La tragedia de Romeo y Julieta pertenece a la primera etapa como dramaturgo de William Shakespeare (1564-1616), en la que el afán experimental lo lleva a intentar diversos tonos y estilos. O como explica María Enriqueta González Padilla: “Romeo y Julieta puede verse en más de un sentido como un intento muy afortunado de dramatizar y a la vez criticar los temas convencionales y las actitudes del soneto amoroso del Renacimiento”.
La obra fue puesta en escena antes de abril de 1597 y se presume que su composición fue alrededor de 1595. El tema de la tragedia de dos amantes jóvenes circuló sobre todo en la novela italiana, pero Shakespeare tomó como fuente directa para su drama romántico el poema The Tragical History of Romeus and Juliet (1562), de Arthur Brooke. El binomio amoroso conduce la historia, y a éste se agrega el sutil entrejuego del azar, de la decisión personal y de la fatalidad. A pesar de que esta historia ha sido contada innumerable veces –sobre todo en adaptaciones de todo tipo para el cinematógrafo–, Romeo y Julieta pervive como una de las obras más intensad de Shakespeare. Los elementos del drama parecen simples, y el mismo autor los adelanta en el prólogo de la obras, pero tal base anecdótica es sólo el apoyo de un discurso más profundo y de un misterio, el de los amantes, siempre expuesto y siempre renovado a lo largo de los siglos.