Rebolledo decoró sus gemas poéticas con arcaísmos, neologismos, colores, sonidos y texturas que evocan imágenes de gran plasticidad; logró sus mejores composiciones en la forma del soneto, aunque también trabajó metros menos rígidos, utilizó varios recursos parnasianos para costruir sus narraciones, que como la mayoría de los ejemplares modernistas del género, a veces tendieron al estatismo porque la trama se supeditaba a la introspección o la representación de visiones oníricas. Rebolledo experimentó la sensibilidad del fin de siécle, condensó sus anhelos y sus angustias en una escritura catártica, que lo ayudó a resaciar su malestar espiritual por medio de imágenes sensoriales crueles y sugerentes que lo acercaron a misteriosos parajes en donde aún existía la belleza intacta del pragmatismo de la vida cotidiana y de la prosaica ostentación económica de la burguesía.
Libertad Estrada Rubio