Enciclopedia de la Literatura en México

Mariana Frenk-Westheim

Radicó en México desde 1930 y se nacionalizó mexicana en 1936. Hizo estudios de Literatura Alemana, Francesa, Española y Latinoamericana en la Universidad de Hamburgo y en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Impartió clases en la Universidad Iberoamericana y de Alemán en la Escuela Nacional Preparatoria (enp). Impartió Literatura Alemana, Redacción y Composición y Teoría Literaria en el Departamento de Letras Alemanas de la Facultad de Filosofía y Letras (ffl) de la unam. Tuvo a su cargo un curso de Clásicos Modernos de la Literatura Universal en Radio unam. Fue coordinadora y asesora del Museo de Arte Moderno, traductora en la primera Conferencia en México de la unesco y, en tres idiomas, en el Instituto Politécnico Nacional (ipn). Colaboró en revistas especializadas mexicanas y suplementos culturales de los principales diarios de la Ciudad de México con cuentos, aforismos, prosas breves, artículos, ensayos, críticas de arte y traducciones. Mariana Frenk es una destacada traductora del alemán al español y traductora y difusora de la obra de Juan Rulfo en Europa, labor que la hizo merecedora de homenajes del inba.

Mariana Freund Pick, quien firma sus trabajos como Mariana Frenk o Mariana Frenk-Westheim, ha destacado en el ámbito de la cultura mexicana por sus traducciones, sobre todo del alemán al español, como las obras completas de su segundo esposo, el crítico de arte alemán Paul Westheim, estudioso de las manifestaciones artísticas de las sociedades prehispánicas de México. Tradujo al alemán la obra de Juan Rulfo y es autora de algunos de los mejores textos críticos sobre Pedro Páramo y de crítica de arte pictórico. Sus libros y textos en publicaciones periódicas son de difícil clasificación. Y mil aventuras, libro misceláneo, reúne breves cuentos y texto de variada temática, aforismos, epigramas, poemas, fábulas y ocurrencias. Como lo fue la propia autora, Y mil aventuras es un libro heterodoxo, inclasificable, original, mordaz, sagas e irónico.

Mariana Frenk-Westheim (Hamburgo, Alemania, 1898–Ciudad de México, 2004) traductora, escritora, ensayista y crítica de arte. Nace en Hamburgo en 1898, en el seno de una familia judía de origen checo. Llega a México en 1930 huyendo con su esposo y sus dos hijos de los primeros brotes del nazismo. La familia adquiere la nacionalidad mexicana en 1936. En pocos años Mariana Frenk-Westheim se convierte en colaboradora y amiga de una multitud de artistas e intelectuales mexicanos, entre ellos Fernando Benítez y Fernando Gamboa (será colaboradora del primero en la prensa cultural y trabajará estrechamente con el segundo en el Museo de Arte Moderno de México entre 1972 y 1987). A partir de los años cuarenta comienza para Frenk-Westheim una intensa actividad de traducción. Se convertirá en la traductora al español de toda la obra del crítico de arte Paul Westheim y será, en la siguiente década, la traductora al alemán de Juan Rulfo. Con la traducción de Pedro Páramo, primera edición de la novela en lengua extranjera, será descubierto el autor mexicano por el público fuera de la lengua española. Traducirá algunos años después El llano en llamas (Der Llano in Flammen, 1964) y El gallo de oro (Dergoldene Hahn, 1984). Después del fallecimiento de Westheim, en 1963, se hace cargo para varias editoriales de la reedición de sus obras y se convierte en su más fiel portavoz.

Paralelamente a su actividad traductora, Frenk-Westheim escribe desde muy temprano varios cuentos cortos y aforismos. Entre los años 1935 y 1937 escribe dos cuentos infantiles “Muchos, somos muchísimos” y “Cuando lo sepan”, ambos premiados respectivamente en 1935 y 1936, en el concurso de literatura infantil organizado por la Secretaría de Educación Pública.[1] De manera esporádica pero constante la prensa cultural mexicana publicará sus cuentos y aforismos.[2] En 1982, publica Mariposa, eternidad de lo efímero “un grupito de aforismos”[3] dedicados al arquitecto Manuel Parra e ilustrado por su hija Carmen Parra. En 1992 sale a la luz Y mil aventuras, publicado por la editorial Joaquín Mortiz, reeditado en 1997 por la unam y en 2001 por la editorial Siglo xxi. Durante los últimos 20 años de su vida activa, Frenk-Westheim está tan solicitada como crítica de arte y ensayista que deja de traducir. El arte contemporáneo, así como la literatura nacional y extranjera siguen en el centro de sus preocupaciones y la traductora se confirma como escritora. Su último libro, Tausend Reime für Grosse und KleiemeMil rimas para grandes y chicos– se publica en Düsseldorf en 2002[4] y constituye uno de los pocos textos que publica en su lengua materna. Fallece en la Ciudad de México en 2004, a los 106 años.

Aunque no pudo concluir en Alemania sus estudios universitarios, Mariana Frenk-Westheim (originalmente Freund) empezó muy pronto a escribir y a traducir: “Hice mi primera traducción a la edad de ocho años. Era un cuento alemán que traduje al francés. Se llamaba Von der Freud, De la alegría –título extraño tratándose de un cuento infantil– y conservo aún el manuscrito. Así es que, sin exagerar mucho, puedo decir que comencé a traducir en la cuna”.[5] Tuvo, desde muy joven un estrecho contacto con la lengua y letras españolas;[6] esos pasos ágiles entre las lenguas la acompañarán toda su vida, aunque sus escritos más íntimos fueron redactados en alemán, su lengua materna. Si bien la llegada a México le permitió escapar a tiempo de un régimen que perseguía tanto a judíos como a socialistas, la inserción en el país no fue fácil. Ernesto Frenk, exitoso médico antes de su arresto en Alemania, no hablaba español y aunque logra abrir un consultorio en el centro de la Ciudad de México, la condición económica de la familia es muy precaria. Mariana da clases de alemán y toma clases de literatura en la universidad, los hijos van a una escuela pública y la pareja se conecta paulatinamente no sólo con la emigración alemana progresista, sino con el medio intelectual y artístico mexicano, en especial con los escritores de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (lear). Sin embargo, las dificultades financieras apremian, y Mariana Frenk-Westheim se pone a traducir. A principios de los años cuarenta, conoce a Paul Westheim, refugiado alemán, judío, socialista y renombrado crítico de arte contemporáneo (con el que se casará en 1959, después del fallecimiento de su primer esposo Ernesto Frenk en 1957).

A partir de este momento, Frenk-Westheim traducirá sus conferencias y cada uno de sus textos, desde sus múltiples intervenciones en la prensa cultural hasta los seis libros que constituyen la obra mexicana del autor. En 1945, el Instituto Politécnico Nacional la contrata como traductora al y del alemán, francés e inglés. Si bien el puesto le proporciona ingresos que le permiten suplir las carencias de la economía familiar, la burocracia de la institución, así como el tipo de textos que le solicitan traducir o corregir le parecen tan profundamente aburridos, que sale del ipn en 1954.

Aunque el renombre de Mariana Frenk-Westheim traductora empieza con Paul Westheim, trabajador incansable que escribe tanto sobre el arte prehispánico como sobre el arte mexicano contemporáneo, no acaba con él. Traducirá para el fce a varios otros autores de lengua alemana, como Gustav Nohl (Introducción a la ética 1952, Breviarios), Wilhelm Worringer (Abstracción y naturaleza. Una contribución a la psicología del estilo, Breviarios, 1953), Eduard Seler (Códice Borgia y Comentarios al Códice Borgia, 1963; ambos publicados en la colección Códices Mexicanos) o revisa traducciones realizadas por otros como en el caso de Historia del arte alemán (1953, Breviarios) de Gustav Barthel traducido por Ernesto de la Peña, o en el de Los griegos. Herencia y raíces (1988), de Arnold Toynbee traducido por Esteban Calderón.

En los años cincuenta conoce a Juan Rulfo en casa de su hija Margit Frenk, casada con Antonio Alatorre. La lectura de Pedro Páramo la impacta a tal punto que propone su traducción a la editorial alemana Carl Hanser Verlag. El escritor mexicano y su traductora al alemán adquieren inmediatamente fama internacional. Alberto Vital, en su estudio sobre la recepción alemana de Rulfo, apunta con mucha claridad: “Mariana Frenk representa en resumen un ejemplo de alta participación del traductor en la difusión y recepción de un texto: el efecto de los libros rulfianos en ella se multiplicó en los dominios de la lengua alemana y esto a su vez repercutió en el país del propio Rulfo”.[7] La traducción posterior de El llano en llamas (Der Llano in Flammen, 1964) y El gallo de oro (Dergoldene Hahn, 1984), publicadas por la misma editorial, convierten a Mariana Frenk-Westheim en la traductora de Rulfo al alemán, único literato mexicano al que Mariana traducirá a dicha lengua. La actividad profesional de su hija Margit en el medio académico y literario consolidará sus lazos con poetas y escritores. La amistad con Rulfo y el mutuo reconocimiento entre ambos serán duraderos. No sólo Mariana Frenk-Westheim establece la relación con la editorial alemana para traducir a Rulfo, sino también gestionará sus derechos de autor con varias otras editoriales.[8]

La trayectoria y el renombre de Mariana Frenk-Westheim en la historia de la traducción resultan bastante excepcionales. Si bien se pueden encontrar varias de sus traducciones dispersas en la prensa cultural, como “Ensayo sobre Chéjov” de Thomas Mann,[9] su actividad traductora se irá concentrando, como se ha referido ya, en dos personajes nucleares del mundo artístico y literario de México –Paul Westheim y Juan Rulfo– con los cuales acaba teniendo estrechas relaciones, ya que se casa con el primero y con el segundo traba una larga amistad. Cuando empieza a traducir a Westheim en los cuarenta, éste ya tiene fama internacional como renombrado conocedor del expresionismo alemán. Rápidamente, Fernando Benítez lo invita a publicar en la prensa nacional y Mariana Frenk-Westheim traducirá cada uno de sus artículos. Si bien Westheim, quien “nunca llegó a dominar el español”[10] interviene en un principio sobre el arte contemporáneo, pronto se apasiona por el arte prehispánico. Así como lo explica Frenk-Westheim en una entrevista con Mathias Jágger: “Westheim era el portavoz de un arte expresivo; y el de México antiguo es muy expresivo. Para comprender ese arte, él sólo tuvo que dar un paso muy pequeño”.[11] Sus libros sobre el México prehispánico, todos traducidos por Mariana Frenk-Westheim, se publicarán en las grandes editoriales del país, como Era y el fce. El más conocido de ellos, no sólo reeditado varias veces en México (fce, 1950, 1963; Era, 1970), sino también publicado en Estados Unidos (1965) y Alemania (1966) es Arte antiguo de México. El nombre de Mariana Frenk-Westheim aparece en todas las ediciones, y así será en todos los libros traducidos por ella.

Cuando decide traducir a Rulfo al alemán, Mariana Frenk-Westheim es ya una reconocida traductora al español y una destacada intelectual que tiene presencia en el espacio público. No sólo como docente de lengua alemana, sino también porque su voz se escucha en varios foros como Radio unam, espacio en el que interviene durante seis meses sobre la cultura alemana.[12] Paulatinamente Mariana Frenk-Westheim se convierte en especialista tanto de la obra de Rulfo como la de Westheim y, por ende, del México prehispánico. Pero también interviene, y es una dimensión importante de su vida profesional, sobre el arte en sentido amplio y en especial sobre la pintura contemporánea del país, como se puede ver en los artículos publicados con cierta frecuencia en la prensa cultural desde los años setenta.[13]

Aunada a una longevidad excepcional sostenida por una personalidad polifacética, respetada en todos los ámbitos en los que se desempeña, premiada en varias ocasiones por sus relatos breves y aforismos, y homenajeada como una de las grandes figuras intelectuales de México, Mariana Frenk-Westheim tuvo con su actividad traductora una relación compleja. Muchas de sus reflexiones en torno al oficio que marcó su vida están diseminadas en sueños, fábulas, relatos y algunos testimonios: en uno de sus textos breves leemos: “[a]l cambiar la redacción de una idea, esta también cambia, aunque sea ligeramente. La forma influye en el sentido. (Entonces, ¿qué decir de las traducciones?)”;[14] en uno de sus sueños, transcritos y recopilados por Margit Frenk y Esther Janowitz[15] cuenta: “Tenía yo una cita en Toluca con Carlos Pellicer. Era para revisar otra vez la traducción.”;[16] en otro sueño de la misma época se lee: “Yo le había dado a Xavier Villaurrutia la traducción de las cartas de Rilke, sin que figurara ahí mi nombre como traductora. Entonces me arrepentí mucho y pensé: ‘Ahora las va a publicar simplemente con su nombre”.[17]

Un fragmento de su cuento “La Institución”, de corte kafkiano, aborda con mucho sentido de humor y sarcasmo una dimensión de la traducción que Frenk-Westheim aborrecía y con la que tuvo que lidiar durante 9 años: “Caramba, ¡qué hombres tan eruditos teníamos allí! ¡Cuánta inteligencia reunida y con qué fin más noble! Traducido un documento, oficio, memorándum, una carta o nota, había que revisar la traducción, corregirla, pasarla en limpio, volverla a revisar, volver a corregirla, escribirla en esténcil, revisar el esténcil, corregir el esténcil, mimeografiarlo, compaginar las hojas mimeografiadas, engrapar y archivarlas. Ah, y por poco se me olvidaba: antes de archivar la traducción, había que retraducirla al español. Era uno de los más gloriosos rendimientos del departamento…”.[18]

Sin embargo, en “Traducir”, extenso artículo publicado por el suplemento cultural del periódico Unomásuno en 1984,[19] es donde Frenk-Westheim, con gran humildad y cuidado aborda su quehacer en toda su complejidad. Es uno de los pocos textos en el que Frenk-Westheim muestra su profundo conocimiento de la reflexión teórica producida en torno a la traducción, desde figuras claves como Goethe, Schleiermacher, Humboldt y Ortega y Gasset, citando en extenso a Montesquieu, Madame de Staël, André Gide, Ernest Renan y Franz Rosenzweig, en el que la traductora intenta definir desde su experiencia la figura del traductor. Al deslindarse de las intransigencias de Ortega y Gasset y al reivindicar que el traductor puede y debe acercar el texto traducido al lector,[20] idea que retomará en varios de sus textos, Frenk-Westheim expone lo que tiene que ser la traducción: “Lo que podemos traducir, es sólo el hueso de la palabra”, “La traducción es una especie de disfraz (…) una variante del original”; “La traducción es el original, visto bajo otra luz”. Asimismo, Frenk-Westheim busca definir la personalidad del traductor: “Al hablar del traductor, me refiero al traductor por vocación y por vicio, una persona rara y maniática. (…) Esa persona, hasta en sus sueños hace versiones de lo que ahí se comenta. El traductor es un maniático. (…) Estos traductores viciosos quedan fieles a su vocación durante toda su vida, pese a la falta de reconocimiento.”; “El traductor es un ser modesto y abnegado. Él no quiere lucirse, él se conforma con que se le mencione su nombre, a veces impreso con un tipo de letra chiquito y otras veces simplemente no figura”.[21] Si bien varias reflexiones sobre el traductor y su quehacer vuelven a surgir en la mayoría de sus textos, entrevistas, conversaciones en los que habla de traducción, como en Recuerdos y retratos…, las formulaciones en torno al ser traductor que se encuentran en “Traducir” resultan únicas en la prosa de Frenk-Westheim. Es uno de los pocos textos en los que ella habla desde un “nosotros” traductor, como en el fragmento siguiente: “Otra condición esencial para que, a pesar de todo, nos salga bien nuestro trabajo: que el traductor trabaje con una intensidad comparable, toute proportion gardée, a la del autor”.[22]

Sobre su traducción de Rulfo, Mariana Frenk-Westheim escribió relativamente poco. Se extendió más en entrevistas, a las que esta “maestra de la conversación” se prestaba con gusto.[23] En una de ellas, realizada en 1998 y centrada específicamente en su labor como traductora de Rulfo al alemán,[24] la traductora que acababa de cumplir 100 años expresa con mucha claridad lo que buscó y encontró al traducir a Rulfo. Para Frenk-Weistheim, “el español de Rulfo es el lenguaje de un poeta”[25] y hay que traducirlo como tal. Al recordar que alguien le había casi reprochado que su traducción se leyera como si fuera escrita en alemán, Frenk-Westheim es categórica: “Yo creo que hay que buscar una forma de acercar, de encontrar el equivalente”.[26] En un texto relativamente breve reproducido por el mismo boletín, redactado en 1995 y destinado a ser leído en la ffyl de la unam, enviado posteriormente a Bielefeld, Alemania, para un coloquio y homenaje que se le rindió en 1997, en el que afirma que la lectura y la traducción de los textos de Rulfo habían cambiado su visión del mundo y de la vida, Frenk-Westheim reitera, con un autoelogio que sus cien años le permiten, su papel fundador en la traducción de la obra de Rulfo: “Mi traducción fue la primera de todas. Por mí, Europa conoció a este gran escritor mexicano. Por favor, perdonen ustedes a esta ancianita el orgullo que siente por ello. Algunas de las traducciones a otros idiomas –creo que son ahora 37 o 38– publicadas después se basaron en la mía; de algunas me lo han dicho y de una sola lo sé a ciencia cierta: la holandesa”.[27] 

Al comentar su traducción de El llano en llamas (Der Llano in Flammen), es más elocuente en cuanto a sus dificultades y estrategias. Frenk-Westheim se entrevistó en varias ocasiones con el propio Rulfo para que le explicara las palabras que no encontraba en el diccionario, y para exponerle las exigencias del editor, generalmente de tipo estilístico o estructural, como poner un encabezado a los “capítulos” de la versión alemana, condición que Rulfo aceptó sin problema. Pero reconoce, con satisfacción, cómo su traducción logró “con las palabras, y más allá de ellas, la atmósfera mística y misteriosa que impregna casi toda su obra”.[28] Concluye Frenk-Westheim su entrevista con palabras que permiten entender por qué Rulfo fue el único escritor al que tradujo al alemán: “Angustia y deleite fue para mí la traducción de Rulfo. ¿No será así para todo traductor de verdad? Angustia y deleite: ¿no podemos designar con esta fórmula la materia de que está hecha nuestra vida?”.[29]

El papel que desempeñó la traducción de Frenk-Westheim en la recepción de Rulfo es de sobra conocido. En 1959, la propia Frenk-Westheim traduce del alemán unas cuantas de las “cincuenta y nueve reseñas”[30] que le llegaron. Algunas de ellas elogian la traducción: “Hay que dar las gracias a la editorial por la traducción poéticamente extraordinaria”;[31] “A la traductora Mariana Frenk-Westheim se debe que este lenguaje característico de Rulfo siga sonando tan excelentemente en la versión alemana”.[32] Para la mayoría de los estudiosos de Rulfo, mexicanos e hispanoamericanos, Mariana Frenk-Westheim ocupa un lugar insoslayable. Alberto Vital escribe en sus reconocimientos: “a Mariana Frenk, de quien todos somos deudores”[33] y Jorge Zepeda le dedica su libro La recepción inicial de Pedro Páramo (1955-1963).[34] Asimismo, las cartas y la entrevista compiladas en el capítulo “Juan Rulfo y Mariana Frenk-Westheim: el reconocimiento del silencio” corroboran la estrecha amistad que hubo entre ambos.[35] Por ello, no deja de sorprender que no la hayan invitado a participar en el primer homenaje a Rulfo que se realizó en México en 1980.[36]

En fechas recientes se publicaron varios textos que documentan ampliamente las traducciones, ediciones y reediciones de la obra de Rulfo en las distintas lenguas del mundo.[37] Algunas retraducciones de Pedro Páramo se publicaron en los últimos años en alemán, francés e inglés. Al comentar la nueva traducción de Rulfo al alemán en la fil de Guadalajara, Alberto Vital se muestra cauteloso y muy respetuoso de ambas traductoras. Aunque da a entender que la traducción de Dagmar Ploetz, publicada en 2008 por la editorial Suhrkamp (Múnich) no capta quizá todos los matices culturales recogidos en la traducción de Mariana Frenk-Westheim, quien logró convertir a la obra de Juan Rulfo en una suerte de “institución”, sí reconoce el gran mérito de reactivar el mercado editorial en torno a su obra.[38]

La traducción de las obras de Westheim constituyó otro tipo de tarea, aun cuando el gran erudito y crítico de arte, cabe repetirlo, ocupara el centro de su vida. Apenas se encuentran en ellas algunas alusiones furtivas a la traducción, como en esa advertencia de media cuartilla firmada por Frenk-Westheim para la tercera edición de Arte antiguo de México, publicada por Era en 1970, en la que se lee: “La traducción se ha vuelto a revisar, y donde las recientes exploraciones lo hacían necesario, se ha añadido notas”. Parca en sus comentarios, y más aún cuando de sus traducciones se trataba, Mariana Frenk-Westheim siempre lo fue. Cierto es que, a estas alturas, ya era portavoz de Westheim, experta en sus escritos y agente principal de las reediciones de su obra. Tampoco expresó comentario alguno acerca de sus traducciones eruditas de Eduard Seler, maestro al que Paul Westheim dedicará sus primeras obras sobre México.

Mariana Frenk-Westheim huyó de una Alemania en plena efervescencia fascista y llegó a un México en plena efervescencia artística. Si bien su inteligencia y sensibilidad, así como el bagaje cultural que traía consigo, le permitieron entrar rápidamente en contacto con el mundo artístico de su tierra de adopción, siendo el arte en todos sus aspectos el único campo de actividad que realmente le interesó a lo largo de su trayectoria intelectual, la traducción constituyó para Mariana Frenk-Westheim un eje rector, “la tarea de mi vida”,[39] aunque dejara de traducir cuando “[el caracol] ya no cabía en su concha”.[40] Las obras que le dieron nombre como traductora pasaron por su implacable selección. Con Rulfo, producción de literatura poética. Con Westheim y los filósofos alemanes, producción de conocimiento artístico y estético. Angustia y deleite de la traducción verdadera.

 

Referencias

Bollinger, Rosemarie, “Rulfo desde Alemania”, en Cuadernos Hispanoamericanos 421-423, Madrid, 1985, pp. 223-237.

Frenk-Westheim, Mariana, Mariposa, eternidad de lo efímero, Ciudad de México, Porrúa, 1982.

----, Tausend Reime für Grosse und Kleime : die Tier- und Dingwelt alphabetisch vorgestellt, Düsseldorf, xim Virgines, 2002.

----, ...y mil aventuras, Ciudad de México, Siglo xxi, 2001.

----, Arte entre dos continentes: artículos y ensayos, R. García Bonilla comp., presentación y notas, Ciudad de México, Conaculta-siglo xxi Editores, 2005.

----, Aforismos, cuentos y otras aventuras, México, Fondo de Cultura Económica; Edición y textos introductorios de Margit Frenk y Esther Janowitz, Ciudad de México, fce, 2013.

García Bonilla, Roberto, Un tiempo suspendido; Cronología de la vida y la obra de Juan Rulfo, Ciudad de México, El Centauro, Centro Nacional de la Cultura y las Artes, 2008.

----, Recuerdos y retratos de Maria Frenk Westheim, Ciudad de México, Siglo xxi editores, 2014.

Gordon, Samuel, “Cartas de Juan Rulfo a Mariana Frenk-Westheim”Revista de Literatura Mexicana, unam, vol. 13, nº2, 2002.

Los Murmullos, Boletín de la Fundación Juan Rulfo, nº2, 1999.

Stallaert, Christiane,  “Cruzar la frontera del encanto. Juan Rulfo en el sistema mundial de las letras”, Hermēneus. Revista de traducción e interpretación 19, 2017, pp. 335-363.

Vital, AlbertoEl arriero del Danubio, Ciudad de México, unam, 1994.

Zepeda, JorgeLa recepción inicial de Pedro Páramo (1955-1963), Ciudad de México, Fundación Juan Rulfo, 2005.

 

Traducciones

Rulfo, JuanPedro Páramo: Roman, trad. Mariana Frenk-Westheim, Múnich, Carl Hanser, 1958.

----, Der Llano in Flammen: Erzählungen, trad. Mariana Frenk-Westheim, Múnich, Carl Hanser, 1964.

----, Dergoldene Hahn, trad. Mariana Frenk-Westheim, Múnich, Carl Hanser, 1984.

 

Traducciones no literarias

Nohl, Herman, Introducción a la ética: Las experiencias éticas fundamentales, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1952.

Seler, Eduard, Códice Borgia, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1963.

----, Comentarios al Códice Borgia, I, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1963.

----, Comentarios al Códice Borgia, II, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1963.

Westheim, PaulArte antiguo de México, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1950.

----, El grabado en madera, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1954.

----, Ideas fundamentales del arte prehispánico en México, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1957.

----, La calavera, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1983.

----, Mundo y vida de grandes artistas, I, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce-crea, 1985.

----, Arte, religión y sociedad, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce-crea, 1987.

Worringer, Wilhelm, Abstracción y naturaleza. Una contribución a la psicología del estilo, trad. Mariana Frenk-Westheim, Ciudad de México, fce, 1953.

Instituciones, distinciones o publicaciones


Universidad Iberoamericana
Impartió clases

Facultad de Filosofía y Letras FFyL (UNAM)
Impartió Literatura Alemana, Redacción y Composición y Teoría Literaria en el Departamento de Letras Alemanas

Universidad Nacional Autónoma de México UNAM
Tuvo a su cargo un curso de Clásicos Modernos de la Literatura Universal en Radio UNAM

Universidad Nacional Autónoma de México UNAM
Impartió clases de Alemán en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP)