Julio Jiménez Rueda en su Historia de la literatura mexicana escribe: “Las costumbres del campo, las aventuras pintorescas del rancho, del jefe de una guerrilla liberal o conservadora, del salteador de caminos, feroz a veces, a veces generoso y leal, del tipo que comenzaba a abundar en la literatura novelesca española, da a los escritores mexicanos temas para novelas con interés y extraño sentido de los pintoresco”. Y cita a continuación Los plateados de tierra caliente de Robles, Astucia de Inclán y El fistol del diablo y Los bandidos de Río Frío de Payno. Pero antes, o por lo menos simultáneamente, a esta influencia de la novelística española, Inclán en su Asucia ya había explorado un tema y trabajando con unos personajes típicamente mexicanos, camino literario que Pablo Robles, con el seudónimo de Perroblillos, continúan en Los plateados de tierra caliente, novela en que el material utilizado es absolutamente nacional y también clave para toda una línea de la narrativa mexicana que se ha prolongado hasta nuestros días, incluso aportando elementos a la literatura de la revolución mexicana.