A Sergio Ramírez no sólo le envidio el talento. También le envidio su incesante actividad creadora y su no menos incesante capacidad de esperanza. ¿Cómo puede soñar siempre sin dormir nunca?
Eduardo Galeano
Sergio Ramírez aprendió a escribir dibujando, oyendo radionovelas, leyendo comics, viendo cine… Sin embargo no se hizo ni dibujante ni cineasta. Se hizo escritor y se hizo político. Del dibujo, cine, del comic, adquirió la visión narrativa, la “virtud cinética”, que lo formarían empíricamente como escritor. Las radionovelas lo ayudaron a descubrir lo oculto: “una de las maneras de imaginar”.
En la ciudad de León, adonde fue para estudiar derecho y notariado, se comprometió con la política. Sobreviviente de la masacre de estudiantes perpetrada por el ejército somocista en julio de 1959, descubrió que su vida había cambiado para siempre: “En el escritor adolescente, nacía entonces el revolucionario adolescente”.
De estos oficios compartidos hablan los diversos artículos de este libro. Oficios que se influyen uno al otro, que se cuestionan uno al otro, que se apoyan uno al otro. Política y literatura son sus temas centrales, tratados siempre en un lenguaje limpio, cálido, amistoso, sincero y entrañable.
“Aprendí a compartir mi vida entre el oficio de escritor y el oficio de político, algo que no es fácil de explicar porque a muchos, y a mí el primero, parecen oficios excluyentes; pero que han sido en mí —y la revolución puede explicarlo mejor que cualquier otro argumento— una sola visión, una sola certeza, una sola vivencia, un mismo motivo, consecuencias de una misma sensibilidad”.
Sergio Ramírez, escritor, político, ha publicado cuentos, novelas y numerosos artículos. En su natal Nicaragua hace la revolución como militante del FSLN, ya sea dentro del gobierno, en su momento, o desde la oposición, como ahora.