Este volumen es continuación del ambicioso proyecto, iniciado con Sueños de la razón: 1799 y 1800 (Premio Xavier Villaurrutia 2015), que quiere recuperar los hechos y las personas clave de cada uno de los años del siglo XIX. Fantasmas de la luz y el caos es el título de esta nueva entrega en la que se abren los escenarios del relato al continente americano.
En sus páginas escuchamos la voz de un vidente, un narrador imposible que habla en presente de cuanto ocurre en cualquier punto del planeta, alguien que conoce rigurosa y horizontalmente todo lo que de manera simultánea se articula en la vida intelectual y social del año en curso, pero que paga su omnisciencia con una total ignorancia del futuro. Esta ceguera estratégica le permite aproximarse a todas las teorías científicas, a todas las enunciaciones filosóficas, a todas las posturas políticas, a todas las artes con una actualidad y una urgencia inigualables para lograr un relato vivo y vibrante.
Asimismo, ese narrador extraordinario es capaz de encontrar las más insólitas conexiones entre quienes habitan, desde distintos puntos del planeta, los momentos clave del saber y el sentir. En los años comprendidos en este tomo, sigue a Humboldt y Bonpland en su expedición científica desde Cartagena en el Virreinato de Nueva Granada hasta Lima en el del Perú, a través de los Andes, y nos lleva a conocer a Francisco José de Caldas, geógrafo, botánico, astrónomo y naturalista. Y también visitamos a Thomas Jefferson, quien polemiza con los europeos sobre la supuesta inferioridad de América y todo lo americano, y se desvive por averiguar algo sobre la Luisiana, ese vasto territorio situado al oeste del Misisipi, con la intención de apoderarse de él y así convertir a su joven república en una de las más grandes del planeta. Mientras tanto, Goethe elabora su teoría de los colores, Beethoven compone a pesar de su creciente sordera la sonata que conoceremos como “Claro de luna”, Chateaubriand publica Atala, Servando Teresa de Mier y Simón Rodríguez se encuentran de la manera más inverosímil, los jesuitas Pedro José Márquez y Juan Francisco Masdeu publican dos tratados estéticos de impresionante envergadura y actualidad (de la nuestra). Y Napoleón detesta cada vez más a Madame de Staël.