El mercader de Venecia se estrenó frente a Jacobo I el domingo de carnaval de 1605. Junto con Hamlet, Macbeth y El rey Lear es una de las cuatro obras más populares de William Shakespeare. En un prólogo erudito, Ma. Enriqueta González Padilla informa de las obras de dramaturgia y narrativa antecesoras a la temática de Shylock, tales como Il Pecorone e Il Novellino. Asunto de actualidad para el público inglés era la ayuda económica solicitada por Bassanio. Por ejemplo, El Teatro y El Globo, los locales que la compañía de Shakespeare edificó para representar sus obras, se construyeron con dinero que devengaban con rédito alto. Entonces, los préstamos con interés fueron objeto de discusión y dieron pie a múltiples tratados filosófico-morales. Se consideraba que el dinero, por ser un metal y no una criatura viva, no tenía derecho a multiplicarse. La usura era una práctica inmoral. Al concluir en su obra un debate sobre el derecho a prestar con interés, Shakespeare imprime a su obra gran viveza y actualidad, así como endosa las canalladas de los usureros ingleses a un comerciante judío. El mercader de Venecia es una alegoría de la Justicia y la Misericordia, de la Ley Antigua y de la Nueva. Disfrazada de abogado, Porcia, como una mujer idealizada, se eleva a la altura de la Virgen María y aparece como la defensora de sus fieles. Ensalsa la misericordia al principio del juicio y emplea después los rigores de la justicia, de acuerdo con la interpretación literal de la ley y condena a Shylock. En la literatura mundial El mercader de Venecia ha sido considerado como la sátira más ingeniosa contra las leyes y sus tribunales.