Enciclopedia de la Literatura en México

Un hogar sólido

mostrar Introducción

Un hogar sólido (1957) forma parte de las primeras piezas teatrales escritas por la narradora, periodista y dramaturga Elena Garro. En esta pieza, así como en casi toda su obra, el tiempo y el espacio se anulan, hay saltos de la lógica al absurdo, de la vigilia al sueño. La cripta familiar es el escenario donde una serie de personajes esperan la llegada de su último miembro, Lilia, para juntos aguardar el juicio final. Irónicamente cada uno de los personajes encuentra su hogar sólo en la muerte: un espacio pequeño sin ventanas ni puertas. Con un lenguaje poético, Un hogar sólido se aleja de todo costumbrismo para formular una imaginativa concepción sobre una vida después de la muerte. Publicada por la Universidad Veracruzana en 1958, se incluye dentro del volumen Un hogar sólido y seis piezas en un acto, primer libro de la autora. Un año antes, había sido puesta en escena por el colectivo Poesía en Voz Alta, recibida con entusiasmo y elegida por la Agrupación de Críticos de Teatro como mejor obra mexicana de 1957. Es el único texto de un autor mexicano que forma parte de la segunda edición de la Antología de la literatura fantástica (1965), coordinada por Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares.

mostrar La joven promesa en la literatura

La generación de dramaturgos de los años cincuenta, heredera del Teatro de Ulises y Orientación con maestros como Celestino Gorostiza y Salvador Novo, resalta por sus piezas dramáticas impregnadas de realismo y la búsqueda sobre lo “mexicano”. Siguiendo el camino que traza el maestro Rodolfo Usigli al no imitar las dramaturgias extranjeras para explorar una composición dramática propia y alejándose poco a poco de cualquier folclore y costumbrismo, esta generación, que en su mayoría proviene del interior de la república y que conoce perfectamente la otra cara del México industrializado y moderno, se da a conocer gracias al estreno en el INBA en 1950 de las obras Rosalba y los Llaveros de Emilio Carballido y Los signos del zodiaco de Sergio Magaña. Este año marca el inicio de una generación que definió el rumbo del teatro en México y cuyas obras han sido guía fundamental de la dramaturgia mexicana. A este grupo se le suman las dramaturgas Luisa Josefina Hernández –discípula de Usigli que perfeccionó con su obra los conceptos de composición y estructura dramática– y Elena Garro –que renovó el teatro de esos años con una dramaturgia que entreteje lo real con lo fantástico, y juega con los límites de la imaginación a través del lenguaje poético (de ahí que se le considere cercana a la corriente del realismo mágico y, a veces, del surrealismo).

Después de realizar sus estudios en letras españolas y trabajar como coreógrafa de Julio Bracho, Garro se da a conocer como dramaturga con las piezas Un hogar sólido, Andarse por las ramas y Los pilares de Doña Blanca. Aclamada por la crítica, los comentarios que recibió del grupo de intelectuales al que presentó las obras marcaron una premisa que se corroboraría a lo largo de toda la obra de Elena Garro: una renovación al lenguaje teatral ha llegado.

Algunos dramaturgos, como Víctor Hugo Rascón Banda, consideran que Un hogar sólido refleja la cosmovisión que marcó desde niña a la autora y ubican esta pieza dentro del realismo mágico por su contenido fantástico y el lirismo del lenguaje. Lo mágico, la fantasía, la trasmutación del espacio y del tiempo, la memoria y lo poético son elementos que forman parte de esta pieza y de otros trabajos narrativos de Garro como Los recuerdos del porvenir (1963) y La semana de colores (1964). Realismo mágico o no, teatro del absurdo o no, los temas que incorpora Garro a su poética rompen definitivamente con la concepción de un teatro realista tradicional.

Con pocas acotaciones pero precisa en los detalles, Un hogar sólido es una pieza en un acto en donde los temas, dice Antonio Magaña Esquivel, son sencillos, cotidianos y demasiado familiares por su inmediata cercanía, porque resultan juegos infantiles, recuerdos, pequeños sucedidos o minucias.[1] Esto se refleja claramente en las situaciones de los personajes, su idiolecto y la construcción del lenguaje que Garro les otorga a cada uno de ellos, construcción llena de oralidad y humor, generado a través de la ironía. Gracias a esto, la dinámica con la que convive esta familia resulta verosímil.

Para lograr la configuración de este universo ficticio, el texto relaciona tres elementos que se entretejen para formar una realidad nada cuestionable: espacio-tiempo, simbiosis entre memoria e imaginación y la concepción de la muerte, una creencia de la continuidad de la vida, la transformación del individuo en una multiplicidad de cosas que forman un todo.

mostrar La dislocación del tiempo

Del mismo modo que en Pedro Páramo (1955), novela de Juan Rulfo, el lector descubre paulatinamente la condición de los protagonistas: muertos que habitan un pequeñísimo espacio. A través de situaciones, diálogos y la manera en que se relacionan los personajes, Elena Garro revela poco a poco el estado de esta familia. En un momento de la obra Clemente dice: “¿Te acuerdas que cometimos el error de enterrarla en camisón?”.[2] Sutilmente, la autora va sembrando pistas sobre la realidad de la cripta familiar. Los juegos de Catita con el fémur de su pariente cobran sentido, la voz y la luz que irrumpen en el espacio para decir un discurso de despedida significan el paso definitivo a la muerte y terminan por mostrar la verdad sobre la condición de los personajes. Se entremezcla lo que en realidad es y lo que parece. Esta obra en un solo acto desarrolla el choque entre dos tiempos: el de los vivos y el de los muertos.

Ya dentro de esa cripta, el tiempo sucede de modo diferente. Para todos los personajes el tiempo normal se detuvo el día en que murieron y a partir de entonces éste acontece de manera distinta. Esto se refleja claramente en el personaje de Catita, la más vieja de la familia con apenas cinco años de edad y la primera en llegar a la cripta, víctima de una difteria. Todos los personajes son al mismo tiempo pasado y presente, y mientras esperan también son futuro. El espacio se rige por leyes distintas a las de los vivos, el universo se transmuta en ese lugar único, donde es posible que esta familia espere por el juicio final que será anunciado por la trompeta del arcángel san Miguel y que, según la tradición cristiana, les otorgará la salvación o los condenará definitivamente.

Se rompe la cronología del tiempo, se establece un nuevo orden. La jerarquía familiar genera un extrañamiento por la condensación de éste. Detenidos en su condición (edad, estado civil, momento histórico) cada uno se relaciona con los otros en situaciones llenas de ironía, recurso que la autora utiliza de manera efectiva a través de toda la obra. La tía Catita, la más vieja y a quien todos deben respeto, es al mismo tiempo la más joven. Con apenas cinco años, juega con los huesos de Clemente y mantiene la inocencia de su estado. Por su parte, Vicente, muerto a los veintitrés años, coquetea con su prima Jesusita de ochenta.

Así, entre los recuerdos y el porvenir, la condición irremediable de los habitantes de esa cripta y los hilos de humor que entretejen la historia de esta familia, sobreviene la sensación de nostalgia por la búsqueda de un hogar sólido, que acaso, todos los personajes encontrarán en la muerte.

mostrar Lo femenino: el lirismo y la memoria

En las obras de Elena Garro, el idiolecto de los personajes refleja su condición social y el momento histórico al que pertenecen. Un ejemplo recurrente en las piezas dramáticas de Garro, es el lenguaje poético como rasgo definitorio de los personajes femeninos. Además, el lenguaje se vuelve delicadamente plástico cuando se abordan temas relacionados con la memoria.

MAMÁ JESUSITA: ¡Catita! Ven acá y púleme la frente; quiero que brille como la estrella polar dichoso el tiempo en que yo corría por la casa como una centella, barriendo, sacudiendo el polvo que caía sobre el piano, en engañoso torrente de oro, para luego, cuando ya cada cosa relucía como un cometa, romper el hielo de mis cubetas dejadas al sereno, y bañarme con el agua cuajada de estrellas de invierno. ¿Te acuerdas, Gertrudis? ¡Eso era vivir! Rodeada de mis niños tiesos y limpios como pizarrines.[3]

En la producción teatral de Elena Garro se percibe con facilidad el influjo del teatro lírico de Federico García Lorca y de la poesía de Vicente Aleixandre, según Luz Elena Gutiérrez de Velasco. El lenguaje poético de la autora logra imágenes contundentes que no sólo potencian las posibilidades de representación teatral sino que abogan por una técnica actoral determinada, nunca antes propuesta en la escena mexicana. “LIDIA: [...] Si pudiera encontrar a la araña que vivió en mi casa –me decía a mí misma–, con el hilo invisible que une la flor a la luz, la manzana al perfume, la mujer al hombre, cosería amorosos párpados que cerrarían los ojos que me miran, y esta casa entraría en el orden solar”.[4]

mostrar La muerte como un estado cíclico

En el texto dramático la palabra anula al conflicto, creando, a través del lenguaje poético, imágenes que potencian la puesta en escena. La obra es, en sí misma, un conflicto sobre la espera, un estado cíclico en el que viven los personajes esperando un destino que desconocen y que no saben si les dará tranquilidad. En relación con estos temas podemos encontrar obras de teatro consideradas dentro de la corriente del existencialismo como Esperando a Godot (1952) de Samuel Beckett, donde los personajes parecieran errantes y el conflicto es anulado; y A puerta cerrada (1944) de Sartre, con protagonistas condenados a permanecer en una habitación en espera del infierno. En Un hogar sólido la llegada del último miembro de la familia no genera ninguna confrontación y es motivo para tocar el tema de la muerte como un estado en donde las almas vagan por el mundo, destruyen su individualidad y se funden con el todo.

CLEMENTE: ¿Lilí, no estás contenta? Ahora tu casa es el centro del sol, el corazón de cada estrella, la raíz de todas las hierbas, el punto más sólido de cada piedra.

MUNI: Sí, Lilí, todavía no lo sabes pero de pronto no necesitas casa, ni necesitas río, no nadaremos en el Mezcala, seremos el Mezcala.[5]

mostrar El universo poético: la renovación teatral de Elena Garro

El texto retoma elementos de la cultura popular mexicana como canciones y tradiciones religiosas sobre la muerte. Con un ágil ritmo en el desarrollo dialógico, a manera de coro, hacia el final de la obra los personajes crean una suerte de letanía, de ésas que se cantan cuando se vela a un muerto y que Elena Garro conocía bien. Estos diálogos imponen un tono y un ritmo durante toda la obra, palabras hilvanadas a través del principio de analogía que forman un lenguaje lleno de lirismo y musicalidad, demandan, acaso por primera vez en el teatro mexicano, una forma de actuación no realista.

Cada uno de los diálogos con los que los personajes forman este coro, tiene correspondencia semántica con sus nombres y lo que representan. Así, por ejemplo, el nombre de Vicente, según el diccionario de onomatología de Gutierre Tibón, significa “el vencedor”. Este personaje de Garro murió peleando en el movimiento armado y hace referencia, dentro de la obra, a la espada de San Gabriel. Lo mismo sucede con los personajes de Los perros: el nombre, el desarrollo de su carácter y el destino inevitable al que están ceñidos van de la mano.

EVA: ¡Y yo una ola salpicada de sal, convertida en nube!

LIDIA: Y yo los dedos costureros de la virgen bordando... bordando...

GERTRUDIS: Y yo la música del arpa de Santa Cecilia.

VICENTE: ¡Y yo el furor de la espada de San Gabriel!

CLEMENTE: Y yo una partícula de la piedra de San Pedro.

CATITA: ¡Y yo la ventana que mire al mundo![6]

Lejos de parecer algo azaroso, las palabras elegidas por Garro en toda su obra, desde los nombres hasta el uso de coloquialismos y la construcción de idiolectos, responden a una búsqueda específica de símbolos y signos que indiscutiblemente tienen una repercusión escénica y potencian cada uno de los elementos de la escena.

Las acotaciones son pocas. Insertas en el texto en momentos precisos, adquieren un valor simbólico para la representación teatral. La construcción del universo ficcional se construye con los diálogos de los personajes; las acotaciones, en su sencillez, abren las posibilidades de juegos escénicos, plantean una nueva teatralidad y el desarrollo de una maquinaria escénica que puede ser resuelta desde el punto de vista práctico (“Todos callan. Empieza el descenso de Lidia, suspendida con cuerdas”) hasta la abstracción total (“Desaparece”) y que rechazan una interpretación simplista y convencional de la escena teatral mexicana de la época.

mostrar Crítica y recepción

Durante el cuarto programa de Poesía en Voz Alta, Elena Garro presentó por primera vez tres piezas teatrales: Andarse por las ramas, Los pilares de doña Blanca (originalmente subtitulada La muralla) y Un hogar sólido. Hasta entonces, tanto en Poesía en Voz Alta como en los teatros de México, se presentaban en escena textos mexicanos costumbristas, textos españoles y sus adaptaciones. Elena Garro entró al mundo de las letras un 19 de julio de 1957 en el Teatro Moderno de la Ciudad de México, ubicado en Marsella 23, en la colonia Juárez. Sus piezas deslumbraron a intelectuales y periodistas culturales de esa época. La revista Siempre! reseñó el 7 de agosto de 1957 a Un hogar sólido como:

Una obra de la más alta calidad poética y literaria, algo de lo más bello, de lo más elevado, de lo más importante que autor dramático alguno haya escrito en México en este siglo. [...] el triunfo de la autora se hizo irresistible, arrollador, indiscutible, en Un hogar sólido, felicísimo acierto, cumbre literaria, una de las más altas que el teatro poético moderno haya alcanzado (y esta vez no estamos hablando solamente del de México, sino también del que conocemos de otros países).[7]

Como buen presagio para Garro, el día del estreno de la obra, la sala estaba repleta. De ahí en adelante nada detendría el éxito de esta pieza. De acuerdo con Roni Unger, Un hogar sólido fue elegida como la mejor obra mexicana de 1957 por la Agrupación de Críticos de Teatro.[8] Ese mismo año, la revista Mañana publicó por primera vez la pieza el 3 de agosto; en 1958 llega a Argentina gracias a las páginas de Sur que la incluyó en su número de marzo-abril y la Universidad Veracruzana edita el primer libro de Garro, Un hogar sólido y seis piezas en un acto. Poco se sabe de los primeros montajes de la pieza teatral, según Luz Elena Gutiérrez de Velasco; tras el estreno en Poesía en voz alta en 1957, Triana realizó otro montaje con gran éxito.

A partir de esta obra Elena Garro, la niña que había aprendido de Esperanza Navarro Benitez que la lectura encierra la mejor de las virtudes, comenzó a tener un sitio privilegiado en la literatura mundial del xx, convirtiéndose en noticia reseñada por Luis Spota, Wilberto Cantón, Juan García Ponce, Margarita Michelena, Luis G. Basurto, Antonio Magaña Esquivel, Consuelo Colón, entre otros.

Luis Vicent describe a Elena Garro como una escritora impar entre los autores mexicanos por dos razones: su categórica honestidad y su personalidad originalísima:

tiene esa rara habilidad para llegar de pronto, con una frase cualquiera, con un refrán, con una anécdota mínima, a la esencia de las cosas. [...] Un hogar sólido es una crítica acertada y profunda a la vida de hoy, donde todo está destruido y hueco y donde la gente, que cree que vive muy bien porque vive muy de prisa, nunca ha tenido hogar sólido... No lo ha tenido y no lo puede tener. Sólo en la tumba, en la cripta familiar lo encontrará. Sólo allí... El tema es tremendo. En otra pluma sería desgarrador. En la pluma de Elena Garro es delicioso, poético y satírico.[9]

mostrar Bibliografía

Carballo, EmmanuelEnsayos selectos, comp. y pról. de Juan Domingo Argüelles, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México (Poemas y ensayos)/ Programa editorial de la Coordinación de Humanidades, 2004.

Galván, Felipe, “Teatro, religión y sociedad en la realidad mexicana”, en José Monleón y Nel Diago (eds.), Teatro, religión y sociedad, Valencia, España, Universidad de Valencia, 2006.

Garro, ElenaUn hogar sólido. Obras reunidas ii: Teatro, introd. de Patricia Rosas Lopátegui, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 2009, pp. 19-31.

León Vega, Margarita, “La realidad está en otra parte: el surrealismo en la obra de Elena Garro”, en Luz Elena Gutiérrez de Velasco y Gloria Prado G. (ed.), Elena Garro. Recuerdo y porvenir de una escritura, México, D. F., Tecnológico de Monterrey (Desbordar el canon)/ Universidad Iberoamericana/ Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, 2006, pp. 25-85.

Magaña Esquivel, AntonioImagen y realidad del teatro en México 1533-1960, México, D. F., Instituto Nacional de Bellas Artes (Escenología; 5), 2000.

Meyran, Daniel, "El teatro breve y la toma de conciencia de la mexicanidad : de Luis Quintanilla (teatro sintético) a Elena Garro (teatro poético)", en América: Cahiers du CRICCAL. Les Formes brèves de l'expression culturelle en Amérique Latine de 1850 à nos jours: Poésie, Théâtre, Chanson, Chronique, Essai, núm. 18, t. 2, 1997 pp. 469-474, (consultado el 26 de noviembre del 2012).

Poniatowska, ElenaLas siete cabritas, México, D. F., Era, 2000.

“Teatro. Cuarto programa de Poesía en Voz Alta”, en Patricia Rosas Lopátegui, El asesinato de Elena Garro: periodismo a través de una perspectiva biográfica, México, D. F., Porrúa/ Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2005, p. 80.

Unger, RoniPoesía en voz alta, trad. de Silvia Peláez, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto Nacional de Bellas Artes, 2006.

Vicent, Luis, “Teatro: Hacia la esencia de las cosas”, en Patricia Rosas LopáteguiEl asesinato de Elena Garro: periodismo a través de una perspectiva biográfica, México, D. F., Porrúa/ Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2005, pp. 88-90.

mostrar Enlaces externos

Anderson, Robert K, “La nostalgia del paraíso en Un hogar sólido”, Latin American Theatre Review, (consultado el 4 de mayo de 2012).

Bustamante, Gerardo, “Elena Garro: Cincuenta años de dramaturgia”, (consultado el 26 de noviembre de 2012).

Dorantes Moreno, Adriana Irais, “La otra muerte: Un hogar sólido de Elena Garro”, (consultado el 16 de mayo de 2012).

Peña Doria, Olga Martha, “De la persona al personaje: En busca de un hogar sólido de Guillermo Schmidhuber”, Hispanista, (consultado el 26 de noviembre del 2012).

Uribe Jiménez, Yohan, "Sigue en temporada Un hogar sólido"El Siglo de Torreón, (consultado el 26 de noviembre de 2012).


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