1995 / 27 jul 2017 16:52
Nació en 1831 y murió en 1913 en la Ciudad de México. Alumno de Ignacio Ramírez "El Nigromante". Se tituló de abogado. Fue secretario de la Suprema Corte de Justicia, con el presidente Benito Juárez. Diputado en el Congreso de la Unión. Prolífico autor de obras teatrales (se le atribuyen más de 50). También fue un novelista muy popular. Colaboró en La Orquesta, El Siglo Diez y Nueve, El Monitor Republicano y El Imparcial.
2018 / 20 nov 2018 15:10
Juan Antonio Mateos Losada nació en la Ciudad de México el 24 de junio de 1831 y falleció el 29 de diciembre de 1913 en la misma ciudad. Sus primeros estudios los llevó a cabo bajo la dirección del profesor José María Rico y después concurrió al Colegio de San Gregorio. Durante la invasión estadounidense de 1847, su familia se trasladó a la ciudad de Toluca en donde continuó sus estudios en el Instituto Científico y Literario del Estado de México. Allí fue alumno de Ignacio Ramírez y conoció a Ignacio Manuel Altamirano, con quien entabló una buena amistad, y fue también en esta institución donde afloró su vocación de escritor. Mateos inició su labor como periodista en La Ilustración Mexicana; su firma apareció entre los años de 1850 y 1851 en el semanario de Ignacio Cumplido. En 1851, Mateos publicó en el periódico Los Papachos duras críticas en contra a los conservadores, las cuales motivaron su expulsión del Instituto, en julio de 1852. Mateos también compuso y estrenó su primera obra teatral El cetro y el puñal (1851), escenificada en el Teatro Nuevo México, con gran éxito, representándose durante varias noches.
Una vez de vuelta en la capital del país, se inscribió en el Colegio de San Juan de Letrán en la carrera de Jurisprudencia, estudios que interrumpió para participar en la revolución de Ayutla, siguiendo a Ignacio Comonfort hasta la total destrucción del ejército reaccionario. Restablecida la paz, regresó a las aulas y logró obtener el título de abogado en 1857. A la par de sus estudios, Mateos publicó, en 1856, en El Monitor Republicano, artículos y poesías, y desde estas columnas continuó apoyando a Comonfort. Durante la Guerra de Reforma militó bajo las órdenes de Ignacio Zaragoza, Felipe Berriozábal, Jesús González Ortega y José María Arteaga. Al término de la lucha armada fue nombrado diputado suplente por el sexto distrito electoral del Distrito Federal y más tarde diputado propietario por el distrito de Allende del estado de Guerrero.
En 1861, Juan A. Mateos y Vicente Riva Palacio, en colaboración, estrenaron en los principales teatros capitalinos aproximadamente quince composiciones dramáticas con indiscutible éxito. La primera puesta en escena de los dramaturgos se realizó el 27 de enero de 1861 en el Teatro Iturbide, con el drama en cuatro actos y en verso Odio hereditario. El 10 de marzo, en el mismo teatro, se presentó Borrascas de un sobretodo, comedia en tres actos y en verso. El 15 de agosto reaparecieron en el Iturbide con el estreno de El incendio del portal de mercaderes, sátira política en un acto. El 7 de septiembre salió La ley del uno por ciento, comedia de corte político. Estas dos últimas obras teatrales fueron de suma importancia, puesto que estuvieron consideradas como el antecedente de la revista política de comienzos del siglo xx, género eminentemente popular y que llenó los escenarios con la sátira de personajes políticos contemporáneos. El 16 de septiembre estrenaron también en el Iturbide El abrazo de Acatempan o el primer día de la bandera nacional, obra premiada en el concurso convocado por el Estado para la composición de una obra teatral de tema patrio. El 5 de octubre se representó Una tormenta y un iris, y el 20 de este mes, en el mismo teatro, estrenaron el juguete cómico en un acto Temporal y eterno. El 1° de diciembre se puso en escena la comedia de costumbres, en tres actos, La política casera. Al mismo tiempo que subían a la escena sus obras, Mateos siguió colaborando en El Monitor Republicano de 1861 a 1862.
Mateos y Riva Palacio iniciaron el año de 1862 con la puesta en escena del cuadro de costumbres, con tintes de crítica política en contra de Napoleón iii, Juan N. Almonte y el embajador francés Dubois de Saligny, intitulado El tirano doméstico, el 25 de enero en el Teatro Iturbide. En marzo los dos autores dieron a conocer en el mismo teatro sus juguetes cómicos El drama anónimo, La politicomanía y la comedia en cuatro actos y en verso Nadar y a la orilla ahogar. El 27 de julio en el Teatro Principal estrenaron el drama en dos actos y un prólogo La catarata del Niágara y el 12 de noviembre La hija del cantero. Ésta fue la última obra que Riva Palacio y Mateos escribieron para el teatro, puesto que ante la inminente Intervención Francesa cada uno tomó su propio camino. Mateos permaneció en la capital, así, en 1863 ocupó el cargo de Secretario del Ayuntamiento de la Ciudad de México. El 7 de agosto de 1864 Mateos estrenó en El Principal la comedia La muela del juicio; el 25 de octubre, en el mismo teatro, la adaptación escénica de la novela de Victor Hugo Los miserables; el 16 de noviembre en el Casino Español presentó El prólogo del Quijote, comedia en un acto, y para terminar el año llevó a la escena, el 11 de diciembre, la comedia en tres actos y en verso La luna de miel.
Por otra parte, Mateos se integró a la redacción del bisemanario La Orquesta en su segunda etapa, que abarcó el período del 3 de diciembre de 1864 al 16 de julio de 1866, mientras que el 3 de enero de 1865 comenzó a publicarse La Sombra, “periódico ultraliberal y reformista escrito en los antros de la Tierra por una legión de espíritus que dirigen Mefistófeles y Asmodeo”, seudónimos de Juan A. Mateos y José Rafael Franco, respectivamente; Mateos colaboró en este periódico hasta el 21 de marzo de ese mismo año. El 15 de enero de 1865 se representó la adaptación teatral de la novela de Paul Feval El jorobado, que compuso Mateos para los escenarios mexicanos. En febrero, Mateos estrenó dos nuevas comedias: La calle de en medio y Confusión de idioma; meses más tarde, el 22 de noviembre, subió a la escena Un mexicano en Pekín y, un año más tarde, la comedia en tres actos y en verso La mulata de Córdoba.
A principios de mayo, fundó el bisemanario El Marqués de Caravaca, en el que atacó duramente al Imperio de Maximiliano. Su activismo político a favor de los principios liberales provocó que Mateos fuera apresado y encarcelado en el castillo de San Juan Ulúa y finalmente arraigado, en contra de su voluntad, en la península yucateca. Durante su destierro en Yucatán, compuso un drama histórico, Cecilio Chi en las matanzas de Valladolid, estrenado en el teatro San Carlos (actualmente Peón Contreras), el 18 de noviembre de 1866. Más tarde, fue trasladado de nuevo a la Ciudad de México, en donde logró escapar de la prisión para incorporarse al Ejército de Oriente, bajo el mando del general Porfirio Díaz, con quien combatió hasta el triunfo definitivo de la causa liberal. Una vez restablecida la paz, participó en las veladas y sociedades literarias de la época como Asociación Gregoriana, Círculo Juvenil de Letrán (1857-1858), las Veladas Literarias (1867-1868), Sociedad Artístico-Industrial (1870), Sociedad de Escritores Dramáticos Manuel Eduardo de Gorostiza (1875-1876) y colaboró en El Renacimiento, revista fundada y dirigida por Ignacio M. Altamirano; de igual forma, el 21 de julio de 1867 estrenó en el Gran Teatro Nacional su drama La muerte de Lincoln y el 21 de noviembre, en el mismo escenario, su juguete cómico en tres actos y en verso, La intervención amistosa.
En los primeros días de enero de 1868 comenzaron a publicarse las entregas de la primera novela de Mateos: El Cerro de las Campanas, y al finalizar ésta, El sol de mayo; en 1869 dio a conocer Sacerdote y caudillo y su continuación Los insurgentes. En este mismo año el presidente Benito Juárez lo nombró secretario de la Suprema Corte de Justicia y, poco después, fue diputado en el Congreso de la Unión, cargo que ocupó en diversas ocasiones a lo largo de su vida. En 1870 apareció a la luz pública El libro rojo, texto de índole histórico, escrito por Riva Palacio, Manuel Payno, Rafael Martínez de la Torre y Mateos.
En 1871 se publicó Las liras hermanas, selección de las poesías escritas por Riva Palacio y Mateos entre los años de 1861 y 1862, además de una obra inédita Martín el demente. De 1871 a 1873 Mateos siguió escribiendo en las columnas de El Monitor Republicano. El 20 de junio de 1872 retomó su papel de dramaturgo con la puesta en escena de El novio oficial, comedia en tres actos, y el 6 de diciembre con el drama El plagio. Entre 1872 y 1873 colaboró, además, en El Teatro. Revista General de Espectáculos Líricos y Dramáticos; y en El Búcaro. Periódico Literario, suplemento de El Correo del Comercio, donde también escribió poesías entre 1873 y 1874. Al año siguiente, Mateos formó parte de los redactores de El Siglo Diez y Nueve; asimismo, en ese año vieron la luz sus obras: Páginas de juventud, ensayos poéticos, con un prólogo de Ignacio Ramírez, y Romances y leyendas, con una carta prólogo de Guillermo Prieto, así como la novela Sor Angélica o memorias de una hermana de la Caridad.
Separado de la política durante el gobierno de Porfirio Díaz, en 1877 Mateos empezó a editar su Historia de los congresos mexicanos de 1821 a 1857, publicación que llegó a su fin hasta 1912, sumando la cantidad de 25 volúmenes. En 1877 también dio a la imprenta las obras teatrales: Los grandes tahúres, Los dioses se van y La monja Alférez, y estrenó en el Teatro Principal, el 16 de octubre, El otro; en diciembre, Los grandes tahúres y, ya en enero de 1878, Los dioses se van; asimismo, en febrero presentó en el Teatro Nacional el drama El hombre que ríe, basado en la novela del mismo nombre de Victor Hugo. En 1879, el 27 de abril, fue representada su obra La monja Alférez. En febrero de 1880, participó en el periódico bisemanal El Heraldo y, entre los meses de marzo a octubre, colaboró en La República; mientras que el 12 de octubre, estrenó La rubia y la morena, pieza en un acto.
Mateos fungió como redactor en jefe de El Telégrafo del 20 de febrero al 14 de junio de 1881 y, a partir del 28 de septiembre, inició la publicación del bisemanario El Correo de las Cámaras, de su propiedad, el cual dejó de aparecer el 17 de diciembre del mismo año. De manera simultánea, el 2 de junio llevó a la escena del Teatro Principal, El ave negra, inspirada en el drama de Léon Gozlan; el 14 de agosto estrenó La polonesa crema, comedia en un acto, y el 20 del mismo mes, su obra El ave blanca. A fines de noviembre de 1883 se representó en la ciudad de Toluca un nuevo drama de Mateos, con el título de Los nihilistas. En octubre de 1884, adaptó la opereta de Alexandre Charles Lecocq, La princesa de Canarias, para el teatro mexicano y tradujo la ópera cómica en tres actos Las noches de Olivette. De su autoría se representó la zarzuela Los gomosos. El 12 de marzo de 1886, estrenó en el Principal El dios de papel. Durante 1887, Mateos publicó el romance histórico Perfiles de la conquista y la novela Los dramas de México. Además, el 15 de enero de 1888, llevó a la escena en el Teatro Arbeu su juguete lírico Ponciano y Mazzantini, pieza en un acto de tema taurino. En el mismo teatro se escenificó en septiembre de 1890 la zarzuela La rifa zoológica, con letra de Juan A. Mateos y música de Luis Alcaraz y José Austri; de su pluma son también la comedia en un acto Concurso de belleza y la zarzuela La manzana del vecino. En 1892 se estrenó la zarzuela Revista de guante blanco con letra de Mateos y música de Austri. De 1893 son los libretos de las zarzuelas Sedán, el testamento de un siglo y Los sueños de un loco.
En 1894, Mateos colaboró en El Renacimiento, segunda época, y en 1896 formó parte de los redactores de El Imparcial. En 1897 publicó la novela Memorias de un guerrillero y de 1899 son las novelas: Las olas altas, La baja marea, El vendedor de periódicos y Las olas muertas. En 1901 vieron la luz sus novelas El conde de Monte Leone y Sangre de niños. Este año fue muy significativo para nuestro autor, puesto que festejó sus bodas de oro en el campo literario. La prensa reconoció que, además de ser el decano de los autores mexicanos, era también el más fecundo de los escritores del país.
En 1902 dio a conocer su novela Sepulcros blanqueados. En 1904 se constituyó la Unión de Autores Mexicanos, cuya presidencia le fue otorgada. A pesar de su edad, participó activamente en agrupaciones literarias como el Liceo Altamirano. Para el teatro compuso el libreto del drama en tres actos La flor tronchada, mientras que en julio puso en escena la zarzuela en un acto Los sueños de un loco. En 1909 estrenó el drama en tres actos La huelga, y en diciembre de 1910, en el Teatro Hidalgo, el drama en tres actos y en verso Juana de Arco; ese mismo año entregó a la compañía del Hidalgo otras tres obras: El ajenjo, comedia en un acto; Las feministas, comedia en un acto, y el drama en dos actos, La bandera de Dolores.
Debido a su avanzada edad, abandonó la Cámara de Diputados en 1911 y en sus últimos años laboró como director de la Biblioteca del Congreso. También en 1911 publicó su última novela La majestad caída o la Revolución Mexicana. En mayo de 1913, por motivos de salud, se vio obligado a separarse del cargo de consejero de la Universidad Nacional de México. El 29 de diciembre de 1913, falleció a los 82 años de edad, dejando inéditos, según la prensa, dos libros: Morelos e Hidalgo. Existe, en su honor, un cenotafio en la Rotonda de las Personas Ilustres de la nación.
Para conocer la opinión de sus contemporáneos acerca de la vida y la obra de Juan Antonio Mateos, se pueden consultar: Ireneo Paz, Los hombres prominentes de México, y Juan de Dios Peza “Escritores mexicanos contemporáneos”, en La Ilustración Española y Americana, donde se proporcionan datos poco conocidos del autor.
Uno de los mejores y más completos estudios para conocer la vida y obra de Juan Antonio Mateos es el prólogo realizado por Clementina Díaz y de Ovando, a la edición de El Cerro de las Campanas de la editorial Porrúa, el cual cuenta con referencias documentales de la época del autor, al igual que contemporáneas a la prologuista. Otros textos de utilidad para una visión general de la persona de Juan A. Mateos son los escritos por Manuel Lerín, Juan A. Mateos polígrafo liberal; Daniel Muñoz y Pérez, “D. Juan A. Mateos”, en Boletín Bibliográfico de Hacienda; María Teresa Solórzano Ponce, “Juan Antonio Mateos (1831-1913)”, en La República de las Letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico, “Juan Antonio Mateos: conocimiento mínimo de un autor famoso”, en Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, y de José Guadalupe Zuno: D. Juan A. Mateos: boceto biográfico.
Para tener un acercamiento a la abundante obra dramática de Mateos, la cual en su mayoría está perdida, pueden consultarse los escritos de Luis Reyes de la Maza, que abarcan la historia teatral del siglo xix y parte del xx; en estos textos encontramos críticas y sinopsis de las composiciones de Mateos, que nos permiten tener un conocimiento parcial de su labor teatral. Asimismo, es de sumo interés revisar la Reseña histórica del teatro en México 1538-1911 de Enrique Olavarría y Ferrari, en la que se reconstruye la vida teatral decimonónica y que aporta algunas críticas y anécdotas de los dramas y comedias de Mateos. En cuanto a la producción periodística de Juan A. Mateos, aportan datos valiosos el estudio preliminar y la selección de artículos de José Barragán, en Juan A. Mateos periodista liberal, texto que nos brinda una pequeña muestra de los escritos redactados por Mateos para la prensa; mientras que Rogelio Rivera Mena en su “Ensayo hemerográfico de Juan A. Mateos” para el Boletín Bibliográfico de Hacienda, elaboró una relación minuciosa de los artículos de Mateos aparecidos en los diversos periódicos en los que colaboró. De igual forma, puede revisarse el estudio preliminar y recopilación de la obra teatral y periodística de Juan A. Mateos, realizada por María Teresa Solórzano, volumen en el que no sólo se rescatan siete comedias de Mateos y se pone al alcance del lector prácticamente la colección completa de los artículos firmados por el propio autor, sino que también se da cuenta de una visión general de la producción dramática y periodística de Mateos.
Aunque Juan Antonio Mateos fue, sin duda, un escritor prolífico y con un amplio reconocimiento de sus contemporáneos, en el siglo xx, se le consideró como un autor de segundo orden. En su época críticos como Ignacio Manuel Altamirano, Vicente Riva Palacio, Hilarión Frías y Soto y José Rivera y Ríos coincidieron en alabar el interés que mostró Mateos en novelar la historia del país, mientras que Guillermo Prieto e Ignacio Ramírez se ocuparon de su poesía. No faltaron las críticas adversas para el autor teatral y para el orador que fue Mateos, como las formuladas por Manuel Gutiérrez Nájera y Vicente Riva Palacio, sin embargo, estas opiniones desfavorables en ningún momento disminuyeron el papel predominante que sus mismos censores le otorgaron por su ardua labor dentro de las letras.
Fue hasta la segunda mitad del siglo xx cuando se comenzó a revalorar la obra de Mateos con el artículo de María del Carmen Millán “Tres novelistas de la Reforma”, incluido en La Palabra y el Hombre; años más tarde, en 1963, María de Jesús Aguado Álvarez, en su tesis de maestría Juan Antonio Mateos y seis de sus novelas históricas, ofreció una síntesis y un panorama general de la novela de corte histórico escrita por este autor. Después de un largo periodo de cincuenta años, ya en el siglo xxi, se ha vuelto a estudiar la obra de Juan A. Mateos, como lo indican los varios artículos que María Teresa Solórzano ha publicado en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, sobre la intervención de Mateos en la prensa decimonónica, así como acerca de su paso por los escenarios de la época. En el año de 2010 se publicaron tres textos sobre Mateos: “Paradojas del nation-building en la genealogía de la ‘literatura nacional’ mexicana: Ignacio M. Altamirano y Juan A. Mateos”, en Escribiendo la Independencia: perspectivas postcoloniales sobre la literatura hispanoamericana del siglo xix, de Vittoria Borsó, artículo en el que la autora revisó las contradicciones en las que cayeron los escritores liberales al querer construir una literatura nacional; “La realidad política de Miguel Hidalgo en la novela histórica de México. Un análisis de Juan Díaz Covarrubias: Gil Gómez el insurgente o la hija del médico y Juan Mateos: Sacerdote y caudillo” en Independencia y Revolución: pasado, presente y futuro, de Kart Holz, quien se ocupó de desentrañar los recursos literarios, que utilizaron los autores estudiados, para crear una figura mítica de Miguel Hidalgo, contribuyendo de tal modo a la formación de una historia oficial; Horizontes que se cruzan: El cerro de las campanas y la historia de la guerra de México de Alfredo Moreno Flores, estudio comparativo entre la novela histórica de Mateos y el texto puramente histórico del historiador español Pedro Pruneda.
- Bombo
- Mefistófeles