Dentro del grupo de brillantes escritores agrupados en torno a la famosa Revista Moderna, uno de los más asiduos colaboradores con prosas, cuentos, críticas, versos, fue Rubén M. Campos (1876-1945), quien también escribió una interesante novela, Claudio Oronoz, que, en el momento de su edición, mereció el siguiente comentario de J. J. Tablada: “Marca este libro una etapa triunfante en la evolución de su autor; el preciosismo de su primer estilo se ha transformado, y el similar antiguo es hoy metal de alta ley. La experiencia le ha dado al poeta una escéptica y dolorosa visión de la vida, y nadie, ¡ay!, podría tachar de pesimista su sincera amargura. Pero un agreste panteismo, lleno de fragancias y de frescuras, una robusta sensualidad barre con su gran soplo lírico la ceniza que a trechos se amontona. Puede la vida ser desoladora, pero es bella su apariencia. Con todos sus sentidos absorbe el autor esa belleza; con esas impresiones nutre las estrofas de su himnario y, si al fin de su libro, hay una tumba, se llega a ella entre pompas y bellezas, por floridos caminos entre la suprema belleza de los gestos de la Mujer…”