Detenerse a observar es la actividad predilecta del poeta Fabio Morábito. En la inquietud, en el silencio, en la atención total se gesta el poema. La persona a la que alude el título de este libro, Alguien de lava, es ese testigo detenido (y que, como la lava. está por petrificarse) que mira las cosas se suceden. Y las cosas no son una mera generalización, sino al contrario: es las cosas mismas, los objetos, las menudencias con que la vida se adereza. Los poemas de Morábito comienzan con lo particular (el microscopio) y poco a poco se esponjan, se expanden —con la ayuda de una sabiduría dúctil— y terminan en lo universal (el telescopio). No obstante, ésta no es una poesía asertiva ni concluyente: su camino está tejido de preguntas y dudas, su herramienta retórica es el constante uso del tal vez. Hay una búsqueda, sí, de lisura: de una expresión llana y elocuente que se acerque a un tema, o a una cosa, en línea recta y sin distracciones ("falta de prosa, mi tormento", confiesa el poeta). La relación de Morábito con su material verbal, vista así, es casi manual: lima, resta, reduce asperezas y descubre, tal vez con sorpresa, que en esa bruñida superficie se puede ver su rostro reflejado.
Escrito desde los espacios de la domesticidad y la costumbre (que en Morábito son novedosos cosmos), Alguien de lava es un libro que se convierte en cómplice de su lector, porque se confiesa, revela su hondo saber al expresar su ignorancia (virtud valiosa y escasa), va compartiendo su aprendizaje a media voz (y con buen ritmo) y termina por manifestarse —como sucede con la mayéutica socrática— como enseñanza. Tal vez lo que halle el lector, entre sus líneas, sea un discreto manual de vida.
Fabio Morábito (1955) es autor de dos libros de poesía: Lotes baldíos (FCE, 1985), que ganó el premio Carlos Pellicer en ese mismo año, y De lunes todo el año (Joaquín Mortiz, 1992), que ganó el premio Aguascalientes en 1991. Ha escrito dos libros de cuentos, La lenta furia (1989, 2002) y La vida ordenada (2000) ambos editados por Tusquets, así como un libro de prosas, Caja de herramientas (FCE, 1989), y una novela para niños, Cuando las panteras no eran negras (Siruela, 1996). También escribió un libro sobre la tenacidad del mito pastoril en nuestra cultura, titulado Los pastores sin ovejas (El Equilibrista, 1995). Actualmente trabaja en la traducción de la poesía completa de Eugenio Montale. Ha residido largas temporadas en el extranjero, la última vez en Berlín, con una beca del gobierno alemán, y es miembro del Sistema Nacional de Creadores.