Islas a la deriva significó el despliegue de las preocupaciones poéticas de José Emilio Pacheco y la desenvoltura de su voz en la página, que supo y sabe hacer del mundo (de su historia, de sus paisajes, de sus especies amenazadas y de sus aconteceres) una metáfora del ser humano que pasa y se va, como las islas a la deriva. A la deriva: estas páginas son el cuaderno de navegación que registra la condición fugaz de lo humano y el arrasamiento de su entorno, siempre detrás de una poesía clara y compleja al mismo tiempo: una poesía que se piensa a sí misma conforme se desdobla con naturalidad.
Para José Emilio Pacheco, la práctica de la poesía es un ejercicio de la memoria, de la imaginación y de la inteligencia crítica. En Islas a la deriva se confirma con plenitud esta convicción de triple resonancia. Como prueba de rigor y de libertad, cada uno de los poemas de Pacheco despliega una sensible preocupación por las presencias del mundo y los seres humanos: opone al deterioro el frágil poderío de las palabras; señala el espacio donde sería posible, acaso, volver habitable todo esto.
Persuadido de que la poesía es un bien común, Pacheco intenta romper el cerco estrecho de la individualidad del autor y explora otros ámbitos, otras realidades textuales. Las secciones de Islas a la deriva ponen de manifiesto el drama de la existencia visto a través de un moderno prisma poético: la historia, la naturaleza agredida, la aventura de los viajes, aparecen en el espacio poético de José Emilio Pacheco a la manera de los grandes temas de todos los tiempos y lugares, tratados aquí con el temperamento de un hombre de nuestros días, de un escritor que entiende el tiempo como una destrucción caudalosa, mitigada o redimida, en ocasiones, por la gracia y la generosidad del lenguaje poético.
Cada página de este libro está atravesada por la conciencia de la fugacidad. Todo poeta sabe (y José Emilio Pacheco con particular agudeza) que su decir es apenas un atisbo de lo que es, que “entre objeto y palabra cae la sombra”. Nombrar el mundo es, si acaso, traducirlo, traerlo a nuestro coto fatal, demasiado humano.
Islas a la deriva, publicado originalmente en 1976 y ahora revisado por el autor para esta nueva edición, no ha perdido un ápice de sus poderes reflexivos, siempre detrás de una poesía clara y compleja al mismo tiempo: una poesía que se piensa a sí misma conforme se desdobla con naturalidad.
A la deriva: estas páginas son el cuaderno de navegación que registra la esencia transitoria de lo que hay, la condición fugaz de lo humano y el arrasamiento de su entorno. Todo escrito con los plenos poderes de quien con las armas del verso ha conquistado la ciudad de la poesía.
Después de la aparición de libros tan importantes como No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969) e Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva significó el despliegue de las preocupaciones poéticas de José Emilio Pacheco y la desenvoltura de su voz en la página, que supo y sabe hacer del mundo (de su historia, de sus paisajes, de sus especies amenazadas y de sus aconteceres) una metáfora del ser humano que pasa y se va, como las islas a la deriva.
En este tercer volumen de la Poesía Completa de José Emilio Pacheco (México, 1939) recogemos los libros “Islas a la deriva y “Desde entonces”. Cada poema de José Emilio Pacheco, dejó escrito Octavio Paz, es un homenaje al no. A través de estas páginas nos encontramos con el poeta enfrentado al drma de la existencia humana, con inteligentes reflexiones y llamativas metáforas. Con la precisión rigurosa y la exactitud poética de la que siempre Pacheco hace gala, nos muestra de nuevo su presimismo ante la vida: “se me ha perdido el mundo. . . vamos a ciegas en la oscuridad”.
Con tono reflexivo lleno de escepticismo y de desengaño nos conduce por su mundo ya pasado, explorando su juventud, sus ilusiones perdidas, su desencanto y consiguiente desengaño de la realidad.
Entre los numerosos premios que le han sido concedidos a su obra poética, figuran el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Cervantes, ambos en el 2009.