Bisonte mantra es un canto espiritual, la bitácora de un éxodo introspectivo a campo traviesa y un poema largo en el que se fragmentan dos desiertos –uno físico, otro inmaterial–, así como la experiencia de habitarlos. Echando mano de diversas tradiciones espirituales, distintas maneras de acceder a lo trascendental que no suelen pensarse hermanadas –la mística oriental, la sabiduría armónica de las tribus originarias de Norteamérica, la escritura pagana que busca la iluminación–, el poeta construye una escalera que sube al cielo de la contemplación, pero que también baja al ras de piso de la acción y sus incidencias, y consigue ver ambos estratos de la vida como mitades inseparables y complementarias.
Entre reflexiones sobre la soledad y la muerte, comentarios exegéticos de textos literarios, traslados por carretera a través del paisaje interior, días de campo en un oasis y meditaciones que juegan a asomarse detrás del telón del universo, los poemas expresan oraciones que no necesitan de un dios. Al tiempo que la voz humana se injerta en el ecosistema que la rodea, recupera su pequeñez en el orden de las cosas, la maravilla de ser materia y conciencia a la vez, su peso y su levedad.
Este mantra, dilatado e imposible, aspira a recuperar esa comunión con el mundo natural que con tanta facilidad perdemos en la superficie de los días. Una búsqueda de sentido que aspira a la plenitud y la perplejidad. En el centro de este libro galopa la visión de una manada de bisontes. Su regreso restituye un orden antiguo y perdido. Cierta música esencial que vuelve a escucharse.