De madre norteamericana y del empresario Pedro Domecq, radicó en México entre 1951 y los primeros años del siglo xxi. Brianda Domecq estudió la secundaria y la preparatoria en los Estados Unidos. Obtuvo en 1979 el título de licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) con una tesis sobre Sergio Galindo. Cursó el doctorado en el Colegio de México (colmex). Fue jefa de redacción de la Revista de Bellas Artes (1972-1973) y presidenta de Pronatura (Asociación Mexicana Proconservación de la Naturaleza) (1983-1985), para la cual editó y diseñó, de 1984 a 1987, su Boletín, revista mensual en la cual publicó regularmente artículos en defensa del medio ambiente. En sus últimos años en México fundó y dirigió las Ediciones Ariadne, en las que publicó su antología en dos tomos, A través de los ojos de ella, donde reunió cuentos de treinta escritoras contemporáneas, y reeditó sus dos novelas. Colaboró también con poemas, cuentos, artículos y reseñas en diversas revistas especializadas del país y, semanalmente, de 1980 a 1984, en la sección cultural de Excelsior. Participó en mesas redondas y conferencias, especialmente sobre la mujer y la cultura.

Brianda Domecq también firmó como como Brianda Rodríguez (por el apellido de su primer esposo) y Brianda Domecq de Rodríguez. Se dio a conocer en el mundo de las letras desde su primer libro publicado, Once días y algo más (1979), novela-testimonio de gran interés en donde la autora demostró un oficio literario poco común en libros primigenios al lograr con éxito recrear su comentado secuestro. Escribió libros de cuentos como Bestiario doméstico en que traza con agudeza los perfiles de sus personajes femeninos, permitiendo una interpretación gozosa, debido a su sentido del humor, y cargada de significaciones por sus sugerencias. Una segunda novela, La insólita historia de la Santa de Cabora, basada en la vida de Teresa Urrea (1873-1906), personaje histórico y leyenda e hija ilegítima de un hacendado y una joven indígena. La narración da cuenta de las acciones reivindicadoras de esta mujer, que adoptó el apellido de su padre y se fue a vivir con él a la hacienda de Cabora, convirtiéndose, de niña ensimismada y arisca en curandera y santa, y más tarde en bandera revolucionaria en contra de la dictadura de Porfirio Díaz. Teresa Urrea, por haber sido la subversiva santa protectora de peones, mayas, yaquis y tomochitecos fue exiliada por el gobierno porfirista a los Estados Unidos, país en el cual murió a los treinta y tres años de edad. Como realidad histórica y como personaje de novela, Teresita es un conjunto de significaciones de todo tipo, entre las cuales destaca el de ser representante de la cultura femenina en el contexto rural frente a la violenta racionalización de los valores culturales masculinos. De lo que sólo era un capítulo perdido en la novela prerrevolucionaria de Heriberto Frías: Tomóchic (1892), la autora construyó todo un apasionante carácter femenino. La reconstrucción de la vida y obra de la Santa de Cabora coloca a esta novela dentro de la corriente del realismo-mágico, ya que lo maravilloso estaba en su misma esencia: una mujer que gracias a su íntimo deseo de ser libre, y de poner en práctica sus dones, le forja un singular e insólito destino. Como ensayista, le ha interesado, en la literatura de sus contemporáneos, el tema de la mujer; el prólogo a su antología, Acechando al unicornio, es un agudo estudio sobre la virginidad femenina, tomando como base la manera en que ha sido tratado en la literatura mexicana, desde la época prehispánica hasta nuestros días. En mujer que publica... mujer pública reúne ensayos sobre literatura femenina y, en A través de los ojos de ella, reúne cuentos cuyos temáticas abarcan la infancia, pubertad, adolescencia, adultez y vejez de las protagonistas de treinta escritoras; mujeres de la sociedad mexicana en particular y de la cultura patriarcal en general. También se ha preocupado por todo lo que sea respetar y amar a la naturaleza. Voces y rostros del Bravo relata la odisea de la autora al recorrer, con el fotógrafo Calderwood, la apasionante trayectoria del río que divide geográficamente a sus dos países.