilly, El Filibustero, México, unam (Colección Relato Licenciado Vidriera), 1992. Biblioteca de la Fundación para las Letras Mexicanas.

Una de las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes Saavedra, publicada en 1613, dio nombre a la colección. En ella, el protagonista Tomás Rodaja, después del paroxismo que le produjo comer un membrillo toledano hechizado, despierta “loco de la más extraña locura que entre las locuras hasta entonces se había visto”, pues se creyó hecho de vidrio adquiriendo un insano temor a ser roto y cambiando su nombre a Licenciado Vidriera.[9] Sergio Fernández escribe en el prólogo: “la novela es una alegoría de la vida ya que, bien visto, todos somos de vidrio”.[10] Aunque la colección fue planteada como de novela corta, lo que tiene connotaciones no sólo de extensión sino del tratamiento del tema y la configuración de personajes, se prefirió relato. La razón de llamar a la colección “relato”, nos dice Lara Zavala, “obedece también a un intento de bautizar, de una vez por todas, un género que en español ha requerido siempre de explicaciones o aproximaciones: cuento largo, noveleta y novela corta. Y ya que el cuento y la novela están perfectamente identificados ¿por qué no llamarle a este género a caballo simplemente relato?”.[11]

El logotipo de la colección es una letra uve, sigla de Vidriera, sobre la que descansa la efigie de Cervantes, con golilla, reproducida del retrato al óleo sobre madera de Juan de Jáuregui y Aguilar, pintado en interiores aproximadamente en 1600 y que actualmente conserva la Real Academia Española por donativo de José Albiol. Mucha controversia ha suscitado la autenticidad tanto del personaje como de la autoría de ese retrato pero, sin duda, se ajusta a lo planteado por Cervantes en el prólogo a las Novelas ejemplares:

Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro; los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes, ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño; la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies. Éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y de otras obras que andan por ahí descarriadas y quizá sin el nombre de su dueño; llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo; herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlos v, de felice memoria.[12]

En los números tres y 10 de la colección, se da a conocer al consejo editorial, situación que se vuelve regular a partir del 12. El primer consejo, formado por Hernán Lara Zavala, estuvo integrado por Emmanuel Carballo (México), Gonzalo Celorio (México), Ambrosio Fornet (Cuba), Noé Jitrik (Argentina), R. H. Moreno-Durán (Colombia) y Julio Ortega (Perú). A partir del número 37 el consejo editorial de la colección, ya dirigida por Álvaro Uribe, aumentó al integrarse José Emilio Pacheco, Antonio Saborit y Juan Villoro, todos mexicanos. Más tarde se integró temporalmente Gerardo Jaramillo. Del consejo han fallecido Rafael Humberto Moreno-Durán (21 de noviembre de 2005), José Emilio Pacheco (26 de enero de 2014) y Emmanuel Carballo (20 de abril de 2014). Finalmente, cabe señalar que quienes han intervenido en la colección son, en su mayoría, personal universitario pero también freelance.[13]

Existen obras que no deben olvidarse, que son necesarias generación tras generación, y sirven no sólo para el enriquecimiento de la cultura general, sino para tener una vivencia literaria o artística. También hay escritos que necesitan recuperarse de la estantería de las bibliotecas, que están descontinuados de los catálogos de sus casas editoriales originales o son de difícil acceso para la comunidad universitaria y el público en general. Son historias como las que describe el prólogo de la novela histórica Los libros del deseo: “Cuando unos ojos se han posado sobre ellas, una especie de encantamiento se produce y el descubridor queda atrapado por su hallazgo”.[14] Esas son las que se escogen para Relato Licenciado Vidriera. La colección tiene como valores añadidos el que los textos son revisados para actualizar la ortografía y se ofrece a los lectores una presentación, de extensión variable, escrita por especialistas sobre el autor.

Los primeros títulos tenían un mismo precio, sin importar el número de páginas, para facilitar que los lectores pudieran reunir una pequeña biblioteca completa. El gasto ocasionado por el pago de las licencias por uso de obras con derechos patrimoniales de autor vigentes fue compensado al publicarse obras de dominio público, así como equilibró los precios de servicios de impresión y de papel. El tiraje era de un mil ejemplares para todos, aunque algunos números de la colección requirieron dos o tres tirajes inmediatos. Sin embargo, la idea se cambió al establecerse un precio de venta al público diferente para cada título, precio ligado al costo de producción. Algunos títulos con derechos onerosos, como Los diez mejores cuentos mexicanos del siglo xx, que representa una enorme aportación literaria, ya no pudieron reimprimirse. Eso, amén de un lento suministro de nuevos títulos a las librerías universitarias, distribuidores y puntos de venta, causó que la colección perdiera presencia. Durante 2013, en el décimo aniversario de la colección, se relanzaron los títulos y se presentó una caja conmemorativa con 10 títulos.

Relato Licenciado Vidriera se concibió para integrar textos escritos en lengua española entre el siglo xvi y las primeras décadas del xx. Cuando el escritor Álvaro Uribe asumió la dirección de la colección los lindes de las obras, tanto espaciales como geográficos, se disiparon y se han introducido textos contemporáneos y traducidos. No toda la colección es de novela corta. También han sido incorporados otro tipo de relatos: ejercicios de escritura con 50 topos de Günter Eich, narración de vida con Autobiografía de Ignacio de Loyola y cuentos como “La mano gloriosa” de Marcel Schwob.

¿Qué sucedió para que textos distintos a la novela corta formaran parte del elenco de la colección? Desde el principio se aceptó el texto de Ignacio de Loyola pensando que el fundador de la Compañía de Jesús, como lo dice Ignacio Solares, “pertenece a la estirpe de hombres que han salido al mundo a luchar contra molinos de viento a partir de sus lecturas”.[15] Don Quijote lo hace a partir de novelas de caballería y la correspondencia con la vida de novela de san Ignacio se refleja en su lectura. Después vino un título que abriría la puerta a la narrativa corta y sólo es posible explicar esa incorporación usando las mismas palabras de Umberto Eco, quien contestaba a la pregunta efectuada por milésima vez sobre su motivo para escribir una novela: “Porque tuve ganas”.[16] El proyecto fue Los diez mejores cuentos mexicanos del siglo xx que implicó un enorme gasto de recursos para conseguir los derechos y reunir textos de Juan José Arreola, Carlos Fuentes, Elena Garro, Martín Luis Guzmán, José Martínez Sotomayor, Rafael F. Muñoz, José Emilio Pacheco, Alfonso Reyes, Juan Rulfo y José Vasconcelos. La calidad de cada cuento vuelve a la colección una auténtica joya literaria como indica en el epílogo Hernán Lara Zavala.[17]

Johannes Gutenberg inventó la imprenta de tipos móviles, ligada a una prensa que aprisionaba el jugo a las uvas para obtener vino, en la ciudad alemana de Maguncia hacia 1440. La industrialización de las artes gráficas, durante el siglo xix, posibilitó que grandes poblaciones atendidas se pusieran a leer. Ahora, con la ciberlectura, Lars Ole Sauerberg, de la Universidad del Sur de Dinamarca, formuló el concepto del paréntesis Gutenberg a partir de las ideas de Marshall MacLuhan. Según esto, la impresión de textos sólo sería un tropiezo y las nuevas tecnologías de comunicación recuperarían los aspectos de oralidad, de creación colectiva, de conversación efímera, o de texto líquido.[18] Bajo esa lógica, los títulos de Relato Licenciado Vidriera se están distribuyendo en formato ePub con la posibilidad de compartirse, de comentarse, de socializarse.[19]

Javier Sierra en la novela El maestro del Prado nos habla de la antigua tradición en la que los símbolos no se interpretan o descifran sino que ocurre una asociación de imágenes, paisajes, estatuas y edificios, una lectura de imágenes. Ofrece un importante ejemplo en el Mutus Liber, el libro mudo, publicado en Francia en 1677 por el editor Pedro Savouret y atribuido a Isaac Baulot.[20] Ese libro silente está compuesto por láminas y sólo hay una frase que dice: Ora, Lege, Lege, Lege, Relege, Labora et Invenies (Ora, lee, lee, lee, relee, trabaja y encontrarás). Ese trabajo de leer y encontrar es lo que hacen los lectores de la colección Relato Licenciado Vidriera. En unas cuantas páginas se tiene una historia de profunda significación, se tienen experiencias vitales y preciadas reflexiones. Son sus títulos una breva para los lectores, es decir una ventaja inesperada o un provecho logrado sin tanto sacrificio. Y no existen mejores ventajas que un camino abreviado, que los letreros que indican atajos, que los puentes comunicativos.

mostrar Títulos de la colección

1. El Licenciado Vidriera de Miguel de Cervantes Saavedra con introducción de Sergio Fernández

2. Dos novelas a Marcia Leonarda de Lope de Vega con introducción de Juan Coronado

3. Autobiografía de san Ignacio de Loyola con introducción de Ignacio Solares

4. Vida y hechos del famoso caballero Don Catrín de la Fachenda de José Joaquín Fernández de Lizardi con introducción de María Rosa Palazón.  

5. Trinidad de Juárez de Manuel Payno con introducción de Blanca Estela Treviño

6. El filibustero de Justo Sierra O’Reilly con introducción de Hernán Lara Zavala

7. Tierra de Gregorio López y Fuentes con introducción de Alfredo Reyes López

8. Mencía (Un sueño) de Amado Nervo con introducción de Claudia Cabeza de Vaca

9. El hombre que parecía un caballo de Rafael Arévalo Martínez con introducción de Rafael Humberto Moreno Durán

10. El crimen de Tapuio de José Veríssimo con introducción de Jorge Ruedas de la Serna

11. La guerra de tres años de Emilio Rabasa con introducción de Emmanuel Carballo

12. Dama de Corazones de Xavier Villaurrutia con introducción de Pedro Ángel Palou

13. El cristo negro de Salarrué con introducción de Philippe Ollé

14. El reino de este mundo de Alejo Carpentier con introducción de Ambrosio Fornet

15. Return ticket de Salvador Novo con introducción de Fernando Curiel.

16. La amortajada de María Luisa Bombal con introducción de Beatriz Espejo

17. Una Pascua en San Marcos de Ramón de Palma y RomayEl Ranchador de Pedro José Morillas con introducción de Ambrosio Fornet

18. En la diestra de Dios Padre de Tomás Carrasquilla con introducción de Rafael Humberto Moreno-Durán

19. Novela como nube de Gilberto Owen con introducción de Vicente Quirarte

20. Los aborígenes de Carlos Martínez Moreno con introducción de Rocío Antúnez

21. El diamante de la inquietud de Amado Nervo con introducción de José Ricardo Chaves

22. Viaje a la isla Ricamea de José Joaquín Fernández de Lizardi con introducción de Luis Leal

23. Polvos de arroz de Sergio Galindo con introducción de Beatriz Espejo

24. Por donde se sube al cielo de Manuel Gutiérrez Nájera con introducción de Belem Clark

25. El coloquio de los perros de Miguel de Cervantes Saavedra con introducción de Hernán Lara Zavala

26. La muerte de Pedro Canales de Manuel Mejía Vallejo con introducción de Juan José Hoyos

27. El evangelista de Federico Gamboa con introducción de Óscar Mata

28. Tata Casehua de Miguel Méndez con introducción de Miguel Méndez

29. Margarita de niebla de Jaime Torres Bodet con introducción de Juan Coronado

30. Fotos de Rodolfo Walsh con introducción de Guillermo Samperio

31. El secreto de Augusta de Machado de Assis con introducción de Camilo Ayala Ochoa

32. Eugenia. Esbozo novelesco de costumbres futuras de Eduardo Urzaiz con introducción de Carlos Peniche Ponce

33. Mors ex vita de Clemente Palma con introducción de José Ricardo Chaves

34. Helena o el mar del verano de Julián Ayesta con introducción de Adrián Curiel Rivera

35. Torotumbo de Miguel Ángel Asturias con introducción de José Luis Balcárcel Ordóñez

36. Los diez mejores cuentos mexicanos del siglo xx selección e introducción de Luis Leal y epílogo de Hernán Lara Zavala.

37. La ilustre fregona de Miguel de Cervantes Saavedra con introducción de David Huerta

38. La mano gloriosa y otros cuentos de Marcel Schwob con introducción y traducción de Jaime Moreno Villarreal. 

39. Dos falsas novelas de Ramón Gómez de la Serna con introducción de Miguel Ángel Echegaray. 

40. Junto a los ríos de Babilonia de Stephen Vincent Benét con introducción de Álvaro Uribe.

41. 50 topos de Günter Eich con introducción de Víctor Herrera

42. Invitación al dancing de Octavio N. Bustamante con introducción de Antonio Saborit

43. De obscuras extranjerías de Yolanda Oreamuno Unger con introducción de José Ricardo Chaves

44. La hora y la oportunidad de Augusto Matraga de João Guimarães Rosa con introducción y traducción de Valquiria Wey

45. La canción de la lluvia/ La de los ojos oscuros de Guillermo Jiménez con introducción de Antonio Saborit

46. La obra maestra desconocida de Honoré de Balzac con introducción de María Minera

47. De la leyenda al relato fantástico de José María Roa Bárcena con introducción de Rafael Olea Franco.

48. El barón Bagge de Alexander Lernet-Holenia con introducción y traducción de Héctor Orestes Aguilar

49. La gitanilla de Miguel de Cervantes Saavedra con introducción de Eduardo Contreras Soto

50. Un destripador de antaño de Emilia Pardo Bazán con introducción de Camilo Ayala Ochoa

51. Las manos de Jacob de Aldous Huxley y Christopher Isherwood con introducción de Ignacio Solares

52. Fortuna de Arthur Schnitzler con introducción de Víctor Herrera

53. Leyenda de Buda en la literatura hispanoamericana, breve antología narrativa de Vicente Blasco Ibañez y otros, con introducción de José Ricardo Chaves. 

54. Nostalgia de lo recóndito de Ana de Gómez Mayorga con introducción de Reyna Paniagua

55. Un calvario. Memorias de una exclaustrada/ María del Consuelo de Alberto Leduc con introducción de Blanca Estela Treviño

56. Dos versiones de la muerte de Pedro Antonio de Alarcón con introducción de Hugo Enrique del Castillo Reyes

57. Los maduros de Pedro Castera con introducción de Dulce María Adame González

58. Superchería de Leopoldo Alas Clarín con introducción de Camilo Ayala Ochoa

59. Confesiones de un pianista de Justo Sierra Méndez con introducción de Blanca Estela Treviño

60. Un adulterio de Ciro B. Ceballos con introducción de Carlos Alberto Gutiérrez Martínez

61. Rinconete y Cortadillo de Miguel de Cervantes Saavedra con introducción de Ignacio Padilla

62. Dos cuentos de terror de William Wymark Jacobs con introducción y traducción de Álvaro Uribe

63. Elogio de la mosca. Antología de narrativa de Augusto Monterroso con introducción de Juan Antonio Masoliver

64. Antonia de Ignacio Manuel Altamirano con introducción de Gustavo Jiménez Aguirre

65. Amar sólo por vencer de María de Zayas Sotomayor con introducción de Ely Treviño.

mostrar Bibliografía

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Certeau, Michel de, La escritura de la historia, traducción de Jorge López Moctezuma, México, D. F., Universidad Iberoamericana/ Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, 1999.

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La actividad editorial universitaria, comp. de Arturo Souto Mantecón, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1988.

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Torres Vargas, Georgina AraceliLa Universidad en sus publicaciones: historia y perspectivas, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1995.

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mostrar Enlaces externos

León Cruz, Irma, “Relato hispanoamericano: Género predilecto para la imaginación. Colección Relato Licenciado Vidriera”, en Revista Digital Universitaria, 10 de septiembre de 2004, (consultado el 2 de febrero de 2017).

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