En la poesía mexicana contemporánea había un lugar esperando por esta voz. Ya cuando, hace un par de años, la colección de poesía de la revista Tierra Adentro publicó su primer libro, Holograma, sus versos sonaron extrañamente en algunos pocos oídos perspicaces. Había aquí un poeta que veía las cosas y la vida desde una perspectiva inédita: la del que, como Goethe, intenta la determinación absoluta del objeto pero, ahora, con una rara mezcla de ironía y firmeza. Un objeto siempre inmanente y, sin embargo, trascendido y negado; un sujeto que interioriza lo que permanece, a plenitud, siempre fuera. La subjetivación, que parece ser el terreno predilecto del poema, se acompaña aquí de una ansiedad que busca la definición y la inteligencia. Se ha hablado, a propósito de la pintura, del conceptualismo. Si lográramos quitar a este término algo –no todo– de su cariz abstracto, y lo conjuntáramos íntimamente, inseparablemente, con esa videncia que es, desde Rimbaud, prenda de todo poema, estaríamos en el umbral de esta nueva poesía.
José-Leonel Torres está siempre líricamente atento al mundo de la naturaleza y de los hombres. Sus títulos –Holograma, Doble hélice, Teoría de nudos, Cono de sombra…– muestran esa obsesión asombrada y lúcida ante la vida ambigua, compleja, inasible, a la que se acerca con desazón sin jamás reducirla. Por eso, junto a la vitalidad fugaz de lo presente, se percibe una cierta ironía frente a lo pasado y un escepticismo no indiferente ante lo futuro. Entre Buda y la mecánica cuántica, el autor rastrea la causa última sin abandonar el terreno contradictorio de las palabras y las cosas.
José-Leonel Torres nació en San Andrés Tuxtla, Veracruz. Divide su tiempo entre ciencia y literatura. Se doctoró en física en la Universidad de California de Berkeley. Es director del Instituto de Física y Matemáticas de la Universidad Michoacana. Ha publicado tres libros: En el nombre de Darwin (ensayo, 1995), Holograma (poesía, 1994) y Canción de cuna (novela, 1983).