1995 / 28 nov 2017 09:56
Nació en 1838 y murió en 1906 en la Ciudad de México. Trabajó como minero en sus primeros años. Narrador, periodista y militar. Combatió contra la intervención francesa. Fue diputado federal. Sucedió a Ignacio Manuel Altamirano en la dirección de La República. Colaboró en El Domingo (1872-73), La República (en este periódico se imprimieron varias de sus obras) y en El Universal.
Notas: Autor de transición entre el romanticismo y el realismo.
2015 / 16 nov 2018 13:27
Pedro Donaciano Carlos Castera Cortés nació en la Ciudad de México el 23 de octubre de 1846 y falleció en la misma ciudad el 25 de diciembre de 1906. Cursó los estudios elementales en el Colegio del ex Convento de San Francisco dirigido por Felipe Sánchez Solís y en la escuela del profesor Pedro Delcour. Estudió matemáticas en la Universidad de San Nicolás Hidalgo en Michoacán y realizó la carrera de ingeniero minero en el Colegio de Minas. Posteriormente, estudió química y mineralogía. Fue ingeniero minero, escritor, periodista e inventor.
Castera fungió como diputado suplente de los estados de Puebla y Tlaxcala en diferentes ocasiones, entre 1880 y 1883; fue miembro de la comisión para la discusión de la Ley Orgánica del artículo 27 (1882), la Ley de Amparo (1882) y de otras comisiones menores. Fue miembro de los círculos espiritistas La Luz (1872) y Allan Kardec (1872). Desde 1874 formó parte de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y de la Sociedad Minera Mexicana (también Sociedad Mexicana de Minería), en las que presentó los resultados de la aplicación de sus inventos y las modificaciones que realizó a diferentes sistemas de beneficio de metales. En 1875 se integró a la Sociedad Mutualista de Escritores, fundada por Ignacio Manuel Altamirano con el fin de ofrecer ayuda y protección a los escritores que padecieran alguna enfermedad o que tuvieran problemas económicos. En 1877, fundó, junto con Francisco P. Urgell, Manuel de Olaguíbel, Agustín F. Cuenca y Juan de Dios Peza, el Círculo Literario Gustavo Adolfo Bécquer, grupo difusor de la poesía alemana en México. Fue admitido como miembro activo de la Sociedad Científica, Artística y Literaria El Porvenir en 1886. También formó parte de El Liceo Mexicano Científico y Literario, de cuya instauración dio cuenta, en 1885, Ángel de Campo, e instalado por Luis González Obregón, Adolfo Verduzco, Rafael Mangino y José Cárdenas. En 1891, creó la Compañía Minera del Sur con Agustín Arroyo de Anda y Filomeno Mata, con el propósito de explotar minas en diferentes estados del país.
Entre 1872 y 1890, Pedro Castera colaboró en diversas publicaciones periódicas como El Domingo (1872-1873), La Ilustración Espírita (1872, 1878), El Teatro (1872), El Búcaro (1873), El Federalista (1873-1877), La Luz de México (1873), La Primavera (1874), El Radical (1874), El Artista (1875), El Monitor Constitucional (1877), El Monitor Republicano (1877), La Revista Mensual Mexicana (1877), El Siglo Diez y Nueve (1877), La República (1881-1883), El Liceo Mexicano (1886), La Juventud Literaria (1888), El Lunes (1888), La Patria Ilustrada (1889), El Universal (1889-1891) y el Segundo Almanaque Mexicano de Artes y Letras (1896) Algunos de sus artículos periodísticos aparecieron con sus iniciales “P. C.” o “C”. Asimismo, firmó algunos de sus textos como “Pit. O” y poemas con el seudónimo “Gilliat”.
Castera practicó distintos géneros; entre 1872 y 1891 publicó comunicaciones espiritistas, traducciones, artículos de divulgación científica y de temas de actualidad política; breves reflexiones en torno a la mujer; poemas, cuentos y novelas. Destacó como narrador por sus cuentos de tema minero reunidos bajo el título Las minas y los mineros (1882) y por su novela Carmen (1882). Publicó dos volúmenes de poesía Ensueños (1875) y Ensueños y Armonías (1882); la colección Impresiones y recuerdos (1882), en la que reunió relatos publicados en diferentes periódicos entre 1872 y 1877; la novela corta Los maduros (1882) y las novelas Dramas en un corazón (1890) y Querens (1890).
Estudios fundamentales para el estudio de la obra de Pedro Castera son los prólogos de las antologías elaboradas por Luis Mario Schneider y Antonio Saborit, la tesis de Donald Gray Shambling, Pedro Castera: romántico-realista y el artículo de Clementina Díaz y de Ovando “Pedro Castera, novelista y minero”, en los que los investigadores no sólo recuperaron textos, sino que ofrecieron una lectura iluminadora sobre el autor, los temas que abordó y sus posibles influencias y establecieron las pautas para su estudio.
De toda la producción literaria de Pedro Castera han sido la novela Carmen (1882) y los cuentos de Las minas y los mineros (1882) las obras que mayor atención han recibido por parte de los críticos de la literatura. Con respecto a Carmen, Vicente Riva Palacio la denominó novela sentimental. Recientemente, Adriana Sandoval, quien también se ha aproximado a la versión fílmica de la obra, Ana Chouciño Fernández y Leticia Algaba han analizado esta designación a partir del desarrollo de este género en Europa. Magda Díaz y Morales, Refugio Amada Palacios Sánchez y Mariana Flores Monroy han estudiado los elementos románticos, eróticos y espiritistas presentes en la novela.
La colección Las minas y los mineros recibió elogiosos comentarios de Guillermo Prieto y Juan de Dios Peza y la edición de 1882 contó con un prólogo de Ignacio Manuel Altamirano. Cabe mencionar también el apartado que dedica María Guadalupe García Barragán en El naturalismo literario en México a los cuentos mineros y a la novela corta Los maduros, en donde considera a Pedro Castera uno de los principales representantes del naturalismo en México. Por su parte, Friedhelm Schmidt ha abordado el tema del patriotismo y el nacionalismo en algunos cuentos mineros del autor. Leonora Calzada Macías de la Universidad Autónoma Metropolitana estudió la colección desde la ideología nacionalista y proporcionó un cuidadoso estudio de los cuentos mineros y Dulce María Adame González de la Universidad Nacional Autónoma de México llevó a cabo un análisis estructural y temático de los cuentos; Ernesto Reséndiz Oikión recuperó en un breve artículo los elementos de las doctrinas ocultistas para analizar el cuento “El Tildío”, en el que si bien prevalece el aspecto social y crítico, también está presente una construcción simbólica de la mina y los personajes.
La colección Impresiones y recuerdos ha recibido poca atención. Además de los comentarios de Luis Mario Schneider, Antonio Saborit y Gray Shambling, Mariana Flores Monroy revisó los elementos de un romanticismo sui generis en Castera, permeado de ironía, y Dulce María Adame González resaltó el carácter misceláneo de la colección a través del estudio de los temas, los espacios y la configuración de personajes. Algunos cuentos que se incluyeron en esta colección han sido abordados de forma independiente por Jaime Erasto Cortés (“Sobre el mar”), David Huerta (“Un viaje celeste”), Alfredo Pavón (“Sobre el mar”) y José Ricardo Chaves (“Un viaje celeste”).
La novela corta Los maduros ha sido comentada en las antologías de Schneider y Saborit; Óscar Mata también dedica un breve comentario en su estudio La novela corta mexicana en el siglo xix; Mariana Flores Monroy preparó una edición digital y una presentación de la obra dentro del proyecto La novela corta en México del Instituto de Investigaciones Filológicas y, recientemente, la colección Licenciado Vidriera publicó la novela con una presentación de Dulce María Adame González. En general, estos estudios resaltan el tratamiento del aspecto social a través de la afortunada construcción del minero como personaje principal, así como la relevancia que tiene la crítica social y la exploración del pensamiento y las emociones en la construcción de dicho personaje.
Con respecto a Dramas en un corazón, novela conformada por dos partes con los títulos “El boceto de un cuadro” y “Rosas y fresas”, el ateneísta Luis Castillo Ledón señaló que se trataba de una “novela psicológica a la manera de las de Bourget, por desgracia poco conocida”. Donald Gray Shambling comentó que las dos partes de la novela tienen tonos distintos; la primera, más romántico, mientras que la segunda, abordó los aspectos de la profundidad psicológica. Por su parte, Óscar Mata señaló que “Dramas en un corazón es una novela compuesta por dos novelas cortas, pues cada una de las dos partes de la novela puede ser leída como una narración independiente. La primera de ellas, ‘Boceto de un cuadro’, es lo mejor que escribió Castera en la última parte de su vida, un texto de indudable vanguardismo para su época”.
Sobre Querens (1890), Schneider celebró su originalidad; José Ricardo Chaves, desde la literatura comparada, trató los aspectos esotéricos presentes en la novela; Laura Ibarra García abordó los elementos románticos, y Mariana Flores Monroy vio en la novela la elaboración de una utopía doble que expone la incidencia de la ciencia y el arte en la conformación del ser humano. Este trabajo resulta iluminador en su aproximación a los elementos modernistas de la obra. Asimismo, la novela ha sido considerada como una de las obras precursoras de la ciencia ficción en México, junto con el cuento “Un viaje celeste” del mismo Castera, en antologías del género elaboradas por Gabriel Trujillo Muñoz y Ramón López Castro y en el artículo “Palabras de la ciencia: Pedro Castera and the Scientific Writing in Mexico’s Fin de Siècle” de María del Pilar Blanco, en donde, además, se abordaron los artículos de divulgación científica de Castera que aún se encuentran dispersos en diferentes publicaciones periódicas.
Recientemente, Blanca Estela Treviño llevó a cabo un examen general de la producción cuentística y novelística del autor para el volumen Doscientos años de narrativa mexicana, que formó parte de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia. La inclusión de Castera en esta revisión habla del creciente interés hacia su obra y de su importancia como escritor.
Finalmente, con respecto a la poesía del autor cabe mencionar los comentarios que recibió por parte de José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera, quienes expusieron sus propias concepciones poéticas a través de la defensa de los poemas de Castera ante las críticas negativas que le dedicaron los escritores y periodistas Heberto Rodríguez y José Joaquín Terrazas. Los estudios actuales no han abordado la poesía del autor por considerarla menor, y sólo Luis Mario Schneider y Gray Shambling le han dedicado algunas líneas. En 2012 se presentó como tesis de maestría una edición crítica y un estudio de la poesía de Pedro Castera por Adame González, que se encuentra en prensa.
- P.C.
- C.
- Pit. O
- Gilliat