Movimiento perpetuo, como su nombre lo indica, es un libro cuyas páginas sienten horror a la estabilidad. Para desesperación de los espíritus lineales, esas páginas pasan de un tema a otro, de un género a otro con la valentía que sólo da el miedo a lo repetitivo o lo cerrado. Por otra parte, quizá la principal virtud de esta obra es que se puede adquirirla o no, leerla o no, conservarla o no sin que en ninguno de estos casos suceda nada, ni en el lector, ni en el autor, ni en el Universo, que también hubiera podido pasarse sin ella. He aquí, pues, uno de los pocos libros, declaradamente prescindibles de todos los tiempos, cualidad tan extraña ahora y siempre que no faltarán curiosos -razón por la cual lo pulbicamos- que lo consideren imprescindible para reafirmar su fe en los actos gratuitos, no importantes.
Movimiento perpetuo es un libro justamente famoso por su inicio: “Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre. Traten los otros los dos primeros. Yo me ocupo de las moscas, que son mejores que los hombres, pero no que las mujeres.Movimiento perpetuo es probablemente el único libro memorable en la historia del hombre cuya musa es ese ser vengador e incomprensible, la mosca.
En Movimiento perpetuo Monterroso se burla de todas nuestras pretensiones, pero lo hace de un modo tan fascinantemente sutil que la impresión final no es de acritud sino de piedad y cortesía.
José Emilio Pacheco
“Las moscas”, una obra maestra de tres páginas incluida en Movimiento perpetuo, es una explotación metafórica, un monumento en miniatura dedicado al golpeado pero elástico arte del ensayo; es evocación, es ironía y es, también, una intimación de divinidades ocultas. Nadie, una vez que lo haya leído, podrá pensar más en la mosca como un simple insecto.
Peter G. Earle
La zarpa de Monterroso me recuerda el sutil alfanje del verdugo que con diestro, insensible tajo decapita. El condenado le implora cumplir sin tardanza su labor. El verdugo le recomienda mover los hombros. Los mueve, y rueda la cabeza.
Luis Cardoza y Aragón
La gran figura del cuento breve y de la imaginación ha sido Augusto Monterroso. Su obra constituye una reivindicación de la inteligencia, la simpatía y especialmente de la prosa atenida solamente a las armas esenciales.
José Joaquín Blanco