La obra de Scorza se agiganta al paso del tiempo. Sus relatos, que parten muchas veces de hechos reales, sin desdeñar el mito y la fantasía, no sólo muestran la calidad literaria de su autor, sino que permanecen como testimonios de una realidad latinoamericana.
La acción transcurre en París y en la selva peruana. Los personajes, un escritor y su criatura: el guerrillero guevarista en una fantástica fuga por la maraña de ríos amazónicos. Pero, ¿dónde empiezan y terminan la ficción del personaje inventado y la realidad del inventor, ambos pertenecientes al mismo movimiento político? De la mano del primero nos introduce Scorza en el mundo de los exiliados latinoamericanos en la capital francesa -mera etapa del disidente en su deambular-, un París auroleado por los tópicos literarios, una estampa con luces de subversión, bohemia y amorios. Y en compañia del otro nos sumerge de lleno en el corazón del drama sudamericano, en el que se entremezclan mitologías antiguas y luchas actuales.