Los poemas que José Emilio Pacheco reunió en este volumen constituyen un núcleo vivo de logros indispensables: los textos que cambiaron para siempre el significado de la palabra poesía, arriesgados porque en ellos aparecen nuestros primeros versos valientemente eróticos, se dibujan nuestros caligramas y se concentran nuestros haikús iniciales. Aquí brilla el triunfo definitivo de nuestros paisajes urbanos, pueblerinos y naturales, que encuentran al fin la amplitud de su dicción en la suma de todas las músicas del castellano y de las que el castellano adopta tomándolas del francés, del italiano, del latín…
El periodo comprendido en esta antología no está marcado por la política, sino por las hazañas de la literatura. De los poemas de Manuel Gutiérrez Nájera a la culminación y cierre con la obra de Ramón López Velarde, se incluye a autores que la crítica anterior no había sabido leer como parte de la constelación modernista: Francisco González León, el padre Alfredo R. Placencia, Manuel José Othón, Luis G. Urbina, Salvador Díaz Mirón.
Las brillantes presentaciones que hace José Emilio Pacheco de los poetas nos permiten entender el riesgo que corrieron y el alcance de sus conquistas. Del mismo modo, la admirable introducción general nos da un panorama de conjunto, pone a dialogar el modernismo mexicano con el del resto de Hispanoamérica y con el mundo del siglo XIX. El ensayo introductorio de Pacheco es un modelo de concisión y uno de los textos más estimulantes sobre el modernismo. En ese marco crítico se encuentran las bases de nuestra comprensión del modernismo como pluralidad que logra la síntesis simultánea de movimientos –romanticismo, parnasianismo, simbolismo– que en el siglo XIX europeo fueron necesariamente sucesivos.
Ciertas antologías han marcado de manera definitiva la historia de la literatura mexicana. A este grupo pertenece la Antología del modernismo mexicano, ahora revisada completamente de acuerdo con las ediciones y estudios más recientes. Se trata de la guía indispensable para conocer el vigoroso inicio de nuestra poesía adulta, el “modernismo”: un mundo poético que convoca una serie de imágenes, de músicas verbales, de realizaciones concretas que son nuestro mejor acceso al espíritu de una época.