Nunca se hará buena literatura si no se tiene un toque de músico y uno de artista plástico y gráfico. Edmeé Pardo es dueña de un registro musical y visual en cada frase, y ésa es una de las razones de que su narrativa se escuche y se mire con nitidez y exactitud: con una nitidez y una exactitud que son como superficies de agua profunda y fluida. Precisamente el agua es un elemento rector de este libro: las islas, los ríos, las albercas, los lagos son espacios propicios para que los personajes descubran o simplemente desaparezcan a ciegas las tensiones primordiales de sus vidas. Sólo que la autora también es sensible a la tierra y al aire: cuentos como “El tren” y “El globo” están destinados a todas las antologías de la narrativa mexicana del naciente siglo XXI. Y el cuarto elemento, el fuego, habita a Edmeé Pardo tanto como a sus criaturas: fuego de vivir, fuego de abrasar, fuego de acción intensa y para siempre.
El Premio Internacional de Narrativa, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México, el Colegio de Sinaloa y Siglo XXI Editores, alcanza con este volumen un prestigio irreversible.