En un pueblo de México donde infierno y paraíso se dan la
mano, el cónsul Geoffrey Firmin trata de vivir al margen de un mundo devorado
por el frenesí de la destrucción. Libro de una belleza y de una emoción
incomparables, es, quizá, la mejor novela de escenario mexicano que haya
escrito un extranjero, y es, también, una de las grandes del siglo XX.
El Día de Muertos de 1939, en Cuernavaca, Hotel Casino de la Selva, dos hombres evocan la pasión y muerte de Geoffrey Firmin, el Cónsul asesinado en idéntica fecha, un año atrás. En un pueblo de México donde se dan la mano infierno y paraíso, Geoffrey trata de vivir al margen de un mundo devorado por el frenesí de la destrucción. La culpa, el desamor, la soledad lo han llevado a una embriaguez que de algún modo resulta también la del conocimiento. El origen de su infortunio es, acaso, la traición a la fraternidad -como le advierte su medio hermano, Hugh, que lucha por una República española ya sin esperanza. Ivonne, la ex mujer de Geoffrey, vuelve para rescatarlo de la absoluta consunción. Pero es inútil, el amor se gastó en medio de la vida: sólo la muerte podrá salvar al Cónsul de sí mismo. Bajo el volcán que Geoffrey no logró ascender para librarse de sus propios fantasmas, yace el abismo de la Caída, la barranca infernal. Si los demás quieren salvarse, si todavía pueden huir del gran fracaso que acechaba a toda existencia, deben expulsar del jardín de la tierra (único paraíso que le fue dado al hombre) a todos los que pretenden destruirlo.
Bajo el volcán –que es para algunos críticos la más autobiográfica de sus obras– fue comenzada por Lowry en 1934 y reescrita en tres ocasiones antes de ser publicada en 1947. Tragedia contemporánea, libro de una belleza y una emoción incomparables, novela que recupera las dos fuentes: el mito y la poesía, Bajo el volcán se juzga obra maestra en la narrativa del siglo XX, y su autor, Malcolm Lowry, uno de los pocos escritores que dejaron tras de sí una leyenda.