Dentro de la amplia y magistral obra de William Shakespeare los dramas políticos Julio César y Coriolano ocupan un lugar preponderante, así sea que no tengan la celebridad de otros trabajos del autor, como Otelo, El rey Lear, Hamlet, Macbeth o Antonio y Cleopatra. T.S. Elliot afirmó, por ejemplo, que Coriolano es, “junto con Antonio y Cleopatra, el más sólido éxito artístico de su autor”, y si bien otros expertos muestran notables reservas al respecto, no cabe la menor duda de la trascendencia de las obras reunidas en este volumen.
María Enriqueta González Padilla afirma en el prólogo: “En cuanto a Julio César, el contraste con Coriolano, si bien no tan diametral como con Antonio y Cleopatra, también es grande. Aunque Bruto y Coriolano sean frutos ambos de una educación basada en la ‘virtus’, la entereza y la energía que constituyen el supremo valor romano y cuya posesión llena al hombre de legítimo orgullo, no tiene nada que ver la vanidad de Bruto, inocente y desinteresada conciencia del honor y del deber cumplido, con el orgullo altanero y el egoísmo avasallador de Coriolano. Aquél será soldado en aras de la patria. Éste se apresta a sacrificar todo, incluso la patria a la exaltación de sí mismo. Pero los destinos de uno y otro se tejen en el telar de la ‘civitas’ romana, donde no sólo los nobles sino la plebe, habrán de jugar papeles decisivos. Por ello juzgamos que no está fuera de lugar publicar junto al drama de los magnicidas de César, políticos inexpertos, la tragedia de este militar de pelo en pecho que fue Coriolano, quien por su absoluta falta de diplomacia y su torpeza en las relaciones públicas hubo de sufrir una caída tan humillante como estrepitosa”.
Junto a la grandeza dramática de estas obras, el lector encontrará la magia técnica que hizo de Shakespeare el clásico de todos los tiempos.