“América Latina es ahora una negación y una ambición. En nuestra batalla por ser autocríticos, nos enfrentamos a los que custodian los viejos mitos y estamos determinados a demolerlos sin piedad. No más mentiras”.
A lo largo de su vida Marta Traba no miente, ni se miente a sí misma como lo acostumbramos los latinoamericanos que solemos creer a pie juntillas en nuestras fábulas y en nuestros apotegmas. Marta no miente y por lo tanto demuele. Basta una sola frase verdadera. Descarnada y directa la temen por sus juicios lapidarios. Sin embargo, esa mujer endiablada es un torrente de compasión por la gente llamada “insignificante”.
Prólogo de Elena Poniatowska
Si el tiempo, despiadado, empieza a darnos la sensación de que la década del 70 al 80 fue otra época infame, una más, en la historia de América Latina, esta novela, nada reivindicatoria, saca a la superficie muchas cosas que permanecían ocultas….Gracias a la novela los hechos siguen vivos, allí, delante nuestro. Gracias a ella también aparecen cancelados: tienen una fecha. Parábola y testimonio, al leer estas páginas nuestra memoria las recrea, cambiando lugares y nombres, haciéndolos nuestros en cuanto que es un texto que nos concierne, pero deja a su vez intacta la forma gracias a la cual se plantea con tanta lucidez y tanta perspicacia, esa situación básica: la del exilio.
Prólogo de J. G. Cobo Borda