La coronación del escritor desentraña una figura ineludible, la del escritor, cuya función ha llegado a ser -en un pasado menos remoto de lo que supondríamos- sacralizada y entronizada. Paul Bénichou describe en prosa alerta y concisa cómo, cuando suenan las horas de la crítica profana a la religión y a las instituciones hasta entonces sagradas, las letras se erigen en sede del espíritu, sea oscuro o ilustrado, mientras el literato, versificador o filósofo es promovido al rango de pensador y de profeta. Esta obra repasa, entre otros, los vínculos siempre vivos que en Francia han ido adoptando las relaciones entre literatura, revolución y contrarrevolución. De ahí que el autor reconstruya en parte la genealogía moderna del discurso de las armas y de las letras al dar cuenta de cómo unos letrados pasaron a ser concesionarios indiscutidos del espíritu secular al acometer la crítica del mundo sagrado, mientras que otros hombres de letras obtenían su reputación desacreditando su propio misterio.
Historia social de las letras, historia literaira de las ideas, La coronación del escritor constituye también una historia de la literatura como valor y del valor de la literatura, una investigación exhaustiva verificada directamente en las fuentes, un paseo minucioso que vertebra todo un caudal polémico y poético en torno a una síntesis literaria y social. Desfilan por esta animada memoria de la militancia literaria casi todos los grandes nombres de la literatura francesa de las postrimerías del siglo xviii y de los albores del xix: Chamfort, Rivarol, Louis-Claude de Saint-Martin, Rousseau, Diderot, Fabre d'Olivet, Chateaubriand, Joubert, Maine de Biran, Joseph de Maistre, Alphonse de Lamartine, Alfred de Vigny, Théophile Gautier y Gérard de Nerval.